Cataluña

El mayor de los fracasos

La ley Wert, que marcará la agenda educativa de este año, quiere combatir el abandono escolar

El 26,5% de los jóvenes entre 18 y 24 años no completan los estudios de Secundaria
El 26,5% de los jóvenes entre 18 y 24 años no completan los estudios de Secundarialarazon

El sistema educativo español ha pasado a lo largo de su historia reciente por hasta doce leyes educativas distintas para tratar de construir una educación de calidad y eficiente. Con un fracaso escolar que afecta a uno de cada cuatro alumnos, a la vista está que ninguna ha logrado su objetivo. Ni siquiera los 50.000 millones de euros –el 5% del PIB– que se gastan cada año en formación han logrado sacar a España del vagón de cola en el que viajan nuestros escolares. Por este motivo, al igual que hicieron casi todos sus antecesores en el cargo, el ministro José Ignacio Wert se ha propuesto dar una vuelta de tuerca más al sistema impulsando la que será la decimotercera reforma de la Educación en nuestro país desde 1970, la Ley de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce), también conocida como ley Wert.

La puesta en marcha de esta norma es el principal reto al que se enfrenta la educación española en 2013. En unas semanas el Consejo de Ministros podría dar luz verde al proyecto de ley, que podría entrar ser tramitado por el Congreso de los Diputados a lo largo del mes de febrero. A pesar del rechazo de hasta cinco comunidades autónomas y de la oposición, la amplía mayoría con la que cuenta el Gobierno en el parlamento permitirá sacar adelante la norma, ya sea con consenso o sin él. Si todo marcha según los planes de Wert, los ocho millones de alumnos que cursan enseñanzas no universitarias se regirán por un sistema completamente distinto al actual.

Aunque el objetivo último es atajar las elevadas cifras de abandono educativo temprano, también es cierto que España cuenta en la actualidad con una de las generaciones mejor formadas de la historia. El problema es que, en gran parte por culpa de la crisis, muchos de ellos no encuentran un trabajo acorde a su titulación, si es que lo encuentran. Por eso otro de los objetivos de la Lomce es mejorar la empleabilidad de los jóvenes y encauzarles hacia un futuro laboral adecuado. Aunque las personas con mayor formación tienen más facilidad para encontrar un trabajo, no es lógico que las universidades españolas formen más historiadores que ingenieros. De ahí que el ministro vaya a abordar también este año una reforma en profundidad de la Universidad.

17 sistemas diferentes

El desajuste entre la oferta y la demanda de muchas titulaciones, su ineficiencia y su financiación son los pilares sobre los que actuará Wert para avanzar hacia un sistema más selecto y que busca la excelencia. Eso sí, a costa de restringir el acceso a la Educación Superior con un incremento sustancial de las tasas –sobre todo para los repetidores– que ya está en marcha desde el curso pasado. «En Francia y Alemania no va a la Universidad quien quiere, sino quien el Estado quiere que vaya», dijo el responsable de Educación en una entrevista concedida a LA RAZÓN el pasado mes de mayo. En este sentido, se prestigiará y fomentará un sistema de Formación Profesional dual en el que se combinen las prácticas en empresas con el aprendizaje en el aula, y al que se podrá acceder un año antes que ahora.

Otro de los caballos de batalla del ministro ha sido terminar con la enorme desigualdad que viven millones de escolares según la comunidad en la que residen. Mantener 17 sistemas educativos distintos ha provocado diferencias muy importantes en los resultados académicos, sobre todo en el caso de las comunidades gobernadas por partidos nacionalistas. Acabar con el modelo de inmersión lingüística y posibilitar que se pueda estudiar en castellano en cualquier parte de España le ha granjeado a Wert el rechazo frontal de varias regiones, fundamentalmente Cataluña. Además, el Estado diseñará los contenidos de las materias troncales (Lengua castellana, Matemáticas, Ciencias o la primera lengua extranjera) y relegará a otras asignaturas como las lenguas cooficiales a materias de especialidad, cuyo peso en el currículo escolar será muy inferior al actual.

Donde también se introducen cambios es en el papel de los centros educativos y de los docentes. Los colegios gozarán de una mayor autonomía y se fomentará la especialización en determinadas áreas. Como contrapartida, se elaborará un ranking en función de los resultados de los alumnos, premiando económicamente a los centros con mayor éxito académico.

Por otra parte, se pondrá en valor el papel del profesor, a imagen y semejanza del modelo finlandés y coreano, donde la carrera de maestro es una de las más prestigiosas. «Un sistema educativo vale lo que sus profesores», ha dicho Wert en varias ocasiones. Por eso se quiere mejorar los procesos de selección, impulsar la formación permanente y favorecer el desarrollo de la carrera profesional, circunstancias a las que podría ayudar la puesta en marcha de un estatuto del docente.