La Razón del Domingo

El «Irangate» de Amurrio

Intermediarios iraníes compraron a una empresa del País Vasco válvulas para las centrales nucleares del régimen de los ayatolás y poder desarrollar su plan atómico. Así fue detectada esta operación por la Policía

El «Irangate» de Amurrio
El «Irangate» de Amurriolarazon

Los peores días de vigilancia fueron los de las fiestas de Navidad. Los agentes sospechaban que la operación que llevaban persiguiendo desde marzo iba a ocurrir, pero en Navidad es más duro estar lejos de casa, vigilando, en el frío del norte de España, intentando pasar inadvertido, durmiendo poco y en constante tensión, a la espera de que termine bien lo que tanto tiempo se lleva preparando. En la Comisaría General de Información tenían claros indicios de que la empresa Fluval Spain, con sede en Amurrio, Álava, iba a transportar válvulas Inconel 625, de doble uso, a Irán y por eso se movían con precaución cerca de la empresa. De doble uso no es una expresión banal: hace referencia a un objeto que puede ser utilizado con fines civiles, pero también para la proliferación de armas de destrucción masiva de tipo nuclear, radiológico, biológico y químico. Material, por tanto, que persigue con ahínco el régimen de los ayatolás.

Irán pretende ser una potencia nuclear y, a imitación de lo que ya hizo Corea del Norte, va como un pulpo por el mundo en busca de materiales que le ayuden a lograr ese tipo de energía. En España tenemos fábricas de gran prestigio, que producen maquinaria y también elementos de doble uso de calidad. Éstos, con ciertas licencias que concede la Jimddu (Junta Internacional Reguladora del Comercio Exterior en materia de Defensa y Doble Uso) pueden ser vendidos a otros países de manera legal. A Irán, no. A Irán está completamente prohibido.

Al Gobierno de Ahmadineyad no le queda más remedio que moverse con cautela, de contrabando y, por tanto, con grandes cantidades de dinero para convencer a las empresas de que les vendan, en dinero negro, los objetos que están buscando. Como mínimo, cuadruplican el precio de mercado. Cientos de empresas iraníes son las intermediarias de su gobierno y cuando se creen vigiladas cambian de nombre con rapidez, aparecen o se ocultan. Son ellas las que buscan el contacto con aquellas fábricas, como Fluval Spain, que les pueden proporcionar el material.

A pesar de todo, el intercambio ilegal es minoría. Con Irán se puede comerciar cualquier cosa, mientras no esté prohibida por la legislación vigente. Aunque dinero, mucho dinero, se hace con los materiales prohibidos. Se calcula que no menos de dos millones de euros puede haber ganado la empresa vasca en su negocio ilegal con Irán. Es un negocio lucrativo y, en cierta medida, fiable. Como Irán necesita el material y no le es sencillo obtenerlo, si los intermediarios encuentran quien les haga el servicio, no fallan a la hora del pago.

Sin licencias

Fue en noviembre cuando la tensión de la operación «Alfa» aumentó: todas las investigaciones daban a entender que el transporte del material ilegal de Amurrio a Irán por fin se iba a llevar a cabo. Todo había comenzado en marzo del año pasado: se descubrió que algo no cuadraba en Fluval Spain. Pese a que no había reducido su producción, sí que había disminuido la cantidad de licencias que pedía para las exportaciones. Son detalles como estos los que despiertan la curiosidad de los que están vigilantes. Comenzó la operación, se ataron cabos, se estudiaron movimientos. En noviembre parecía que iba a suceder lo esperado. Quedaba tiempo aún.

Quizá por temor a ser descubiertos, quizá porque no sabían cómo justificar las válvulas Inconel 625, desde Fluval Spain ya se había decidido que el transporte se iba a hacer a través de carretera, un viaje que resultaba mucho más seguro. El camión, cargado con las cajas de las válvulas, que pesan unos 2.500 kilos cada una, podía atravesar Europa sin apenas temor a ser detenido por las fuerzas de seguridad. El material no ayuda tampoco a su identificación. Si en el registro pone que llevan válvulas y es parado por agentes de tráfico, al comprobar la carga, verán que son válvulas y no hay más misterio. ¿Quién va a sospechar que un tráiler que atraviesa Europa de punta a punta puede poner en peligro la seguridad mundial? No es droga, no son armas. ¿Qué maldad pueden tener 31 válvulas?

