Arquitectura
El desahucio de Camarón
La comunidad flamenca de San Fernando pone el grito en el cielo por las obras de rehabilitación en la casa natal del cantaor para reconvertirla en el Espacio Camarón.
La comunidad flamenca de San Fernando pone el grito en el cielo por las obras de rehabilitación en la casa natal del cantaor para reconvertirla en el Espacio Camarón.
Cuando a Dolores Montoya, la Chispa, le preguntan por las cosas de Camarón, se le activa un gesto que suma como mínimo 23 años de ausencia. La Chispa mira hacia el suelo, sonríe desde la lejanía y cuenta la historia de aquel souvenir que tal vez trajeron de una visita a la Ciudad Condal: «Era una guitarrita de éstas, de miniatura. Vamos a guardarla bien, me dijo, no vayan a cogerla los niños y romperla». Se pongan como se pongan, a Camarón no hay quien le haya sustituido en el cante. Pero es que a la Chispa, se ponga o no se ponga, no hay quien la supere en las tablas.
«Él le cogía cariño a las cosas modestas, lo mismo tenía guardada una guitarra de Torres que una de lata», dice. A partir de ahora, una muestra de las pertenencias de Camarón estará expuesta al público en un espacio creado al efecto. El municipio gaditano de San Fernando, cuna de Camarón de La Isla, ha decidido acometer la rehabilitación de su casa natal, que será destino de peregrinos de todo el mundo y donde rendirán devoción a las reliquias del santón del flamenco. Será el Espacio Camarón.
Éste es un lugar que, efectivamente, todo es espacio. Una fachada, dos muros y un tabique alicatado es lo que hoy queda de la casa natal del cantaor, un antiguo corral. En seis meses, según el proyecto de rehabilitación aprobado en febrero de 2014, el arenal y las ruinas que son hoy un solar se convertirán para el cambio de año en el santuario de Camarón, próximo morabito del cante jondo. Pero el derribo de gran parte del antiguo patio de vecinos de Las Callejuelas, que es donde Camarón emitió sus primeros quejíos, ha levantado polvareda en San Fernando.
El problema es que no se ha entendido. O se ha comprendido demasiado bien. El caso es que la comunidad flamenca isleña ha puesto el grito en el cielo. Que cómo es posible que se haya derribado la esencia, el duende, los espíritus del hogar. Desde la administración, alérgica a ese género de remolinas telúricas, se ha defendido sosteniendo que la demolición resulta sencillamente de la ejecución del proyecto del arquitecto municipal. El clásico problema de comunicación.
«Es una pérdida irreparable, un auténtico e incomprensible desastre», se ha oído en las calles de San Fernando. «Si se quería hacer algo nuevo, podría haberse hecho en cualquier otro sitio del pueblo», apuntan desde el bando flamenco de La Isla. El encanto de la casa era precisamente que allí había nacido Camarón, que se podía pisar el mismo suelo y tocar las mismas paredes.Y eso es, según quienes critican la intervención en este ahora solar, lo que la gente venía buscando. La casa tenía su historia. La de ahora sólo tiene por el momento aire sin alma y arena, un grano de polvo en el espacio, ese «vasto mundo» que escribió Omar Khayyam y que cantó Camarón en «La leyenda del tiempo».
DEMOLICIONES Y DERRIBOS
La calle Carmen, donde nació Camarón, es una vía en ligera pendiente que, bajando, bajando, se sale uno del pueblo. Esteros, caños y huertas debieron de ser las primeras octavas que recorriera el primer Camarón cuando nació. Un niño acaba de cruzar con demora por delante del solar del próximo Espacio Camarón. Las casas encaladas de alrededor reflejan el sol como espejos. La madre, que sigue al niño, declara con despecho: «Lo mismo construyen un platillo volante».
Pero los técnicos del Ayuntamiento lo niegan en clave mayor. El Espacio Camarón constará de una una sala de proyecciones, otra de exposiciones y un coqueto escenario en el patio para modestas actuaciones. El derribo de la finca forma parte del arranque de ese proyecto, para lo que se hacía imprescindible demoler parte de los muros del antiguo inmueble, una construcción catalogada como de infravivienda en estado de ruina inminente, venía a señalar un reciente informe redactado por el arquitecto municipal y director de las obras de la casa natal.
De los lienzos y el azulejo que han sobrevivido a la excavadora tiene mucho que ver el dibujo original del autor. Camarón, que ya obró en vida conforme a lo que creía sobre la pureza y la hibridación, ante la polémica no sabría más que tararear una coplilla machadiana para marchar. «Ay, niñez mía, ¿adónde te vas?, no vayas a casa donde tú solías, que no puedes entrar. Y así se habría ido, alejándose, tarareando».
✕
Accede a tu cuenta para comentar