Ciencia y Tecnología
La puerta a la realidad virtual
Tiene un enorme potencial en la industria del ocio, pero no acaba de despegar. Aún así, hay alguien que puede darle el impulso necesario
Muchos de los que ya están, a menos de una semana, agobiados por la repercusión de los Juegos Olímpicos, se han refugiado en las series on-line y este verano Netflix tiene todas las de ganar. Netflix ha sido para la televisión lo que iTunes para la música, una nueva plataforma de distribución con una ventaja que Apple no pudo o no quiso o ambas al mismo tiempo aprovechar: los contenidos propios. «House of Cards», «Daredevil», «Marco Polo», «Narcos» y, más recientemente «Stranger Things» (rechazada por 20 productoras antes de llegar a Netflix y ahora un éxito) son apenas una muestra. Netflix, al igual que otros servicios similares, tiene la ventaja de evitar la publicidad (previo pago, obviamente) y de permitir los atracones de series. En este sentido ha revolucionado el mundo del entretenimiento y lo ha acercado no sólo a la televisión, sino también a otras plataformas, como ordenadores, tabletas y smartphones.
Pero hasta ahora únicamente ha sido un medio y, del mismo modo que iTunes acompañó su lanzamiento con sus primeros iPods, a Netflix le falta ese pequeño salto cualitativo de generar no sólo productos, sino de ser pioneros en una tecnología y hasta desarrollar sus propios «gadgets».
«Hulu», un servicio de «streaming» gratuito, aunque con publicidad y sólo disponible en Estados Unidos, ha creado vídeos propios para realidad virtual. Amazon planea hacer lo mismo. Para Netflix, sin embargo, hay un obstáculo. De acuerdo con Reed Hastings, su director, la experiencia de los vídeos en 360º es agotadora y «después de 20 minutos, uno está agotado. Nosotros estamos más interesados en ofrecer una experiencia relajada».
Lo que ocurre es que los usuarios de estos servicios no siempre buscan una experiencia «relajada». ¿Qué ocurriría si Netflix ofreciera entradas virtuales a los principales conciertos, en vivo y en directo y en 360º? Los «milennials» y las generaciones más jóvenes aún tienen un poder de atención tan exiguo que bien podrían ser la generación efímera en ese aspecto. Y así aprovecharse de ello para generar contenidos cortos, de no más de 10 minutos, en los que la realidad virtual fuera reina. Los documentales, sobre todo los de naturaleza también se podrían aprovechar de esta tecnología. Y, yendo aún más lejos, ¿para cuándo la interactividad? Netflix tiene el potencial para llevar a la pantalla aquellos libros de «Elige tu propia aventura», que tanto gustaban y en los que el lector, mediante elecciones, iba configurando la trama. Convertir al espectador en partícipe. El potencial para hacerlo existe, al igual que las plataformas. Allí estaría una de las grandes revoluciones de la tecnología.
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