Lifestyle

Salvador Sobral: «Eurovisión es el reflejo del caos de Europa»

El ganador de Eurovisión de 2017 afirma que no volvería al concurso y que desde que ganó "no se acercan a mí"

No tendrá demasiadas vacaciones este verano por estar inmerso en una gira, pero asegura que cuando se tome un respiro guardará en su maleta ropa, libros y un «discman». Quizá, también un disco de Marya Andrade/ Alberto R. Roldán
No tendrá demasiadas vacaciones este verano por estar inmerso en una gira, pero asegura que cuando se tome un respiro guardará en su maleta ropa, libros y un «discman». Quizá, también un disco de Marya Andrade/ Alberto R. Roldánlarazon

Tiene 28 años, pero ya sabe que quiere retirarse en Lisboa, su ciudad natal. Allí Salvador Sobral acaba de comprarse una casa muy cerca del mar.

Tiene 28 años, pero ya sabe que quiere retirarse en Lisboa, su ciudad natal. Allí Salvador Sobral acaba de comprarse una casa muy cerca del mar. Eso fue precisamente lo que le enamoró de Barcelona, sus playas (se declara también culé), donde, antes de que Eurovisión lo convirtiese en el héroe de quienes ya no confiaban en el festival, vivió y se formó como músico. Pero su corazón (recientemente trasplantado) lo tiene en Andalucía, donde más que la arena le conquistó la manzanilla de Sanlúcar, la única que le permite una «borrachera alegre». Por eso, inmerso ahora en una gira por España, hará lo imposible para hacer un hueco y volver al Sur.

P. Supongo que estará contento de pasar el verano en nuestro país. ¿Puede hacer algo su música contra los «hits» del verano?

R. Yo espero que «Cerca del mar», mi primer sencillo en español, sea la que triunfe. No me gustaría que me comparasen con cantantes como Luis Fonsi o Maluma. No voy con ese tipo de música. Este verano yo propongo conciertos donde hay mucho jazz, que se mezcla con momentos de locura, tristeza, amor... un «boom» de emociones. Quiero que la gente salga abrumada de mis conciertos.

P. ¿Acaso el amor es locura y tristeza?

R. Hay tantos tipos... El secreto es encontrar un amor de verano, pero duradero, quiero decir, permanente (bromea).

P. ¿Y usted lo ha encontrado?

R. Las chicas y los chicos no se acercan mucho a mí porque intimido. No sé si es porque soy conocido o por otra cosa, pero parece que tengo fama de arrogante. La verdad es que a veces me flipo un poco y soy maleducado (se ríe).

P. Ahora todo el mundo liga con el «smartphone», puede probar suerte...

R. Es una tendencia que me parece horrible. Se ha perdido la esencia del «tú a tú». Es tan bonito eso de conocer a alguien en un bar, verle una vez y pensar que quizá nunca más os vais a encontrar... Y hay un día que de repente la vuelves a ver y dices: «¡Tengo que hablar con ella ya!». Hoy en día todo eso se ha perdido con internet. Ya no le pides a alguien su número, sino que lo buscas en Facebook o en Instagram. Y luego te das cuenta de que todo es mentira, de que la gente no es tan feliz como muestra en sus redes sociales.

P. ¿Se liga más siendo músico?

R. Yo he sido un conquistador con mi música, pero luego, a la hora de la verdad, y sobre todo a partir de Eurovisión, no se acercan a mí.

P. Hablando de Eurovisión, ¿volvería?

R. En absoluto (afirma rotundo). Fui y ya está.

P. Le noto cierto rechazo, ¿acaso se arrepiente de haber ido?

R. No. Simplemente es porque es un festival político; de hecho, es el más político que existe y un reflejo del caos de Europa.

P. El continente afronta ahora nuevas crisis, como la migratoria. ¿Cómo se debería actuar?

R. Me parece bien que se acoja a los inmigrantes para que tengan una mejor vida aquí. Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad.

P. Volviendo a Eurovisión, las malas lenguas aseguran que usted le hizo un feo a la ganadora de este año, Netta, cuando subió al escenario para entregarle el premio; casi ni se le vio...

R. Eso es una tontería. Fui educado y le di dos besos. Nada más. Os gusta mucho hablar... (se ríe).

P. Pero no puede negar que fue muy crítico con su canción en las redes sociales... ¿Por qué lo excéntrico es ahora lo que triunfa?

