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El artículo de Lomana: salir de la zona de confort

Carmen Lomana junto a unos amigos en Casa Decor
Carmen Lomana junto a unos amigos en Casa Decorlarazon

Me he puesto a dar un repaso por Europa intentando consolarme de la situación tan caótica que tenemos en nuestro país. En Austria, que para mí es un ejemplo de civismo y democracia, gana las elecciones un ecologista, Van der Bellen, antiguo líder de los verdes, pero conociendo a los austriacos, tan amantes de la naturaleza y sus tradiciones, no me extraña nada. Me tranquilizaría tener un gobernante que ame y defienda la naturaleza. Lo que me asombra es el auge de la extrema derecha que se ha situado como segunda fuerza política. Hofner lidera un partido cuyo eslogan gira alrededor de «los austriacos primero», defendiendo los valores del país frente a las imposiciones de la UE, la amenaza de los inmigrantes y el peligro del Islam. Por supuesto, no quiere saber nada de los refugiados. La gran fuerza de Hofner está en el ámbito rural, el mismo que apoyó a Hitler mayoritariamente.

De igual forma, en Francia, que últimamente arde en manifestaciones y huelgas, los que apoyan a Marie Le Penn, líder de la derecha radical, es la clase obrera, que no quiere verse invadida por inmigrantes que les quitan el trabajo y crean todo tipo de problemas. Esta reacción hace tiempo que se veía venir en una Europa con gran crisis económica, ahogada por los impuestos y que pierde su identidad. Los ciudadanos se sienten explotados por una clase política improductiva que no les resuelve sus problemas y que cada día les hace la vida más difícil, mientras ellos disfrutan de toda clase de prebendas, lujos y sueldos vitalicios. Algo no funciona. Inglaterra quiere salir de la UE porque están hartos de pagar la deuda de Grecia y otros países que no hacen sus deberes mientras ellos los aprueban.

El Reino Unido no nos necesita para nada, con una moneda fuerte, la libra esterlina, a la que nunca quisieron renunciar a favor del euro. Todas la multinacionales americanas tiene su sede en Inglaterra. ¿Para que nos necesitan? Para crearles problemas, por eso prefieren alejarse de «los continentales». Después de darme este paseo virtual por el viejo continente, lo que verdaderamente quiero es vivir en la utopía. Mi sueño es desaparecer de todos los ficheros donde con sólo apretar un botón sale nuestra vida y privacidad; donde nos sentimos un número que para lo único que interesamos es para cotizar, trabajar 185 días al año y pagar impuestos, los cuales pocas veces repercuten en nuestra calidad de vida. Yo no se si habrá paraísos fiscales, pero desde luego los infiernos fiscales los tenemos aquí. Lo primero que tendría que hacer para volverme invisible es tirar el móvil al mar, este aparatito infernal que nos engancha hasta límites enfermizos. Necesitaría un mundo sin internet, sólo un teléfono fijo como los de toda la vida, incluso algo mejor, un solo teléfono en el pueblo al que acudir cuando lo necesitas... ¿Creen que podrían vivir en el anonimato? Así lo hicieron nuestros abuelos fuera de la era informática.

Recuerdo, en los años ochenta, California, Silicon Valley, Universidad de Stanford, donde se estaba gestando la nueva era informática. Guillermo y yo viviendo en San Francisco. Él me decía: «Carmen, esto va a cambiar nuestra forma de vivir, nuestras costumbres, estamos asistiendo al nacimiento de una nueva forma de vida, un cambio radical». Conocimos a Steve Jobs, un hombre interesante y sencillo. Éramos todos muy jóvenes y llenos de proyectos. Una de las célebres frases de Steve que más me han marcado es: «Ten coraje para hacer lo que te dicte tu corazón y tu intuición. Ellos ya saben de algún modo en qué quieres convertirte realmente. Todo lo demás es secundario.» De esta forma término mi crónica de hoy animándoles a buscar y encontrar nuestro propio paraíso en el anonimato, sintiéndonos libres de tanta esclavitud.