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Libros de la semana: De los robots griegos al mundo élfico de Barbery

Entre las novedades que llegan ahora destacan la novela de Mariana Enríquez que se ha llevado el Premio Anagrama y la visión de una Colombia sangrienta por Santiago Gamboa

Jasón y los argonautas
Jasón y los argonautaslarazon

Mariana Enríquez, la argentina fantasmal

El pasado año la escritora y periodista argentina Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) nos sorprendía con una documentada biografía crítica de Silvina Ocampo, «La hermana menor», recuperador retrato de una narradora que había experimentado creativamente con el género fantástico y de terror. No extraña este interés por la esposa de Bioy Casares, ya que la propia biógrafa ha transitado por esta deriva temática en novelas como «Chicos que vuelven» y «Este es el mar», o el libro de relatos «Las cosas que perdimos en el fuego». Se trata de una aproximación a los inquietantes aspectos de la cotidianidad, presentando el miedo como componente vital, así como el imaginativo carácter de lo desconocido. Estos, entre otros referentes, conforman «Nuestra parte de noche», reciente Premio Herralde de Novela; una historia que bucea en el lado oscuro de la realidad, avanzando por escalofriantes propuestas argumentales, ahondando en los peores instintos de la condición humana. En la Argentina de los 80, durante la última dictadura militar, un padre y su hijo –Juan Peterson y Gaspar– viajan en coche desde Buenos Aires rumbo a un incierto destino; desde el principio de este relato de carretera percibimos las facultades extrasensoriales de estos protagonistas; por otra parte, Rosario, la esposa y madre, murió en extrañas circunstancias y su fantasmal presencia gravita sobre la extraña conducta de ambos.
Todos ellos, en un grado u otro, están relacionados con la Orden, una misteriosa secta de sangrientos rituales. Aberrantes ceremonias sexuales y cabalísticas prácticas ocultas conviven con un monstruoso imaginario. Percepciones sobrenaturales y fantasmales apariciones no deben sustraernos de los sustanciales temas de la novela: unas conflictivas relaciones paternofiliales, la perpetua sombra nacional del peronismo, el derecho a la excéntrica idiosincrasia individual, el diabólico poder de las dictaduras, la fuerza creativa de la imaginación y el carácter multisecular del mal, entre otros asuntos.
Mesianismo maléfico
Resulta evidente la huella de Borges, las deformes figuraciones de Lovecraft, los laberínticos enigmas narrativos de Edgar A. Poe y el ficcionario distópico de Úrsula K. Leguin. La idea de lo divino se sustituye aquí por una arbitraria entidad, la Oscuridad, que «con frecuencia narra pequeñas historias sobre su existencia solitaria en un páramo vacío: nos invita a visitarlo, pero no dice cómo, porque su naturaleza es el capricho. Sólo los médiums pueden hacer venir esta Oscuridad que habla y que nos ayudará a vivir para siempre, a caminar como dioses». Este mesianismo maléfico cohesiona toda la historia, donde unos alucinados personajes persiguen la inmortalidad en su simbólica «parte de noche». Para alejarse de estos apocalíticos jinetes lo que se propone aquí es la evasión narrativa y el puro placer de la literatura que recorre torrencialmente estas páginas. Una sobrecogedora crónica de otros mundos terroríficos... que también están en este.

En busca del primer robocop

El nuevo libro de Adrienne Mayor pone sobre la mesa la relación entre la antigua Grecia y algunas ideas que, por su actualidad, nos sorprende encontrar en aquel pasado remoto. Los sueños de la ciencia actual y del llamado «posthumanismo» son anticipados por los mitos griegos, arquetípicos y pioneros en tantas cosas. La mitología, como estudia Mayor, se ha adelantado a las ideas más osadas de los escritores de ciencia-ficción, que han previsto viajes al espacio, construcción de humanoides y todo tipo de sueños cibernéticos que aun hoy rondan a la humanidad. Entre ellos descuella la eterna ambición de crear –clonar, modelar, construir– un ser vivo, preferentemente humano, de dotar a la materia inerte de vida artificial, movimiento, belleza o alma inteligente. Son nociones que están en el núcleo duro de toda mitología, como se ve en la acción demiúrgica de un Prometeo o del Dios del Génesis, que crean como alfareros primordiales la efigie de un primer hombre en diversas edades y en sucesión normalmente degenerativa. La mujer viene después, como un fantástico y deseable androide, como en las ficciones posteriores de Hoffmann, Villiers o Lang.
Fábulas y maravillas
El libro está dividido en nueve capítulos, de los cuales solo el último trata la historia constatada de los autómatas e invenciones sorprendentes del mundo antiguo –que las hubo–, mientras que los demás se centran en arquetipos de la mitología clásica que hacen referencia a estas ideas maravillosas, releyendo las fábulas de algunos personajes conocidos en torno a estos viejos anhelos de la humanidad. Un buen ejemplo es el mito del gigante Talos, guardián de la isla de Creta que evoca Apolonio en sus «Argonáuticas», y que constituye el primer «Robocop» de la historia: el pionero de la robótica militar. Como siempre en la inteligente prosa ensayística de Mayor, se intercalan lógica, mito e historia de forma muy sugerente, con fuentes antiguas y reflexiones actuales que aluden al cine, la ciencia-ficción o la ciencia actual. Otro es el caso de la maga Medea, también en la saga de los Argonautas, cuyos trucos de rejuvenecimiento y armas letales son evocadas aquí; o de figuras tan conocidas como Hefesto, el artífice de los dioses e inventor de artefactos y autómatas de todo tipo, o Dédalo, legendario arquitecto del laberinto de Creta y autor de algunas de las invenciones más memorables de la mitología.
Pero son los mitos en torno a Prometeo los que recogen el núcleo duro de estas nociones, enraizadas en las historias fundacionales de la Humanidad. Prometeo, su hermano Epimeteo y la esposa de este, Pandora, la primera mujer –que no es sino una autómata construida por los dioses– nos acompañan en este recorrido. Y es que el mundo antiguo imaginó sueños modernos que anticipan en cierto modo la ciencia-ficción de «Blade Runner» y nuestro mundo cibernético, reflejado en ficciones actuales como la celebrada serie «Black Mirror». En esto, como en tantas otras cosas, los mitos griegos fueron pioneros..

