Sevilla

Cuando la regla dicta la diferencia

La Razón
La RazónLa Razón

Elecciones en Los Gitanos, donde se asume con naturalidad que el máximo representante debe ser de raza calé

«Por amor y deferencia hacia nuestros fundadores y respetando nuestra tradición, el cargo de hermano mayor lo ostentará siempre un hermano gitano». Así reza el artículo II, capítulo XVI, de las reglas de la hermandad de Los Gitanos de Sevilla. Hoy, esta cofradía de la madrugá, con casi 6.500 hermanos, celebra elecciones con una curiosa discriminación positiva: que el máximo representante debe ser de raza calé. En la vida interna de la hermandad no hay diferencias entre payos y gitanos y el debate sobre este privilegio es prácticamente inexistente. Sin embargo, las normas de la corporación recogen esta distinción como muestra de gratitud hacia Sebastián Miguel de Varas y otros gitanos que, en el siglo XVIII, fundaron la Hermandad en el trianero convento del Espíritu Santo. En el preámbulo de las reglas se hace referencia al «testimonio humano» que dieron estos hermanos fundadores y, en el plano de la cofradía en la calle, sí se contempla otra concesión: que las últimas cinco parejas de nazarenos que van delante de cada paso deben ser hermanos gitanos. Son las únicas excepciones que se fijan y que son asumidas por el resto de hermanos con total normalidad, como fruto de la tradición en la que se inserta la Semana Santa.

La acción social de la hermandad, no obstante, sí trata la especial problemática que sufre el colectivo. Colabora con un taller de carpintería en la zona de las Tres Mil Viviendas –uno de los barrios más degradados de la capital hispalense– y desarrolla un proyecto de acompañamiento escolar en el asentamiento chabolista del Vacie. En concreto, esta iniciativa tiene como objetivo la prevención del absentismo y el fracaso escolar, favoreciendo la asistencia regular a clase. Dos técnicos ya están haciendo este seguimiento a seis familias.

Los candidatos a hermano mayor no contemplan entre sus propuestas la eliminación de las distinciones entre payos y gitanos, aunque este asunto quedaría supeditado a la voluntad de los hermanos. Uno de los aspirantes, Juan Miguel Ortega Ezpeleta, destaca que «unos 500 hermanos somos gitanos, así que tiene su mérito que los otros 6.000 respeten que el hermano mayor deba ser gitano». No obstante, matiza que, de cara a una futura reforma de las reglas, el artículo relativo al máximo representante debería contemplar la distinción de la siguiente manera: «A poder ser, el hermano mayor debe ser gitano». «Siempre se ha guardado esta tradición. Antiguamente las hermandades eran gremiales, como la de Los Panaderos o Las Cigarreras, así que nosotros mantenemos nuestra idiosincrasia», asegura.

En cuanto a otros proyectos, la candidatura de José Moreno –que opta a la reelección– pretende continuar la «pacificación» que ya inició hace cuatro años en una cofradía especialmente convulsa. Igualmente, propone construir una nueva casa de hermandad junto al santuario y ahondar en la formación y la caridad. Por su parte, Ezpeleta –que impulsó la construcción del nuevo templo hace una década– quiere retomar algunas iniciativas que dejó pendientes, además de impulsar también la casa de hermandad y una espadaña con campanas sobre la puerta ojival del santuario.