«Las ventajas de ser un marginado»: ¿Eres «nerd»?

El cine adolescente es un género maníaco depresivo. Incluso una película tan vital como «Todo en un día» tenía sus momentos melancólicos, no digamos ya «La chica de rosa». En poco más de un lustro, John Hugues sentó las bases de las «teen movies» mirando a los ojos de sus personajes, haciéndonos compartir esa sensación tan propia de la edad de vivir cada neura, rechazo o alegría como si fuera lo más importante del mundo. «Las ventajas de ser un marginado» se centra en uno de los estereotipos protagonistas de «El club de los cinco» –el del «nerd» sensible– extremando su faceta dramática –ha estado en un psiquiátrico, su mejor amigo se ha suicidado– mientras atraviesa los clásicos ritos de paso en su primer año en su nuevo instituto, a saber: el aislamiento, las ganas de pertenecer a un grupo, el gregarismo, el amor, el desengaño, la entrada en la edad adulta. El respeto algo perezoso que siente Chbosky por las convenciones del género no está reñido con una sinceridad a prueba de bombas que estalla en burbujas de verdad en la interpretación de Ezra Miller como mejor amigo gay de nuestro héroe. Una pena que el traumático final sorpresa estropee el visionado de una película por lo demás bastante plácida.