Barcelona
Mossos letales
Un empresario de Barcelona, de 50 años, recibe una paliza mortal por varios miembros de la policía autonómica catalana. No es la primera vez que este cuerpo actúa con esta violencia
Un empresario de Barcelona, de 50 años, recibe una paliza mortal por varios miembros de la policía autonómica catalana
Un total de 25 años pasaron desde que se aprobara en 1983 en el Parlamento catalán una ley que dio luz verde al inicio del despliegue de los Mossos d'Esquadra, un cuerpo policial cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII. En el año 2000 consiguieron las competencias en tráfico y, en 2008, ya estaban presentes en toda Cataluña. Son lo que ahora el president Artur Mas denomina «estructuras de Estado propio», un cuerpo armado con más de 14.000 efectivos.
Si antaño se hablaba del «oasis catalán», los Mossos no han contribuido a que ahora se pueda volver a definir a Cataluña con esta expresión. Se han visto involucrados en numerosas polémicas en estos últimos cinco años, desde que sustituyeron a la Policía Nacional, que aún conserva algunas competencias en esta comunidad autónoma. Los episodios más sonados han sido una pelea entre un preso y cuatro agentes en la comisaría del distrito de Les Corts, el presunto disparo de pelotas de goma en la huelga general del 14-N de 2012, que provocó la pérdida de un ojo de una mujer, y el reciente caso de la muerte de un vecino del barrio del Raval. En este último caso, unos testigos grabaron unos vídeos que han salido a la luz esta semana y en los que se ve con bastante claridad a ocho agentes golpeando al hombre, que falleció poco después.
La nueva polémica es por la muerte del empresario Juan Andrés Benítez, propietario de dos tiendas de ropa en la zona gay de Barcelona. Las imágenes son terribles: la de un hombre que grita mientras es golpeado por ocho agentes. Los hechos ocurrieron la madrugada del pasado 6 de octubre. Al parecer, Benítez se había peleado con el único imputado hasta el momento, de nombre El Yazid, a raíz de la pérdida del perro del fallecido. Los Mossos recibieron el aviso y acudieron al lugar, donde encontraron al empresario muy excitado. Quedó detenido, y en ese momento la versión oficial dice que se golpeó a sí mismo tras la anterior pelea. Murió poco después de ser reducido por los agentes.
La autopsia reveló que sufrió múltiples contusiones en el cuerpo y en la cabeza, heridas en los labios y fracturas en el rostro. El juez abrió diligencias e imputó a El Yazid. No obstante, los vídeos grabados por los vecinos, que se difundieron el miércoles, ofrecían otra versión de los hechos. Con más o menos claridad, se ve cómo un grupo de mossos reducen y golpean a Benítez cuando ya estaba inmovilizado en el suelo. Según la consejería, se trata de sólo una secuencia de lo sucedido –también es cierto que el empresario era muy corpulento y se resistió–. De momento, los mandos de los Mossos no han apartado del cuerpo a los policías implicados y se ha limitado a iniciar una investigación interna. Ningún agente ha sido imputado.
Hay muchos otros episodios polémicos relacionados con los Mossos, sobre todo relativos al uso desproporcionado de la fuerza y a errores en algunas detenciones. Han sido varios los agentes de la Policía Autonómica juzgados por confundir en sus arrestos a ciudadanos corrientes con narcotraficantes u otros tipos de delincuente.
La conselleria de Interior de la Generalitat siempre ha defendido la gestión de su cuerpo policial, especialmente en la anterior legislatura, con Felip Puig de titular. Entonces, ¿por qué los Mossos tienen mala fama y han protagonizado tantas polémicas? Un posible motivo tendría que ver con una cierta prisa en culminar el despliegue motivado por la urgencia nacionalista de crear «estructuras de Estado». Y, por supuesto, se habla de mala preparación incluso para neutralizar a un detenido.
Aunque 25 parezcan muchos años, lo cierto es que hasta 2005 la presencia de los Mossos en Cataluña era casi testimonial, por lo que el despliegue se culminó en relativamente poco tiempo. A este hecho se le tiene que añadir que siguen siendo un cuerpo policial muy joven, que, en algunas ocasiones, y tal y como se ha comprobado, podría pecar de inexperiencia. El 15 por ciento de las plazas de los Mossos se reservó para agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil que ya estaban trabajando en Cataluña, pero el resto no habían realizado anteriormente ninguna tarea policial.
La muerte de Juan Andrés Benítez es doblemente dolorosa: es la de un hombre muerto en la calle de un país libre y la ciudad donde encontró el final la eligió para vivir libremente. A Barcelona llegó hace diez años y puso en pie dos tiendas de ropa –algún otro negocio cayeron con la crisis–, ahorró y se hipotecó en un piso en la calle Hospital y otro en la calle Aurora, número 20, donde residía y donde fue apaleado por los Mossos.
