Política

Andalucía

Coripe

El alcalde de Coripe, Antonio Pérez / Foto: Efe
El alcalde de Coripe, Antonio Pérez / Foto: Efelarazon

La comisaria política que el independentismo catalán ha infiltrado en el Gobierno de Pedro Sánchez, Meritxell Batet, ha enrojecido cual virgen ofendida por la elección que este año ha hecho el Ayuntamiento de Coripe, gobernado por el socialista Antonio Pérez, para su tradicional Quema de Judas, una fiesta que sigue a la procesión del Cristo Resucitado y en la que se chamusca la efigie de un personaje singularmente funesto. Como unas Fallas retranqueadas al medio de la primavera, vamos, o una crítica carnavalesca sin rima ni compás. Ardió un muñeco parecido a Carles Puigdemont sin mayores consecuencias para el residente belga, igual que en años anteriores habían ardido los monigotes de Aznar, Rato o, vete a saber por qué peregrino motivo, Bárbara Rey... gente toda que ha continuado su vida sin quedar traumatizada e incluso, es más que posible, sin enterarse siquiera del uso de su imagen para los fastos de una remota localidad del Piedemonte Subbético. Corren malos tiempos, en general, para las celebraciones populares debido a la sobreabundancia de estúpidos que padece hoy España, y también por la enorme variedad de modalidades en las que se divide la estupidez nacional. Google nos chiva que, hace un año, los coripeños se vieron en la incómoda tesitura de justificarse ante los estúpidos antirracistas por haber designado para la cremación virtual a Ana Julia Quezada, la asesina del niño almeriense Gabriel. Debía pesar más su color de piel que el hecho de haber estrangulado a sangre fría a una criatura de seis años, por lo visto. Ahora, se las tendrán que ver con el estúpido separatismo, que para colmo está en campaña electoral conjunta con los felones del PSC, esa formación de carácter netamente antiespañol que mantiene secuestrado al PSOE y pide de rescate la autodeterminación.