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Lorenzo Caprile: Un hedonista con moderación
Donde esté un buen restaurante que se quite el encender los fogones, todos los métodos son buenos para disfrutar

"Donde esté un buen restaurante que se quite el encender los fogones, todos los métodos son buenos para disfrutar "
Su Selfiereceta: Espaguetis al ajo y guindilla
Ingredientes:
-1 paquete de espaguetis-2 guindillas -1 diente de ajo-Aceite de oliva virgen extra-Sal
Elaboración:
-Poner a hervir agua en una cazuela profunda, calcular un litro por cada 100 gramos de pasta dura.-Cuando hierva, echar la pasta y la sal, removiendo de vez en cuando con una cuchara de madera para que no se apelmace la pasta.-Mientras, calentar una cucharada de aceite de oliva por persona en una sartén grande y profunda.-Cortar los ajos, desmenuzar las guindillas y sofreírlo todo.-Escurrir la pasta cuando esté al dente, pasarla a la sartén y rehogar unos segundos con el aceite bien caliente.-Mezclar rápidamente y servir bien caliente.
Lorenzo Caprile es capaz de vestir a princesas, pero, aun gustándole la buena mesa, la cocina –lo dice él mismo– «es mi asignatura pendiente. Lo poco que sé lo he aprendido de mi madre, Paola, la mejor cocinera del mundo». Y, respecto a sus preferencias, lo tiene muy claro: la cocina casera italiana, «la que se comía en mi casa, y en la de mis abuelas Rina y Lade».
Es el hombre de las mil dietas porque el mundo de la confitería le tienta: «Pierdo el sentido por cualquier dulce de la pastelería de mi barrio y en especial las milhojas de praliné». Y como Caprile no cocina, se ahorra el habitual paseo al mercado, aunque, eso sí, «compro agua y frutos secos, que nunca faltan en mi despensa y si abres mi frigorífico es todo muy triste: fruta, yogures 0% y más agua».
Su mezcla italo-cántabra le condicionan el baúl de los recuerdos instalados en el paladar: «El vitel tonné, el pesto genovés, la torta pascualina y la pizza all’andrea: todos platos típicos de la Liguria, la región italiana de la que proviene mi madre; y de mis veranos de infancia en Laredo: marmitaco, sardinas a la brasa, navajas frescas, sobaos El Macho y la quesada pasiega».
El modista es un hedonista consciente, de ahí que, sabedor de sus carencias y amante de la perfección, no arriesga con pruebas. «No recibo en casa, prefiero invitar a restaurantes diferentes y conocer sitios nuevos y sabores distintos. Últimamente voy mucho a Sala de Despiece y mis amigos, tan felices». Costumbre, sabrosa, que aprovecha para experimentarlo todo: «pasé una noche inolvidable en el DiverXO de David Muñoz, también he disfrutado mucho en las barras de sushi, y con las sorprendentes creaciones de Paco Roncero, estrella indiscutible del grupo NH». Eso sí, comer siempre fuera de casa, con buen apetito e inclinación por el dulce, llevaron al modista a unas tallas poco aconsejables, lo que le ha servido para aprender. «Desde que he perdido 40 kilos, por supuesto que no como nada de azúcar, ni lácteos, ni harinas refinadas, ni bollería industrial, ni comida preparada. Por suerte, cerca del taller tenemos el restaurante Magasand, donde todo es sano: recomiendo su ensalada de quinoa. Aunque, de vez en cuando, me permito un “caprichito” en Viena Capellanes».
En sus viajes lo prueba todo, como los escamoles en México, que parecían un simple plato de arroz y resultaron ser huevos de hormiga. Y como sus dietas se lo impiden, no compra para él pero sí para su equipo: «Cuando viajo me hago con productos típicos para todo mi taller: quesos, embutidos, mantecados, turrón, chocolates, polvorones, conservas. Así me desquito».
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