La Razón del Domingo

El equipo de los españoles

El Papa Francisco es hincha de San Lorenzo, un club argentino fundado por un cura salesiano. Los emigrantes españoles eran sus hinchas

El Papa Francisco, con una camiseta del equipo argentino San Lorenzo
El Papa Francisco, con una camiseta del equipo argentino San Lorenzolarazon

El Papa Francisco es hincha de San Lorenzo, un club argentino fundado por un cura salesiano.

San Lorenzo es un sentimiento. No se quita, se lleva bien adentro, canta la hinchada de San Lorenzo de Almagro, el club del cual es simpatizante, y además socio, el flamante Papa Francisco. Apenas fue elegido como el pontífice 266 de la historia de la Iglesia, desde la página oficial del club le felicitaron de inmediato por ser el primer Papa «cuervo», como son conocidos los seguidores del también llamado Ciclón. Otras páginas sanlorencistas también se sumaron a la algarabía y mostraron a un Bergoglio sonriente, con un banderín azulgrana, y su carnet de socio número 88235N.

El Papa, sin embargo, no es la primera persona famosa y simpatizante de San Lorenzo. Entre sus seguidiores también se encuentran David Bisbal, Valeria Maza, Shimon Peres y Viggo Mortensen, que ha sido nombrado embajador azulgrana desde que se presentara, en la fiesta posterior a la ceremonia de la 80.ª entrega de los Óscar, con una camiseta del Ciclón junto a Cate Blanchett. En los años noventa, otro embajador, esta vez el estadounidense James Cheek, no se perdía ninguno de los partidos que San Lorenzo jugaba en el estadio del Nuevo Gasómetro. Antes, en los años setenta, un fanático Osvaldo Soriano llamaba desde el exilio europeo a uno de sus amigos en Buenos Aires para saber el resultado del partido del domingo.

El Club Atlético San Lorenzo de Almagro nació en el año 1908 en el barrio de Boedo y su nombre no tiene nada que ver con el santoral católico, aunque que sí con cierto espíritu barrial y eclesial. Lorenzo Mazza, un cura salesiano, fue el origen del club. Reunió a los niños que jugaban al fútbol en la calle y les ofreció que lo hicieran en lo que hoy es el Colegio San Antonio. Al principio se llamaron Los Forzosos de Almagro, pero más tarde adoptaron el nombre de San Lorenzo, como homenaje al sacerdote que dio origen al club.

Ocho años después se construyó su estadio, el Gasómetro, y en 1933 obtuvo su primer título profesional. A finales de 1946, luego de ganar su tercer torneo , el equipo formado por una delantera temible emprendió una gira por España y Portugal, lo cual explica, en parte, que muchos de los españoles emigrados a Argentina en aquel entonces se hicieran seguidores de un conjunto en el que brillaban De La Mata, Farro, Pontoni, Martino y Silva. El 25 de diciembre, San Lorenzo perdió contra el Madrid, pero la gira acabó con unos resultados de escándalo: nueve goles al Porto y diez a la selección lusa. El primer día del año de 1947, en el viejo estadio de Les Corts, en Barcelona, derrotó a la selección española por 7 a 5. Se despidió de España con un empate a cinco con el Sevilla.

Época de esplendor

Su época dorada llegó entre los años 1968 y 1974, cuando ganó cuatro títulos y presentó un once que será recordado por su buen juego y por haber sido, además, el primer equipo en salir campeón de manera invicta. Pero después, las malas administraciones y los malos resultados derivaron en la época del olvido, en la cual San Lorenzo primero perdió su estadio, el Gasómetro, reconvertido con el tiempo en un supermercado, y después descendió a Segunda División, donde se transformó en el boom del 1982.

La cantidad de gente que empezó a seguir a San Lorenzo, que siempre debía jugar en estadios ajenos, aumentó de manera considerable, hasta el punto de que la venta de entradas, en un partido de San Lorenzo en Segunda División, superaba lo recaudado en todos los partidos jugados en Primera ese mismo día.

La hinchada de San Lorenzo, como todas los hinchadas argentinas, son especiales, aunque la de San Lorenzo tiene una peculiaridad: se caracteriza por ser la más fiel y ser, también, la más creativa de todas las hinchadas. «La Glorisoa Butteler», en referencia a la plaza donde se reúnen sus simpatizantes (llamada oficialmente Enrique Santos Discépolo en homenaje al autor de «Cambalache», reconocido hincha del Ciclón) es capaz de generar canciones que dicen cosas como «nunca me voy a separar de vos porque te quiero» o de expresar un «sentimiento que hay en mí, que no puedo explicar», quizás porque se trata de una hinchada que, como dice el tango, sabe que primero hay que saber sufrir.

En 1993, después de una década de jugar en todas partes, San Lorenzo volvió a tener estadio propio: el Nuevo Gasómetro, situado en el Bajo Flores pero lejos de Boedo, el barrio que lo vio nacer y al que desea volver, como es el sueño de todos sus hinchas, que presentaron a la Legislatura de Buenos Aires un proyecto de Ley de Restitución Histórica que contempla el pedido de devolución de las tierras donde estuvo el Viejo Gasómetro, expropiado por el intendente de la ciudad a finales de los años setenta, en plena dictadura militar.

El objetivo: la Copa Libertadores

La vuelta a Boedo no es el único anhelo de sus hinchas: también está el de ganar la Copa Libertadores de América, un título que han ganado todos los grandes equipos argentinos menos San Lorenzo, que obtuvo su último torneo local en 2007 y que el año pasado estuvo a punto de regresar al temido descenso. El aliento y la fidelidad de su hinchada lo impidió: cien mil hinchas repartidos por todo el mundo y unidos por un sentimiento que el «primer Papa cuervo», y el que firma este artículo, comparten.