Santiago Gamboa: Colombia respira violencia

Colombia y la violencia, o la violencia en Colombia ya parece ser, a esta altura, el único tema posible que puede tratar un escritor colombiano, aunque seguramente hay muchos otros temas que, por qué no, también pueden llegar a convertirse en materia narrativa. En todo caso, más allá del tema, la diferencia está en la forma literaria con que se aborda la violencia: hablamos de novelas que rastrean el origen de la violencia en la historia colombiana, novelas que hacen hincapié en el folklore de los sicarios y del mundo del crimen y novelas, como «Será larga la noche» de Santiago Gamboa, que se vale del relato policiaco para mostrar, sin caer en la crudeza del realismo, la realidad actual de Colombia. Duodécima novela de este escritor que después de vivir en España, Francia, Italia, Israel o la India regresó a su Bogotá natal, en «Será larga la noche» Santiago Gamboa vuelve, de algún modo, a los orígenes de su narrativa, especialmente a «Perder es cuestión de método», una novela de formato policiaco en la que lo importante no es quizás el argumento, sino toda la puesta en escena de una sociedad corrupta y corrompida, violenta, repleta de negocios sucios e ilegítimos.
Y lo hace, muchos libros después, con una historia en la que, como en aquella, se respira el aire siempre violento que sopla en Colombia. En este caso, el disparador de «Será larga la noche» es un brutal enfrentamiento que un niño presencia en una carretera perdida y del que nadie, después, sabe nada. Pero una denuncia anónima, que llega al despacho del fiscal Jutsiñamuy, hace que los hechos se desencadenen rápidamente y de forma precipitada poniéndose así en movimiento el desarrollo de la trama. Gracias a las pequisas de la periodista Julieta Lezama y su asistente Johana, una exguerrillera de las Farc, el fiscal pone en marcha una urgente investigación para encontrar a quienes participaron del enfrentamiento, unos personajes que resultarán tan sospechosos como inesperados.
Resabios de la guerrilla
Escrita con ritmo puntual y llevadero y con un estilo neutro y sencillo, «Será larga la noche» es una novela entretenida que, como un buen thriller, se lee de un tirón, pues la trama está bien estructurada y los personajes son creíbles, entre otros motivos porque la historia está anclada en la realidad cotidiana de Colombia. Una realidad en la que quedan resabios de la guerrilla, del narcotráfico y en la que existen otros problemas, como las iglesias evangélicas, la minería ilegal y, simpre presente, una violencia que puede estallar en cualquier momento.

Barbery viaja a otro mundo

Más de una década y cerca de once millones de libros vendidos después, la autora que nos conmoviera con su realismo lírico en «La elegancia del erizo», nos vuelve a sacudir. Y mucho. Regresa con un libro que intenta establecer una conexión entre nuestra naturaleza como humanos y el ideal de paz y equilibrio al que nuestros vecinos elfos tienen acceso (empieza a ser un «rolling gag» en su universo creativo). Centremos la sinopsis: una guerra desgarra a Europa en los años treinta enfrentando a Francia, Alemania e Italia contra Gran Bretaña, España y los países del Norte. Los hombres involucrados en este conflicto cruzarán un puente que los llevará a otro mundo, el de las Brumas, la belleza y la eternidad que enfrentan el tormento de nuestra especie.
Alejandro de Yepes y Jesús Rocamora, dos oficiales del ejército español, se toparán con el excéntrico Petrus y así dará comienzo una aventura extraordinaria porque ambos cruzarán un puente invisible. Él es un elfo –¡sí!–, proviene del secreto mundo de las Brumas en el que está reunida una compañía de sus semejantes, de la que dependerá el destino de la guerra. Los españoles descubrirán la tierra de su nuevo compañero, plagada de armonía natural, belleza y poesía... pero que también se enfrenta al conflicto y al declive. Un libro sacado de las profundidades del tiempo.
Lenguaje bello y atemporal
El lector, atrapado bajo el encanto, se dispone a vivir la disolución del mundo, la fusión de formas y materiales ante sus ojos. Con un lenguaje bello y atemporal, Barbery se decanta por la fábula porque cuanta más distancia se pone en la literatura más razones puede dar el lector de la realidad. Reivindica la naturaleza en tanto que siente la necesidad de conectarse con ella y con su infancia, pues sus experiencias primeras, estéticas y éticas, estuvieron ligadas a su relación con las plantas. Es un libro absolutamente personal, mágico, íntimo y universal. Páginas desenterradas de las profundidades del tiempo; de cualquier tiempo. Tiene la dureza, el amargor humano y la profundidad de sus lazos sagrados con la tierra y los cielos. Guerreros y dioses hechos para el honor de morir o de vivir, si así lo desean. De página en página, se crean historia y mitos. El lector, atónito pero encantado, experimentará la disolución del mundo, la fusión de las formas y materiales, y creerá ver todo perdido ante sus ojos. Una novela personal, de una calidad literaria encantadora y auténtica. Aquellos que son de la familia de espíritus lo apreciarán en su valor porque la autora vuelve a hacer.... magia en clave telúrica y sensitiva.