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El infierno de Ortega Cano: Su hijo recae, cierra su restaurante y la relación con Rocío Carrasco es pésima

La desesperanza y los conflictos familiares desatan su lengua contra dos mujeres, la hija mayor de Rocío Jurado y Michu, a las que culpa de la mayoría de sus problemas y de los de sus hijos

José Ortega Cano junto a su hijo José Fernando en el homenaje a Rocío Jurado en el Teatro Real el pasado abril
José Ortega Cano junto a su hijo José Fernando en el homenaje a Rocío Jurado en el Teatro Real el pasado abrillarazon

La desesperanza y los conflictos familiares desatan su lengua contra dos mujeres, la hija mayor de Rocío Jurado y Michu, a las que culpa de la mayoría de sus problemas y de los de sus hijos

Ha aguantado lo indecible, José Ortega Cano se mordía la lengua en público para no soltar sus crudas verdades; sufre en silencio sin mostrar sus debilidades, pero su paciencia ha llegado al límite y ese infierno interior que le reconcome las entrañas ha dicho basta. La pena, la desesperanza y los conflictos familiares desatan su lengua contra dos mujeres, Rocío Carrasco y Michu, a las que culpa de la mayoría de sus problemas y de los de sus hijos.

Hasta ahora, el torero conseguía mantener la compostura ante los periodistas, pero, últimamente, los dolores del alma le llevan a mostrar una imagen más airada. Incluso un cierto deterioro físico, que hace temer a su círculo más íntimo que se acentúen sus complicaciones cardiovasculares.Su aparición en el acto de homenaje a Rocío Jurado, el abrazo en el Teatro Real con Rociíto el día de la presentación del sello dedicado a «la más grande» fue un «puro paripé». Ortega asistió por «cumplir» con el recuerdo a la mujer que le dio algunos de los mejores años de su vida, pero el distanciamiento con su hija ya era total. No sorprenden hoy unas recientes declaraciones del diestro en las que dejaba muy claro que «no tengo la menor vinculación con Rocío Carrasco». O estas otras, efectuadas a Europa Press, en las que se pone del lado de Raquel Mosquera, viuda de Pedro Carrasco, en sus ataques a Rocío: «La mala relación entre Pedro y su hija la viví igual que la vivió mi esposa. Es verdad todo lo que dijo Raquel».

En cuanto a Michu, le culpa de la recaída de su hijo José Fernando en las drogas: «José Fernando tiene que estar medicándose y algunas personas, como Michu no son conscientes de la situación, son malas personas porque no permiten que su tratamiento vaya para adelante».

Con la transexual Amor

El fin de semana pasado, una llamada telefónica a altas horas de la madrugada puso a Ortega en antecedentes de una situación que le hizo mucho daño. Michu se había trasladado en autobús desde Sevilla a Madrid para encontrarse con Josefer y en un programa de televisión aseguraron que la pareja durmió en un portal esa noche. Incluso que vieron a su hijo en condiciones poco recomendables. Además, un paparazzi ha pillado al muchacho con la transexual Amor en actitud claramente cariñosa. Ni Michu ni Amor cuentan con el beneplácito de Ortega, que vive momentos de amargura al ver que la situación no tiene visos de arreglo.

Una fuente muy cercana a Ortega Cano cuenta a LA RAZÓN: «No levanta cabeza, entre unos y otros le están amargando la vida. No fue al balcón de la casa chipionera de Gloria Mohedano el día de la Virgen de Regla porque se siente harto de los enfrentamientos familiares, no quiere entrar en polémicas, prefirió quedarse en Madrid y que fuera Gloria Camila en su lugar». Este último año está siendo muy duro. A la recaída de su hijo en sus adicciones, se unen el fracaso y cierre de su restaurante de Benidorm, el crudo enfrentamiento entre su hija y su hermana Rociíto, la mala relación entre sus «parientes» los Mohedano-Carrasco, los miedos de su pareja, Ana María Aldón, ante su esporádico regreso a los toros...

En cuanto a Josefer, su padre siente, con desesperación, que está perdiendo la batalla de la rehabilitación. Su deseo era que siguiera un tratamiento, compaginándolo con un trabajo de mecánico en el taller que acaba de montar en San Sebastián de los Reyes, muy cerca de su casa, pero nadie ha visto allí al hijo mayor del torero reparando automóviles. Otro problema añadido es la escasa sintonía entre éste último y Ana María Aldón. La andaluza no vería con buenos ojos que José Fernando se instalara definitivamente en el chalet que ella y su hijo José María comparten con Ortega. Piensa que sería una mala influencia para el benjamín de la familia. Así, José se encuentra en una complicada disyuntiva. Por un lado, el amor hacia la mujer que le ha devuelto la ilusión; por el otro, el cariño hacia el hijo descarriado.

La boda se retrasa

El torero y su pareja iban a pasar por el altar en marzo. Lo confesó el mismo Ortega las Navidades pasadas: «Cuando dos personas se quieren es lógico que deseen casarse y nosotros queremos hacerlo lo antes posible». Aquellas palabras se las llevó el viento y la boda se retrasó «sine die». El diestro no está para celebraciones, su ánimo es muy bajo y prefiere que se aclaren los conflictos familiares antes de dar el paso hacia el altar porque es un hombre muy religioso y no descarta casarse por la Iglesia. No hay fecha nupcial, pero a Ana María le gustaría que el enlace se celebrara en su tierra, en Sanlúcar de Barrameda, aunque otros rumores apuntan a que podría ser en la sevillana iglesia de San Bernardo, la misma en la que bautizaron a su hijo José María.

Rocío se queda sola

Con la «espantada» de Ortega, que no quiere saber nada de ella, a Rocío Carrasco tan sólo le quedan los apoyos de su prima Chayo y de su tío Antonio Carrasco, por parte de las familias de sus padres. Pero, por lo que se cuenta, no le preocupa lo más mínimo que su hija Ro (en la imagen de arriba), sus hermanos, Gloria y Josefer, sus tíos y Ortega le hayan dado de lado. Ni tan siquiera se inmuta cuando Ro afirma rotundamente que «mi madre se llama Olga», refiriéndose a la actual mujer de su padre, Antonio David Flores. Madre e hija llevan cinco años sin verse ni hablarse.