Entronización

Una despedida con 18 casas reales

Treinta príncipes de todo el mundo asistieron a la cena de gala que presidió Beatriz de Holanda antes de concluir su reinado. Las grandes ausentes fueron Charlene de Mónaco y la princesa Masako, la esposa del heredero de Japón

La reina Beatriz de Holanda junto a los futuros reyes y el resto de invitados, ayer, en el Rijksmuseum
La reina Beatriz de Holanda junto a los futuros reyes y el resto de invitados, ayer, en el Rijksmuseumlarazon

La reina Beatriz de Holanda entró en el Rijksmuseum sonriente, aunque en su mirada se escondía una pizca de tristeza, ya que era consciente de que su reinado llegaba al final. Pero no defraudó. Una vez más, ejerció de anfitriona de la cena de gala previa a la coronación de hoy con una envidiable exquisitez y saber estar. Flanqueada por su hijo, Guillermo Alejandro, y su esposa, Máxima, recibieron a los más de treinta príncipes de todo el mundo que se desplazaron a lo largo de la jornada de ayer hasta Ámsterdam para asistir a los fastos preparados para la entronización. Los primeros en pisar la alfombra roja que conducía al interior del Museo Nacional –que acaba de abrir sus puertas después de casi una década de restauración a cargo de dos arquitectos sevillanos– fueron Federico de Dinamarca y su esposa, Mary Donaldson, seguidos de cerca por el príncipe Alois de Liechtenstein y su esposa, la princesa Sofía. No faltaron tampoco el príncipe Haakon de Noruega y la princesa Mette-Marit, quien compartió autobús con los Príncipes de Asturias. Bien es conocida la buena amistad entre el heredero noruego y Don Felipe, algo que ha hecho que Doña Letizia y la princesa nórdica mantengan también una estrecha relación. De hecho, se las pudo ver conversando en el trayecto que compartieron hasta llegar al Rijksmuseum.

El tercero en discordia

Con una tiara de impresión hizo su aparición Victoria de Suecia de la mano de su marido, Daniel Westiling, también en compañía del heredero japonés, Naruhito, quien finalmente acudió a la velada sin su esposa, Masako. Era una de las invitadas que más curiosidad había suscitado, ya que ésta suponía su primera aparición pública después de varios años retirada de la escena pública debido a una depresión causada por el estrés. Quienes pusieron la nota de espontaneidad fueron el príncipe Carlos de Inglaterra y la duquesa de Cornualles. Con los brazos abiertos y rompiendo el protocolo, posó en el lugar equivocado de la alfombra, lo que ocasionó un cierto revuelo que solventó con su buen humor. Su comportamiento desconcertó al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, que caminaba justo después del heredero de Reino Unido.

Más formales fueron Felipe y Matilde de Bélgica, así como los grandes duques de Luxemburgo, Guillermo y Stéphanie, que, al igual que los herederos suecos, acudieron acompañados de un tercero: Alberto de Mónaco. Su mujer, Charlene Wittstock, fue otra de las grandes ausentes, y llamó la atención, ya que suele ser una de las fijas en todos los actos reales. Desde Mónaco no explicaron el motivo de su ausencia. Hasta dieciocho casas reales quisieron estar presentes en la despedida de la reina Beatriz, por lo que la entrada se alargó durante gran parte de la tarde.

Uno de los momentos más emotivos fue la llegada de Mabel, la esposa del príncipe Friso, hijo de la reina Beatriz, que sigue en coma desde el accidente que sufrió mientras esquiaba hace más de un año en Lech (Austria). Una tragedia que aseguran ha tenido mucho peso en la reina a la hora de tomar la decisión de abdicar. Mabel acudió del brazo de su cuñado y tercer hermano del futuro rey de Países Bajos, Constantino, quien al otro brazo llevaba agarrado a su esposa, Lauretien.