Marbella

La alegría de bailar

Carmen Lomana, en la Gala Starlite de Marbella (imagen arriba a la derecha), junto a Antonio Banderas (izquierda)
Carmen Lomana, en la Gala Starlite de Marbella (imagen arriba a la derecha), junto a Antonio Banderas (izquierda)larazon

La palabra «baile» nos despierta siempre la parte más alegre de nuestra imaginación. Los bailes de disfraces son la máxima expresión del deseo básico del ser humano de escapar. Te ofrece la posibilidad de ser otro personaje siendo tu mismo. El simple acto de vestirse para ese día ya te hace sentir más el personaje que deseas ser. Un hombre con esmoquin, botonadura joya en su camisa o la mujer con un traje largo de noche y preciosas joyas se sienten más elegantes, seductores y atractivos. Este verano estoy bailando mucho, algo que no hacía desde hace tiempo, y reconozco que me da una energía y una felicidad incomparables. Pensando en esta sensación y en el verano tan animado de Marbella con estupendas fiestas temáticas, se me ha ocurrido contarles algunas de las más importantes de la Historia. Actualmente, no se pone tanto mimo en las preparaciones y decoración para un evento, pero ayer, sin ir más lejos, se organizó una fiesta, en el patio del Marbella Club, de las más divertidas y con mejor ambiente de los últimos años, teniendo de anfitriones y organizadores a Julián Porras, estupendo relaciones públicas, su mujer, Olivia de Borbon, y el príncipe Hubertus Hohenlohe. Lo más importante, lo que hace que una fiesta sea un éxito, es la actitud de los invitados, sus ganas de disfrutar de la vida. No soporto los que van a una fiesta, se pegan a la barra y la copa y de ahí no los mueve nadie, una actitud de «voyeur» sin aportar nada. Por eso valoro mucho el esfuerzo de los invitados por colaborar al éxito. Ayer el código de vestir era «Brillar». Brillar con vestidos de paillets, dorados, plata, pero con mucho glam. Pocos lo cumplieron. Hubo una mezcla muy buena de gente, entre ellos destacó la princesa de Liechtenstein. También estaba fantástica Simona, la mujer de Hubertus. Y entre las españolas, la guapísima Teresa Baca y la hija de Álvaro Muñoz Escassi, que me pareció divina.

Pero cuando pienso en esos bailes del siglo XX, empezando por el de los Romanov en San Petersburgo, en 1903, y seguido, por otros muchos que marcaron una época, como el famoso de Beistegui en el Palazzo Labia de Venezia, el 3 de septiembre de 1951, que fue un despliegue de elegancia e imaginación y se le llamó «La fiesta del Siglo». La lista de invitados era impresionante. Desde Winston Churchill a los duques de Windsor, Barbara Hutton, el Aga Khan, Salvador Dalí, personajes míticos que asistieron a la primera gran fiesta después de la Segunda Guerra Mundial queriendo olvidar tanto dolor y tristeza. Otro gran baile fue el que organizó el escritor Truman Capote en el Hotel Plaza de Nueva York, el 28 de noviembre de 1966. Recuerdo verlo en las revistas de sociedad. Se llamó el «Black and White Ball», colores con los que deberían ir todos los invitados, acompañados de máscaras, en las mujeres blancas y en los hombres negras, y que debían quitarse a la media noche para poder verse las caras. Cuando yo era adolescente estas fiestas, seguidas desde el papel de la prensa rosa me hacían soñar y motivaban para querer ser como esas mujeres bellas y bien vestidas. Ahora la mayoría de las veces, más que soñar, lo que veo me deprime. Para mi gusto, el último baile espectacular en el siglo XX fue el Baile Oriental, en 1969, del barón Alexis de Redé, en el Hotel Lambert de París. La riqueza de los vestidos y joyas fue tan impresionante que creo que nunca volveremos a ver nada igual. Les recomiendo un Table Book de la Editorial Assouline escrito por Nicholas Foulkes el mejor cronista de sociedad inglés y gran amigo, que se titula «Bals» una auténtica joya. Y así, entre bailes, sol, playa y disfrute hemos llegado al paso de Ecuador del verano. Aprovechemos el tiempo que nos queda antes de volver al trabajo. Simplifiquen la vida en estos días de relax.