R. Porque la radio y los medios no paran de ponerlas hasta que lo vomitamos.

P. Por cierto, ¿conoció a los representantes españoles de este año?

R. Sí. Alfred y Amaia son encantadores, aunque son muy jóvenes y aún tienen que encontrarse.

P. ¿En Portugal van todos a una?

R. Sí, todos somos uno; los españoles son más distintos entre ellos.

P. Un amigo luso me dice que allí la bandera es sagrada; aquí, en cambio, la sacas y uno se arriesga a que le llamen facha. ¿Estamos locos?

R. Creo que eso ocurre en España por los regionalismos. En Portugal es al contrario, no necesitamos proclamar constantemente que estamos unidos, no hace falta.

P. Usted dijo que «España son muchos países en uno»...

R. Lo dije por lo de que sois muy diferentes entre vosotros. Con los catalanes, por ejemplo, cuesta más entrar en su intimidad, pero cuando ya estás dentro te acogen de verdad. Los andaluces, en cambio, son más abiertos y alegres desde el principio, aunque también es verdad que te echan broncas más rápidamente (bromea).

P. ¿Realmente los españoles y los portugueses somos tan parecidos como se suele pensar?

R. Sinceramente, creo que estamos de espaldas, aunque parece que eso está empezando a cambiar. Yo lo veo en la música y en el turismo, por ejemplo.

P. En muchas ocasiones ha dicho que se considera medio español. Entonces, mójese: ¿Barça o Madrid?

R. Yo soy culé. Lo siento, pero viví en Barcelona y Cataluña me enamoró.

P. ¿Y sangría o cerveza?

R. Soy más de cerveza, aunque lo que realmente me pirra es la manzanilla de Sanlúcar (se ríe). La caté gracias a un amigo mío que es batería, con quien estuve tocando un tiempo por Andalucía. Un día llegamos a Sanlúcar de Barrameda y me invitó a probarla. Empezamos a beber y no había quien parase. Me dio una borrachera súper alegre, feliz, sin resaca ni consecuencias al día siguiente. Desde entonces, siempre cae una copa cada vez que bajo a Andalucía, y solo digo que pronto voy a actuar en Vejer de la Frontera (bromea).

P. Veo que tiene predilección por esa tierra. De hecho, una vez afirmó que le hubiese encantado que su nuevo corazón hubiese sido andaluz.

R. Me encanta Andalucía, sus fiestas y su gente. Y también me gusta imitarlos (dice con acento andaluz).

P. ¿Cómo se encuentra tras el trasplante?

R. Genial. Ya puedo hacer vida normal. Estoy entusiasmado y con más ganas de vivir que antes.

P. Sabiendo que uno puede estar cerca de la muerte, ¿cuál es su último pensamiento antes de dormir?

R. Simplemente, duermo. Creo que el ser humano está preparado para aprender a aceptar situaciones traumáticas para que no le afecten tanto. Es como un mecanismo de defensa. Te duermes y ya. Si estuviese pensando todo el día en mi enfermedad, ya me habría vuelto loco y tirado por la ventana.

P. ¿Tiene miedo?

R. Sí, por supuesto. Pero, como te digo, suelo desconectar y no ser del todo consciente. Fue una pesadilla de la que, por fin, ya desperté.

P. ¿Cómo desconecta?

R. Suelo leer mucho. Hace poco me terminé «Matar a un ruiseñor», de Harper Lee, y ahora estoy con «El proceso», de Kafka, aunque quiero intentarlo con un clásico español. Pero no es nada fácil leer en español. Probé con «Cien años de soledad» y lo conseguí, aunque «El Quijote» aún se me resiste.

P. ¿A qué ha tenido que decir «no» Salvador Sobral?

R. A los «selfies», me los piden casi a diario y me agobian. Y también a «Sálvame» (se ríe).

P. ¿Por temor, quizá, a que le destapen alguna deuda con Hacienda?

R. No es que pueda decir que gane mucho dinero, pero lo controlo y estoy muy atento a mis pagos.

P. Desciende del conde de Sobral. No creo que tenga problema para cumplir con sus pagos...

R. Hoy en día ser aristócrata em Portugal no sirve de nada. No soy rico ni pretendo serlo.

P. ¿Se mudará algún día a España?

R. No. Me encanta Lisboa. Me he comprado una casa y allí me retiraré.