La Comisaría General de Información trabaja con físicos y químicos, gente preparada para distinguir válvulas Inconel 625, con alto contenido en níquel y cromo. En la Comisaría están coordinados con los servicios de aduana y también con los servicios secretos españoles y de otras partes del mundo. Desde la «Primavera árabe» se ha reducido el número de países preocupantes en el asunto del material nuclear.

En Libia no se sabe muy bien qué va a pasar, tampoco en Siria. Pakistán ya tiene armas de destrucción masiva, lo mismo que Corea del Norte. Es Irán el país más interesado en transformarse en una potencia nuclear y no se va a detener, pese a las resoluciones restrictivas tanto de la Naciones Unidas como de la Unión Europea.

Pillados en Durango

El trabajo operativo es, en realidad, el último paso. La lucha contra este tipo de contrabando tiene antes mucha labor de prevención en el control de exportación y en la captación de información de los servicios extranjeros. España es un país activo y más que fiable en esto. Participa en numerosos foros internacionales donde se discute y se llega a acuerdos que se traducen en normas jurídicas.

Son las que delimitan lo legal de lo que no lo es. La empresa Fluval Spain desmintió «rotundamente» haber infringido una ley, haber cometido un delito. Aseguraba respetar «el marco legal internacional, obteniendo los permisos reglamentarios». Fluval no es una empresa novata. Según ellos mismos, fue «fundada en los años 70, cuenta con una dilatada experiencia en la fabricación de válvulas industriales de uso civil, dando empleo a 200 personas directas y generando otros 400 puestos de trabajo indirectos, y fabrica válvulas de alta tecnología para petróleo y gas, exportando el 80 por ciento de la producción a más de 40 países».

No todo está tan claro, por supuesto. Los agentes vigilaban la empresa y confirmaban sus sospechas. No fue sencillo: un lugar no muy grande como Amurrio, en el País Vasco, donde cualquier movimiento en falso puede despertar sospechas y descubrir a la Policía. El trabajo de los agentes fue largo, cuidadoso, pero también bastante pesado. Días en los que crees que todo va bien. Días en los que piensas que todo va a fallar.

Noviembre pasa y no sucede nada, pese a que todo indicaba que sí. Llega diciembre y tampoco. El asunto ya está judicializado y la relación entre Policía y juez es perfecta. Se ha vigilado, se ha estudiado la documentación y se maneja información sensible que señala que el día está cerca.

Fue hace unos días cuando la vigilancia ve salir un camión sospechoso, comienza la operación de seguimiento. Antes de pararle, sin embargo, hay que comprobarlo todo: si sigue un trayecto habitual o no, si es un camión rutinario de transporte, si es, en definitiva, el que transporta el material. Es el momento más sensible. Un fallo puede echar abajo todo el trabajo y poner en guardia a la empresa. Es ese segundo de incertidumbre el que da vida a los agentes. Lo que han estado esperando. Hasta que una última comprobación echa abajo el proceso. No es el camión que se busca. ¿Seguro?

Sí. No lo es.

Pero ha salido otro camión, éste sí va dirección a la frontera, sí que parece salirse de la rutina. Hay que volver a situarse y recomenzar el seguimiento. Es un vehículo grande, que hace el trayecto solo. El conductor desconoce que carga lleva, simplemente tiene que hacer el recorrido hasta un punto en Europa y desde ahí otro conductor lo llevará. De ese modo, el camión atravesará Europa hasta superar sus fronteras. Llegará a Emiratos Árabes y una vez allí, todo será sencillo. Una empresa pantalla trasladará la mercancía a Irán, que así tendría las válvulas para sus planes nucleares.

Nada de eso va a suceder, gracias a la Comisaría General de Información: se comprueba que no hay ningún permiso pedido para trasladar válvulas Inconel 625. Es verdad que el comercio con Emiratos Árabes no está prohibido como con Irán, pero para las válvulas Inconel 625 sí que necesitan una licencia. Tampoco se había solicitado.

En el peaje de Durango, antes de la frontera, la Policía detiene al tráiler: son válvulas. Sólo. Nada menos.