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Lydia Valentín: “Ser la campeona del mundo me ha costado 20 años de mi vida”

Actualmente, la campeona olímpica de halterofilia ha reanudado sus entrenamientos, que la preparan para disputar en Tokio, sus cuartos Juegos Olímpicos

Lydia Valentín en la sección 'La gran dama' de Lifestyle Magazine.
Lydia Valentín en la sección 'La gran dama' de Lifestyle Magazine.Lifestyle

Trabajo, constancia, sacrificio y voluntad. Son los pilares fundamentales que sostienen la extrema fortaleza de Lydia Valentín (Ponferrada, 1985). La mujer más fuerte de España y una de las mejores del mundo. La excelencia de su palmarés, con medallas, premios y reconocimientos que la sitúan en el podio, hablan por ella. Actualmente, la campeona olímpica de halterofilia ha reanudado sus entrenamientos, que la preparan para disputar en Tokio, sus cuartos Juegos Olímpicos, finalmente aplazados a 2021. Hablamos de los preparativos físicos y mentales que afronta este icono de la perseverancia y fuente de inspiración para las nuevas generaciones.

La fuerza te acompaña. En tu caso, en sentido literal. ¿Cómo la defines?

La fuerza es algo interno que tenemos todos, pero cada persona la utiliza de forma diferente. Yo me considero una mujer fuerte físicamente y mentalmente. Incluso te diría que tengo más fuerza interior.

Por lo tanto, tenemos que trabajar la fuerza.

Exactamente. La fuerza se ejercita mediante el trabajo duro, la constancia y la dedicación. Parece obvio y, de hecho, todo el mundo lo sabe, pero muy pocas personas lo cumplen.

Y tú, ¿cómo la ejercitas?

Yo estoy acostumbrada a la disciplina, a las rutinas y a vivir bajo presiones para cumplir con mis compromisos y responder al máximo a cada uno de los retos que me marco. He vivido así prácticamente toda mi vida.

Durante el encierro, esa fuerza de voluntad habrá sido de acero, ¿no?

Sí, lo he intentado afrontar con buena actitud y es en la fuerza interior donde he encontrado la calma y el equilibrio en momentos difíciles como los que estamos atravesando. Es verdad que soy optimista y acostumbro a ver el vaso medio lleno. Siempre creo que de los obstáculos se aprende algo.

Entonces, ¿qué has aprendido del confinamiento?

A cambiar de horarios y a dejarme llevar un poco, pero he seguido al pie de la letra con mi rutina de entrenamiento o lo que he podido hacer estando en casa en mi gimnasio.

¿Cómo mantienes el pulso entre el estado físico, el mental y el técnico para lograr el máximo rendimiento?

Esto que mencionas son las bases para hacer un ejercicio limpio para que no te lesiones ni te limites y puedas ir a más. Las tres fuerzas tienen que estar alineadas para conseguir la perfección en cualquier deporte.

Ahora que vas recuperando el entrenamiento habitual, ¿cómo has encajado el aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio?

Es una decisión sensata, que comparto totalmente. Este aplazamiento es lo mejor que se podía hacer para proteger la salud mundial de los deportistas y de la ciudadanía e intento sacar la parte positiva de la situación y es que ahora tengo más tiempo para entrenarme.

No hay mal que por bien no venga.

Exactamente.

¿Hasta cuándo crees que hay que luchar para no tirar la toalla?

Cada deportista se pone sus límites. Yo no me planteo tirar la toalla, porque creo que aún tengo muchos retos que conseguir y aún no he finalizado mi aprendizaje. En mi caso, no me doblego ante ningún bache, porque lucho hasta el final.

¿Te imaginabas cuando empezaste a los 11 años que llegarías a primera línea?

No, para nada. Entonces me gustaba el deporte, tenía mis objetivos y conseguía buenos resultados, pero nunca pensé que llegaría a ser campeona del mundo. Vamos, ni se me ocurrió que sería la mejor en mi deporte.

¿Cuándo te diste cuenta de que se convertiría en tu profesión?

Fue a partir de los 15 años, cuando me fui de Ponferrada a entrenar a Madrid. Ahí fue cuando empecé a creer de verdad que era buena en halterofilia y que me podía labrar un futuro en esta disciplina deportiva.

¿Quién fue tu mentor?

Isaac Álvarez. Él me recordaba que era muy buena y que, si entrenaba duro, podría llegar a primera línea con los profesionales más destacados. Él creyó en mí y en mi potencial. De hecho, a modo de anécdota, a los 13 años ya me decía mi madre que me fuera a comprar una maleta que en nada me iba a ir de casa.

