Día Internacional de la Mujer
Susi Díaz: «No hice huelga, porque me debo a mis comensales»
«Si comparto unos fogones con un cocinero, tengo claro que debo elaborar los platos o igual o mejor que él».
«Si comparto unos fogones con un cocinero, tengo claro que debo elaborar los platos o igual o mejor que él».
“Trabajar es vital para lograr la igualdad. Fundamental, diría yo, porque a ésta se llega demostrando de que somos capaces de realizar el mismo trabajo, incluso mejor. Los actos dicen más que las palabras, sin duda”. Quien habla es Susi Díaz, quien dirige los fogones de La Finca, en Elche, restaurante con una estrella Michelin y dos soles Repsol, además de ejercer de jurado del concurso Top Chef. Es de las que piensa que cada uno es libre de hacer lo que le dé la gana, pero ella no hizo huelga. Se debe a sus comensales: “Piensa que tengo reservas realizadas desde hace más de un mes. No se cómo podrían ver que los clientes que no esté y no les atienda. Yo estaré en mi puesto de trabajo, porque tengo una responsabilidad hacia ellos”. A la pregunta de qué otras opciones se deberían barajar, opina que “demostrando lo que valemos. Si comparto unos fogones con un cocinero, tengo claro que debo elaborar los platos o igual o mejor que él. Me llena que me digan que los míos son mejores”, dice durante el encuentro “Gastronomía es femenino”, organizado por Facyre en Platea.
Sí, ella ha llegado lejos en un sector, el gastronómico, aún dominado por los hombres, a pesar de que las mujeres ha sido quienes han cocinado en los hogares a lo largo de la historia. Reconoce haber sido una persona afortunada, ya que nadie le ha puesto esa zancadilla que le impidiera llegar donde está, ni ha tenido que lidiar con desagradables trabas familiares. Al revés, su marido, José María, ha caminado junto a ella: “He llegado donde he querido y he funcionado como he deseado gracias a que tengo una familia que me ha apoyado a lo largo de todos estos años, y eso hace mucho. Al no hacer carrera en solitario, me ha resultado mucho más fácil avanzar”, asegura esta cocinera autodidacta al reflexionar sobre el feminismo, al tiempo que afirma que sí tiene numerosas amigas y compañeras que no han tenido su suerte y se han quedado en el camino sin abrazar la meta. El por qué el de la cocina es un territorio dominado por hombres es una pregunta que se hace a diario, ya que en los hogares siempre ha cocinado la mujer y en las escuelas de hostelería ellas representan cerca del sesenta por ciento del alumnado: “En la cocina de La Finca, el cincuenta por ciento de las personas que componen el equipo son mujeres. Hoy en día, se incorporan con ilusión y fuerza en la cocina profesional. Cuando yo empecé, esto era impensable. Sin embargo, la pena es que se quedan en el camino. Es decir, como jefas de partida, un puesto de responsabilidad, pero no como líderes de un restaurante. Ser una mujer relevante en este sector cuesta y me molesta que se queden justo en el último peldaño”. Según sus palabras, son muy pocas las que están en la cima y muchas las que están preparadas para estarlo: “Si tu pareja te empuja y te ayuda es muy fácil llegar. Me gustaría que muchas más estuvieran a mi lado, porque cuando veo los programas de los congresos que se celebran en España, echo de menos más nombres femeninos. Sois pocas, me dicen como excusa. Sí, pero somos buenas, así que llamadnos, porque tenemos que estar. No digo que lo hagamos mejor, pero sí igual de bien que ellos y estamos igual de preparadas”.
Sobre la conciliación laboral y familiar, dice, es posible, aunque no es fácil. Ella pasa el día entre fogones y vive en el piso de arriba del espacio gastronómico. Una vez más, menciona la palabra “suerte”: “He tenido a mi madre conmigo todos estos años. Mis hijos dicen que tienen dos madres, su abuela y yo. Es necesario buscar a una persona que te eche un cable, por supuesto. Aun así, me he perdido muchas cosas de ellos por no estar a su lado. Hay quien no está dispuesta a pasar por esto y opta por sacrificar su carrera. Para llegar alto, tienes que pagar un precio, y es éste”, asiente. Por eso, desde muy niños, se llevaba a sus hijos al restaurante, para compartir los máximos momentos con ellos: “Con nueve años, mi hijo pelaba fresitas con el pastelero. Era mi única manera de estar con él. Mi miedo era que de mayores me echaran en cara que me he volcado en mi profesión, y qué va. Te la tienes que jugar. Yo arriesgué y me ha salido bien”. ¿Un consejo a las chicas de mi equipo? “Les digo que tiene que gustarles mucho la profesión, porque dejas muchas cosas aparcadas. Tienen que valorar hasta qué punto les compensa”. Entraron en La Finca como “stagers” y se han hecho un hueco en un establecimiento en el que no existe la brecha salarial, porque “el sueldo va en función de la responsabilidad que tenga cada persona dentro del negocio, no del sexo”, promete. Asimismo, apunta que en algunos negocios hosteleros, a ellas no se las ofrece puestos de responsabilidad, porque hay quienes piensan que no son capaces de mandar sobre hombres que les doblan la edad, o porque si tienen en mente tener un hijo están ocupando un puesto que puede ocupar un hombre que no se va a ir de baja por maternidad: “Esto tiene que cambiar de manera radical. Una de mis cocineras está de baja ahora y estoy feliz, porque es normal que quiera formar su familia. Pero has de ser mujer para entenderlo”.
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