Política

Elvira, esposa coraje: «Mi marido es honesto hasta las cachas»

En estas elecciones, el presidente en funciones ha contado una vez más con el apoyo de su incansable mujer. Horas antes de conocer el resultado electoral, Rajoy quiso rodearse de su núcleo familiar más cercano

2016. Las últimas elecciones confirmaron la fuerza de Rajoy como candidato del PP y con él estuvo su mujer, una vez más, para celebrar una nueva victoria ante las urnas después de una dura y larga campaña
2016. Las últimas elecciones confirmaron la fuerza de Rajoy como candidato del PP y con él estuvo su mujer, una vez más, para celebrar una nueva victoria ante las urnas después de una dura y larga campañalarazon

En estas elecciones, el presidente en funciones ha contado una vez más con el apoyo de su incansable mujer, que le ha acompañado más que de costumbre.

Pero, Mariano, ¿qué le has hecho para que te agreda de tal manera? Fue la primera pregunta que Elvira Fernández le hizo a su marido tras aquel infausto debate televisivo durante la campaña de las elecciones generales del mes de diciembre. Pedro Sánchez había insultado hasta lo más hondo al candidato del PP acusándole de indecente. Palabras mayores que hicieron rebotar en la silla del plató a Mariano Rajoy Brey, un hombre templado que rara vez pierde la calma, pero que sintió aquella acusación del líder socialista como un puñal en toda regla. Si hay algo que no tolera son los ataques a su honradez personal, y ese dardo le dolió profundamente, según las personas del equipo presidencial que le acompañaron al debate. Nada más montarse en el coche oficial, Rajoy llamo a su mujer y ésta, con su habitual frialdad gallega, le apoyó sin fisuras. No obstante, una Elvira enfurecida le dijo a los colaboradores del presidente y a cuantos aquella noche la llamaron: «Mi marido es honesto hasta las cachas». Después, en un café compartido en Moncloa, la pareja calmó su disgusto y enfrió aquel ataque desaforado.

Es uno de los muchos episodios que jalonan la vida de Rajoy y Elvira Fernández Balboa en estos casi veinte años de matrimonio. Con un perfil muy discreto, siempre en segundo plano, todos en el entorno personal y político del presidente en funciones coinciden en que ahora Viri ha tenido un protagonismo especial en la defensa de su marido. «Una mujer coraje», dice un alto cargo de Moncloa ante el incondicional apoyo de ella hacia su esposo. Las acusaciones de supuesta corrupción y los vetos a la figura de Rajoy han despertado las iras de esta gallega de mirada profunda y tranquila. «No admite dudas sobre la honradez de su marido», dicen en Moncloa y en su entorno familiar. Frente a su eterno papel callado, todo cuantos han tenido ocasión de verla en estos últimos meses aseguran que Elvira «se ha soltado la melena» defendiendo a capa y espada la honestidad de su marido. «Todo me lo pago yo», le espetó a un amigo gallego de toda la vida hace unos meses como prueba de que ni un sólo capricho familiar sale de las arcas públicas.

Tomando la antorcha

Destacados dirigentes del PP y amigos gallegos de tantos años han visto en Elvira un papel más activo en esta campaña, debido a los ataques la figura de Rajoy y, sobre todo, por poner en tela de juicio su honradez personal. Esta vez, sí le ha acompañado discretamente a muchos viajes, aunque sin salir en la foto, y no ha tenido reparos en hablar con militantes y simpatizantes. Frente a su costumbre de callar, Viri ha tomado la antorcha y se ha puesto a defender a su marido. «Honrado y con cachas», le dijo recientemente a una amiga en Pontevedra. Lo de honrado por no llevarse nunca un dinero ilegal. Y lo de cachas, por lo delgado y musculoso que está el presidente en funciones. El matrimonio lleva una dieta sana, rigurosa, y Rajoy no perdona sus largas caminatas a paso ligero por los jardines de La Moncloa cuando está en Madrid. Si viaja, su equipo sabe que antes de cualquier reunión de trabajo, a las siete de la mañana, bajará al gimnasio del hotel en cuestión para hacer un poco de cinta y bicicleta. «El ejercicio le pone», dicen sus más estrechos colaboradores.

El papel singular de Viri en estos momentos no pasó desapercibido la noche del triunfo electoral en Génova. El beso de Mariano a su esposa en el balcón fue especial, a decir de los presentes, tras una de las campañas más broncas y ariscas que se recuerdan. Además, y por vez primera, el presidente quiso rodearse de su núcleo familiar más cercano, integrado por su mujer y su hijo Juan, un chico muy espabilado y extrovertido –como se vio en aquella colleja propinada por su padre en un programa radiofónico deportivo–, a quien le apasiona la política. De carácter muy diferente a su hermano mayor, Mariano, Juan es inquieto y «tiene madera de líder», según su familia. Por ello, quiso estar la noche del 26-J junto a su padre y dicen que tuvo intervenciones brillantes durante la espera en la planta séptima del número 13 de Génova. También estuvieron los hermanos de Rajoy, Mercedes, Enrique, y sus cuñados. Sólo faltó su anciano padre, de 94 años, que aún tiene la cabeza perfecta y siguió el escrutinio desde La Moncloa, y su hermano Luis, el tercero de la saga que falleció de una cruel enfermedad hace unos años, lo que afectó profundamente al presidente. «En esta campaña la familia ha sido clave», opinan en el equipo presidencial sobre el apoyo que todos le han brindado ante una política de ataques y vetos desaforada.

Viri sigue siendo su incondicional defensora y mejor apoyo a lo largo de estos años con difíciles momentos. Después de la tragedia en las costas gallegas del «Prestige», donde Rajoy hubo de soportar ataques en su propia casa, fue la primera persona a la que llamó tras el desgraciado ataque del que fue objeto en Pontevedra, en la campaña del 20-D. Rajoy, magullado y dolorido por la bofetada del infame radical que le agredió, habló con su esposa. «Tranquila, Viri, estoy estupendamente», le dijo el pre-sidente desde el coche que le trasladaba a un nuevo mitin en La Coruña. No quiso, ni por un momento, suspender su agenda y ordenó a su equipo que desligaran el incidente del debate político. Ironías del destino: hacía semanas que Elvira le había encargado al presidente unas gafas nuevas, dado que las tres dioptrias habituales le habían aumentado. «Necesitas una gafas más modernas», le había dicho a su marido tras la última revisión óptica con un oftalmólogo de confianza. Como una premonición, las nuevas lentes salieron de inmediato desde Moncloa hasta Barcelona, donde el presidente las luciría en el atril de una conferencia. «Miren ustedes, ya tengo la mirada en plena forma», confesó al grupo de personas que le saludaban en el acto electoral.