Nació en Jerez hace 50 años, pero se educó y se hizo en Sevilla, una ciudad que le marcó. En la comercial calle Sierpes abrió su primera tienda de ropa. En los primeros años 90 se instaló en Londres, donde trabajó en Virgin y aprendió a montar tiendas como las de Candem Town. Es lo que ahora se denomina un «emprendedor». Su pareja, que conoció en Londres, un efermero de nombre Ernie, murió de sida. Le marcó. Una amiga muy cercana dice que era fuerte, pero «no violento y agresivo». Era bajo de estatura (1,63), pero con muchas horas de gimnasio consiguió un cuerpo robusto. Lectura, cine, música, siempre David Bowie, amigos. A pesar de la crisis, la vida la sonreía. Pero tras su muerte, ninguna institución hizo nada para paliar este dolor. La misma amiga citada, cuenta la extrañeza de que los Mossos d'Esquadra «tardaran tanto en avisar a alguien de la familia, tres o cuatro días, a su hermana que vivía en Sevilla». Pero cuando ella finalmente llegó a Barcelona, no le dieron ninguna facilidad para identificar el cadáver, «todo fueron dificultades y trabas».
Con anterioridad, y ante la acumulación de denuncias por maltratos, la Consejería de Interior instaló cámaras secretas en la comisaría de Les Corts, que en marzo de 2007 grabaron una paliza de cuatro agentes a un detenido. Las imágenes salieron a la luz pública y, aunque aún no se sabe quién las filtró, los Mossos creen que Interior –en esos momentos en manos del ecosocialista Joan Saura–. La Fiscalía acusó a estos policías de «vejar y degradar» al arrestado, y les imputó delitos contra la integridad moral y lesiones.
No es la primera vez
Fue el primer gran escándalo relacionado con los Mossos. Los agentes quedaron absueltos en el correspondiente juicio, pero aquí empezó la cadena de polémicas. Este periodista habló en su momento con uno de estos cuatro policías, que aseguraron que el detenido les quiso agredir y que en esa comisaría no había maltratos. El mal ya estaba hecho.
Poco después apareció otra grabación, en la que dos mujeres agentes agredían a una joven de origen rusa, que, además, estaba esposada. Otro caso grave fue el de cinco mossos condenados a seis años de cárcel por torturar a un ciudadano rumano, al que confundieron con un violento ladrón de pisos. La detención se produjo en 2006, y los policías fueron acusados de apalear, amenazar de muerte e introducir una pistola en la boca de Lucian Paduraru. Sorprendentemente, el Gobierno les indultó el año pasado, pese a la gravedad de los hechos.
La comisaría del Raval, al margen del caso Benítez, también ha sido motivo de quejas. El presidente de la Federación de Asociación de Vecinos de Barcelona (Favb), Lluís Rabell, asegura que «ahí hay brutalidad policial de forma reiterada y desde hace años». Los sindicatos de los Mossos desmienten esta acusación y recuerdan las dificultades que conlleva trabajar en el Raval, el barrio de Barcelona con el índice más elevado de delincuencia.
Se han producido más hechos polémicos. El periodista Bertran Cazorla fue detenido en comisaría tras reprender a un agente su comportamiento con un ciudadano, cuando un niño de trece años fue golpeado en Tarragona por un antidisturbios, y lo mismo le sucedió a una chica tres años mayor que se quejó de la agresión, once mossos fueron imputados por el desalojo en enero de una nave del barrio barcelonés del Poblenou, en la que vivían 300 inmigrantes, e incluso el colectivo gay denunció un exceso de celo en un operativo policial, en el que 40 antidisturbios registraron dos bares de ambiente, entre otros episodios.
Según un informe de la Coordinadora para la Prevención y Denuncia de la tortura, en 2012 hubo un total de 141 denuncias por maltratos policiales en Cataluña, un 70 por ciento de ellas después de manifestaciones.
La policía mejor pagada de España
Pese a que, por muchos motivos, existe un claro divorcio desde hace años entre los Mossos d'Esquadra y la conselleria de Interior, con independencia de quién esté al frente de la Generalitat, la Policía catalana es un cuerpo muy bien dotado y remunerado. Pasan por ser la policía con sueldos más altos de toda España. Su nómina media es sustancialmente superior a las de la Policía Nacional y, especialmente, la Guardia Civil. Las diferencias llegan en algunos casos hasta el 40 por ciento, sobre todo con los agentes rasos. Un mosso que trabaje o patrulle en la calle, por ejemplo, puede ganar hasta 2.700 euros. Un sargento de los Mossos, cargo que tiene ocho niveles diferentes, puede cobrar entre 2.900 y 3.500 euros, mientras que el sueldo de los comisarios es de unos 5.300 al mes, como mínimo. Son pagas muy superiores a sus equivalentes en el Instituto Armado, aunque resulta complicado a veces comparar los sueldos entre los distintos cuerpos policiales.
No es de extrañar, por lo tanto, que los sindicatos de la Policía Nacional pidan a veces una equiparación de las nóminas, y llegaron incluso a un acuerdo con el Ministerio de Interior hace años. Los subinspectores de este cuerpo ganan unos 2.200 euros mensuales, y más de 2.700 los inspectores que no son jefes, que reciben un plus de 400 euros. El comisario principal obtiene casi 3.800 euros mensuales, lo que significa una notable diferencia con su equivalente aproximado en la Policía catalana.
Los sueldos de la Guardia Civil son aún más bajos. Un agente parte de un salario básico de 720 euros, al que debe sumarse el complemento de destino (casi 400 euros) y un plus específico general, de unos 450 euros. Estas diferencias de sueldos –también las hay con la Ertzaintza vasca– han provocado numerosas protestas en los últimos años por parte de los sindicatos de estos cuerpos, con varias manifestaciones incluidas.
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