Cumbre de la UE
La Unión Europea muestra su apoyo “inquebrantable” a Ucrania, pero sin Hungría
Kallas rebaja su plan inicial de 40.000 millones para auxiliar a Kiev hasta los 5.000 millones en munición
Los lideres europeos se han reunido en la capital comunitaria para abordar el apoyo a Ucrania y el plan de rearme europeo propuesto por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y que asciende a 800.000 millones de euros. El objetivo es que la UE sea capaz de defenderse por sí misma en el año 2030.
Un día después de que el presidente del Ucrania, Volodimir Zelenski, mantuviera una conversación telefónica con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, los líderes europeos han expresado su “apoyo inquebrantable” a la independencia, soberanía e integridad territorial de Ucrania.
Zelenski ha participado en la cumbre por videoconferencia desde Noruega. Según fuentes diplomáticas, el mandatario ucraniano les ha explicado los detalles de sus contactos con Washington y la situación en el campo de batalla, tras los últimos ataques rusos.
Pero el apoyo inquebrantable muestra algunas aristas. Tal y como sucedió en la cumbre anterior hace dos semanas, el documento final ha sido respaldado por Veintiséis de los Veintisiete países tras la negativa de Hungría. Aunque tradicionalmente los textos de conclusiones de las cumbres siempre han sido respaldados por unanimidad, el presidente del Consejo, Antonio Costa, ha decidido instaurar este nuevo modus operandi para evitar que el veto de Budapest monopolice la cumbre.
“Hay diferentes amenazas”, ha asegurado Balazs Orban, el director político del primer ministro. “El rearme de los países europeos: sí. Rearme de otros países fuera de Europa: no”, ha asegurado a los periodistas.
Pero los vientos en contra no solo vienen por parte de Hungría. La máxima representante de la diplomacia comunitaria, Kaya Kallas, se ha visto obligada a rebajar la ambición de su plan de rearme para Ucrania tras la falta de entusiasmo de varias capitales europeas entre las que se encuentran París, Roma y Madrid.
Este mismo lunes Kallas pidió a los países europeos movilizar entre 20.000 y 40.000 millones de euros en una coalición de voluntarios. Pero los países antes mencionados son reticentes a que el reparto de la ayuda se establezca según el peso del PIB de sus economías, tal y como había planteado al alta representante. El Elíseo, por ejemplo, quiere más flexibilidad y que se contabilicen no solo los pagos sino también la ayuda en especie.
En cuanto a Italia, el gobierno de Giorgia Meloni, prefiere esperar a ver los frutos de las negociaciones entre Rusia y Ucrania auspiciadas por Trump, antes de comprometerse a rascarse el bolsillo.
España también muestra poco entusiasmo a la hora de incrementar la ayuda a Ucrania. El Gobierno de Pedro Sánchez anunció hace semanas un nuevo paquete de ayuda de 1.000 millones de euros y esquivar nuevos compromisos. Según el reparto del PIB, a nuestro país le corresponderían 3.000 millones.
Esta falta de entusiasmo ha abocado a Kallas a reformular su propuesta. De momento, Bruselas se centrará en conseguir entre los países europeos 5.000 millones de euros en el corto plazo que se destine a munición. “Sabemos que los déficit presupuestarios de la mayoría de los países europeos son preocupantes”, ha justificado la ex primera ministra Estonia.
Además, los Veintisiete siguen insistiendo en la necesidad de estar sentados en la mesa de negociaciones. A pesar de las escasas señales alentadoras por parte de la Administración Trump, Finlandia ha propuesto nombrar un representante europeo que hable en nombre de los Veintisiete. Una iniciativa que respalda España.
Además, los Veintisiete han seguido debatiendo el plan de rearme de Von der Leyen. Sigue habiendo un importante grupo de países, entre los que se encuentra España, que quieren que el paquete incluya transferencias a fondo perdido que no incidan en el endeudamiento de los países. La propuesta del Ejecutivo comunitario contempla un nuevo instrumento ,rebautizado como SAFE, de 150.000 millones de euros para proyectos comunes en préstamos blandos, avalados por el presupuesto de la UE.
Esto significa que la mayoría de los países tendrá que devolver este dinero a un precio más barato que el de los mercado financieros y que dispondrán de hasta 45 años para el reembolso. Alemania y Holanda se oponen a incluir subvenciones no reembolsables a imagen y semejanza del fondo post-pandemia Next Generation EU. El Partido Popular Europeo ha firmado un documento en el que se pide a las capitales europeas aumentar su gasto nacional hasta el 2% “lo antes posible” ( tal y como exige la OTAN) y abre la puerta a la utilización de eurobonos “si es necesario”.
España no tira la toalla en este ámbito ni tampoco en conseguir una definición de Defensa amplia que contabilice el gasto en infraestructuras, lucha contra el cambio climático y gestión de fronteras de forma que estas partidas estén exentas de las normas fiscales europeas.