Casas reales
Tres hurras para Felipe de Edimburgo
Desde ayer, cuando celebró su último acto en solitario bajo la lluvia de Londres, el duque es un hombre jubilado, aunque continuará acompañando a Isabel II en algunos compromisos.
Desde ayer, cuando celebró su último acto en solitario bajo la lluvia de Londres, el duque es un hombre jubilado, aunque continuará acompañando a Isabel II en algunos compromisos.
A sus 96 años el duque de Edimburgo es ya un hombre jubilado. El marido de la reina Isabel II protagonizó ayer su último acto en solitario como consorte pasando revista durante un desfile de la Royal Navy en el Palacio de Buckingham. Felipe de Mountbatten, conde de Merioneth y barón de Greenwich, anunció en mayo al mundo su decisión personal de «restringir» su papel en la familia real con el «completo apoyo de la reina». Un comunicado aseguraba entonces que el movimiento no tenía nada que ver con «cuestiones de salud, más allá de las lógicas precauciones» en un hombre de su edad. No obstante, se trata del consorte más longevo de la historia de la monarquía británica.
Durante el desfile con el que los marines británicos ponían fin al «1664 Global Challenge» (un total de 100 actividades que han llevado a cabo en lo que va de año para recaudar fondos para su fundación) no hubo más miembros de la familia real. Sin embargo, el acto estuvo cargado de simbolismo, ya que el príncipe Felipe tiene el rango de capitán general de la Royal Navy después de que haya prestado sus servicios a la marina durante la Segunda Guerra Mundial. En todo momento estuvo lloviendo, aunque el duque aguantó estoico bajo su bombín, ya que decidió no ponerse el uniforme de gala. Después de los tres tradicionales «hip hurray», se despidió con una sonrisa y se metió en palacio.
Los años más felices
En julio de 1939, cuando Jorge VI y su esposa llegaron al puerto en el yate Victoria & Albert, Felipe fue el encargado de escoltar a las dos princesas. Tras la cena su tío, que estuvo presente en la velada, escribió en su diario: «Volvió para tomar el té y tuvo mucho éxito con las niñas». No podía imaginarse cuánto. Contrajo matrimonio con Isabel el 20 de noviembre de 1947 en la Abadía de Westminster. Aquel año adquirió la nacionalidad británica renunciando a sus títulos griegos. Según sus allegados, aquellos años fueron «los más felices». Él estaba dedicado a su carrera naval e Isabel se comportaba como cualquier otra mujer de un oficial de la marina. Hacían pícnic los fines de semana y quedaban con amigos. Sin embargo, en otoño de 1951, cuando la salud del rey Jorge VI comenzó a deteriorase, la joven pareja tuvo que embarcarse en su primera gira real por Canadá y Estados Unidos. El viaje no fue especialmente exitoso. La Prensa se quejó de que la joven princesa era tímida y no sonreía, y Felipe molestó a sus anfitriones cuando se refirió indiferentemente a Canadá como «una buena inversión». Nacía ya su reputación de comentarios no acertados.
Tres meses después de la gira viajaron a Kenia. Allí fue el encargado de comunicar a su esposa la triste noticia de la muerte de su padre, el rey. Cuando su avión aterrizó de regreso en Londres la escena quedó para la posteridad: Isabel, vestida de negro, bajó las escaleras donde la estaba esperando Churchill y Felipe se quedó detrás de la puerta hasta que ella puso pie en suelo británico. Había cambiado todo. Desde entonces siempre ha estado al lado de la monarca o, mejor dicho, dos pasos por detrás de ella. En su carrera como consorte ha cumplido con 22.219 compromisos individuales, 637 visitas oficiales en el extranjero y 5.496 discursos en los últimos 65 años, según las estadísticas compiladas por Buckingham. Uno de los actos más significativos se produjo el mes pasado durante la histórica visita de Estado de los Reyes de España al Reino Unido.
Con todo, su desaparición no será completa. Según un portavoz de palacio, el duque podrá seguir participando puntualmente en algunos compromisos junto a Isabel II. En noviembre las bodas de platino, por ejemplo, podrían constituir una oportunidad para que vuelva a estar en un acto público. «Mi primer, mi segundo y definitivo empleo es estar siempre junto a la reina», afirmó hace algunos años.
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