¿Y qué te dice ahora tu madre?

Mi madre ahora está encantadísima. Ella lo tenía muy claro que llegaría muy lejos y cada reto que he asumido, lo ha vivido con la intensidad y la emoción de una madre.

Vamos, que cuando tu madre te dice: “Eres la mejor del mundo”, en este caso es real y verídico.

Sí, exacto -se ríe-.

Eres la número 1 en halterofilia femenina. Si lo dices en voz alta delante de un espejo, ¿no te da como una especie de subidón de adrenalina?

Cuando me paro a pensarlo me digo: “¡Wow!”. De todas formas, creo que es muy importante celebrar las victorias y los triunfos, pero tampoco vivir de ellos. Normalmente, cuando termino una competición ya estoy pensando en la siguiente, porque sí que es verdad que, si te duermes en los laureles, posiblemente te vayan a remplazar. Creo que a diario hay que poner el foco en cada reto.

Claro, pero también hay que disfrutarlo, ¿no?

Sí, pero tampoco soy consciente en mi día a día. Siempre digo que ser la campeona del mundo me ha costado 20 años de mi vida. Quizás cuando llegue el día de retirarme, si que haré un balance de mi carrera personal y pensaré que fui una campeona y que lo hice todo en mi disciplina deportiva. Realmente va a ser difícil que alguien lo iguale, eso ya te lo digo. En todo caso, me llena de orgullo para seguir adelante y hasta el momento que diga: “Hasta aquí”. La reflexión ya la haré después. Ahora no toca.

¿Te has sentido discriminada por practicar halterofilia?

Tengo sentimientos alternados. Nunca me he sentido diferente a la hora de entrenar con mis compañeros. Es cierto que hay diferencias a nivel físico entre hombres y mujeres, pero no he tenido ventajas respecto a ellos. Lo que sí que es verdad es que, como campeona en halterofilia, siento que he tenido que romper barreras en el sentido que es un deporte que se ha vinculado siempre al género masculino, pero mira, he ganado la primera medalla olímpica en esta modalidad siendo mujer.

Este hecho debe de llenarte aún más.

Es cierto que me he sentido un poquito más feliz si cabe por el simple hecho de ser la primera que consigue una medalla en esta disciplina en España. Y la ha ganado una mujer en un deporte tradicionalmente considerado masculino. En todo caso, en halterofilia, como en cualquier otro deporte, da igual si lo practican hombres o mujeres, porque lo más importante es el talento. El talento no entiende de géneros.

¿A qué grandes damas del deporte admiras y por qué?

Admiro a muchos referentes femeninos que han ganado medallas olímpicas, como Sandra Sánchez, Mireia Belmonte, Garbiñe Muguruza... Son mujeres que compartimos las mismas experiencias, medallas y reconocimientos. Me siento muy identificada con ellas, porque comprendo todo lo que han tenido que pasar para conseguir ser campeonas en sus respectivas disciplinas.

¿Qué retos te quedan en el tintero?

Pues ahora mismo clasificarme en los Juegos Olímpicos de Tokio y seguir participando en las próximas competiciones. Y, sobretodo, disfrutarlas como nunca.

¿Los retos coinciden con tus sueños?

El sueño es un reto, el sueño es un objetivo. Y ahora mismo es Tokio. Lo tengo muy claro.

Un mantra que te apliques cuando las situaciones se tuercen. Antes me comentabas que, por norma general, eres optimista.

No todo sale como nos gustaría y, cuando las cosas se ponen mal, intento ser agradecida por lo que he conseguido y por lo que he disfrutado en este camino. También pienso en lo que aún puedo conseguir. De todo hay que sacar un aprendizaje hasta que no puedas más.

Cuando no puedas más, ¿cómo ideas tu futuro?

Mi futuro fuera de la competición estará vinculado al deporte. De qué manera aún no me lo he planteado. Es cierto que me gustaría enseñar a jóvenes deportistas y transmitir este estilo de vida.

¿Y qué lección te gustaría transmitir a las nuevas generaciones? Eres un referente para muchas mujeres.

Que disfruten de lo que hagan y que intenten cada día ser un poco mejor, pero sin presiones. Todo con trabajo, esfuerzo y dedicación se consigue. Que sean perseverantes, porque habrá momentos complicados, pero con voluntad se pasan todos los baches. Esto es lo que te hace ser cada día más fuerte.