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Una victoria imposible, una derrota inaceptable

La Razón
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Si Estados Unidos se hubiera retirado de Afganistán, ¿los talibantes habrían reconquistado el país?

–Una retirada de EE UU de Afganistán no hubiera propiciado una inmediata reconquista del país a manos de los talibanes. Sin embargo, existe una dinámica dual en marcha ahora. Por una parte, los talibanes han progresado claramente sobre el terreno y controlan un creciente número de distritos. Por otra, el Gobierno sigue siendo frágil y, aunque no hemos visto recientemente una crisis comparable con la que hubo el año pasado, sí es cierto que las tensiones se están reavivando.

¿Por qué ha cambiado Trump su estrategia afgana?

–Trump ha dicho que fue informado sobre la situación en Afganistán y que a partir de entonces ha cambiado de postura. Creo que probablemente eso es lo que ha pasado. Como sus predecesores, se enfrenta a un conflicto que probablemente no puede ganar, pero que tampoco puede permitirse perder. Además, cada elección tiene sentido hasta cierto punto. Barack Obama también trató de retirar todas las tropas antes de que cambiara de parecer. Pero el riesgo que conlleva el colapso total del actual régimen ha hecho que, probablemente, Trump no tuviera otra opción real.

Tanto para los soviéticos como después para los norteamericanos, la de Afganistán parece la guerra imposible de ganar. ¿No sería más útil invertir en el país y reforzar su maltrecha economía?

–Esta cuestión es especialmente interesante porque de alguna manera –y aunque cada uno procede de un sistema económico diferente– los soviéticos y los norteamericanos (y los comunistas afganos antes que ellos) cometieron el mismo error. Creen que una mejora de las condiciones socioeconómicas sería suficiente para ganarse el apoyo de la población. Esto no puede funcionar cuando enfrente hay un adversario implacable cuyas tácticas de terror obligan a los ciudadanos a elegir entre la supervivencia o una relativa prosperidad. El gran reto de Afganistán ahora es la falta de consenso sobre la naturaleza de su sistema político y la legitimidad de sus élites. Desde 1978, las élites ha sido eliminadas una a una. Sería imprudente creer que de la noche a la mañana se va a reconstruir un sistema político funcional.