Psicología
¿Sabes hablar en público?
El mensaje que transmites se trata de lo que dices y también de cómo lo haces. La comunicación no verbal puede cambiar totalmente la percepción de tu mensaje.
Tras meses en los que nos hemos acostumbrado a tener reuniones por video conferencia, llega el momento de volver a interactuar cara a cara, y ahí es cuando muchas personas encuentran dificultad para desenvolverse. Ya sea timidez, nervios, miedos o falta de preparación, existen pequeñas pautas para que nuestro cuerpo no nos traicione a la hora de dar una presentación o discurso.
El lenguaje corporal es una forma de comunicación no verbal compuesta por los mensajes que envía el cuerpo a la gente que nos está escuchando. Nuestra posición, el espacio entre las piernas, el movimiento de los brazos o nuestras expresiones faciales son parte de ese lenguaje. Por ejemplo si estás nervioso y no paras de restregarte las manos o de cruzar los brazos, tu público va a percibir que no estás cómodo o que te quieres ir.
La mejor manera de reducir los nervios es ensayando lo que se va a decir, así se ganará en autoridad y esta se demostrará con las palabras y el lenguaje no verbal. Nuestras dudas, los nervios y nuestra personalidad se expresan con gestos de los cuales no siempre somos conscientes. Por eso es tan importante trabajar la seguridad en uno mismo.
Estamos muy poco preparados para dar exposiciones de pie (¿os acordáis los trabajos que había que defender oralmente delante de la clase cuando éramos estudiantes?). Tendemos a cansarnos y a trasladar el peso del cuerpo de una pierna a otra, o las cruzamos hasta desestabilizarnos. La impresión que se traslada, independientemente de lo preparado que lleves tu alocución es de ansiedad, torpeza e inestabilidad. Adquirir una posición erguida, firme y estable te dará un aire de mayor poder y confianza. Para ello prueba a separar las piernas un poco más que el ancho de la cadera, mantén la espalda estirada y la cabeza erguida. Estar centrado tampoco significa estar quieto, siempre te puedes mover y gesticular con los brazos para acompañar las palabras.
Otro punto importante es controlar tus movimientos. Dar unos pasos te permitirá modificar la perspectiva y tomar aire, pero sobre todo creará una transición entre dos partes de tu discurso. En la mente del público marca un cambio que los ayuda a seguir el hilo de tu historia.
Los movimientos de tus brazos deben ser pronunciados pero no exagerado. Mover brazos y manos puede ser una válvula de escape para tus nervios y para mostrar tu pasión por la charla que estás dando. Hay que vigilar mucho no cruzarse de brazos, pues inequívocamente es percibido como una señal de rechazo. Tampoco los mantengas detrás de ti como si escondieses algo. Las manos sirven para dar ejemplos, enumerar cosas o para involucrar al público. Sin embargo, no juegues con bolígrafos o punteros pues podrías distraer a la gente como hacen los magos con sus trucos.
¿A quién se mira? Tienes que hacer que todos se sientan incluidos, no solo las personas importantes o tu jefe. Hay que pasear la vista por toda la sala o grupo, y te puedes ir deteniendo en distintos puntos. Tampoco fijes la mirada en un punto por encima de las cabezas pues es una costumbre irritante para los que te están mirando. Sobre todo, si ves en algún momento que alguien no para de mirar el reloj o bosteza, evita mirar en su dirección porque no vas a conseguir más que estresarte.
Nunca olvides sonreír. Sonríe con la boca, pero también con los ojos. Si los ojos no sonríen, tu sonrisa se verá forzada. Si no te sientes feliz de estar allí, el público sentirá lo mismo. Es mejor una sonrisa nerviosa que una tirantez que haga que te vean como una persona fría y distante.
Tics verbales
Además de elegir un registro adecuado para el público al que nos dirigimos, debemos considerar los tics lingüísticos o muletillas, esas expresiones que repetimos sin darnos cuenta y que empobrecen nuestro diálogo. Son los conectores como “bueno”, este, “o sea”, “entonces”, “como que”; y todos los sonidos, como “eh”; aclararse la garganta o tomar aire. Más las expresiones que se ponen de moda entre los jóvenes tipo“en plan”y que repiten en todas las frases.
Para minimizar estas muletillas tienes que ser consciente de ellas. Un truco que te puede ayudar es grabarte repasando el discurso que vas a dar y así trabajar para poder cambiarlos. Si tus tics son palabras, prepara sinónimos con antelación. Oblígate a usarlos mientras hablas. Si son sonidos reemplázalos con respiros y pausas silenciosas.
En general, cuanto mejor prepares tu contenido más desaparecerán tus tics. Con la práctica y el entrenamiento de tu modo de hablar irás aprendiendo a controlarlos. La preparación ayuda a superar la ansiedad y la incertidumbre. Además, mejorarás tu capacidad de improvisación. Es una excelente forma de eliminar malos hábitos poco a poco.
Hablar al espejo y grabarte te hará, en definitiva darte cuenta que no es tan fiero el león como lo pintan y que hablar en público puede ser una experiencia muy gratificante. Además, el discurso puede ser moldeado a tu personalidad y así te sentirás más libre y cómodo ante ese grupo de desconocidos. Recuerda que, como dijo Voltaire, “todos los estilos son buenos, menos el aburrido”.
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