Andalucía

Descanso médico

Arantxa Sánchez Vicario y Josep Santacana
Arantxa Sánchez Vicario y Josep Santacanalarazon

Efectivamente amigos, mi internista me ha aconsejado un descanso sobre el tema catalán. Me asegura que este lío resulta que es adictivo y, por tanto, hay que apartarse del mismo antes de que se convierta en una obsesión de muy difícil recuperación. Soy muy disciplinado y más con lo que te ordena el médico de cabecera –como se llamaba en mis años mozos–, pero de sobra sabemos todos que pocas cosas hay más excitantes que saltarse una prohibición. Aunque este fin de semana tengo la firme decisión de dedicar mi artículo a la frivolidad de las revistas del corazón, que difícilmente incumplirán ningún tipo de leyes. Antes de pasar a desgranar tan definitivos textos, siempre acompañados de fotografías que te hacen en muchos casos babear de envidia, no quiero dejar pasar el Día de Andalucía que se celebró esta semana y que llegó con dos magníficos regalos. La lluvia, que la teníamos olvidada y que supone por fin un respiro y la promesa de que en un par de semanas se empezarán a despertar esos olores sobre los que reina el azahar. Ésa es la señal más segura de que a la vuelta de la esquina estallará la primavera y con ella llegará ese domingo donde volveremos a ser los más afortunados del mundo: la primera cruz de guía portada por un nazareno de túnica blanca inmaculada abrirá la semana que más importa. El resto del año son días que pasan. El segundo gran regalo que nos dejó el 28 de febrero fue saber que nuestros barcos andaluces podrán seguir pescando en los caladeros de Marruecos. Son muchas casas de Barbate, el Puerto de Santa María, Algeciras o Huelva que respiran sabiendo que hay faena, que aunque con fatiguitas, no faltará el pan diario.

«¡Hola!» abre con portada y gran reportaje que se asemejan a una nueva puesta en escena de la dramática obra teatral y posterior película «¿Quién teme a Virginia Woolf?», pero en este caso no está interpretada por Elizabeth Taylor y Richard Burton. Los intérpretes de este drama real son Arantxa Sánchez Vicario y Josep Santacana. En exclusiva ambos hablan para el medio que más se distribuye en el mundo y, por tanto, el que más paga. En las fotos de ambos se nota que esta década de matrimonio no ha debido ser especialmente feliz. Los dos se muestran muy deteriorados. Cierto es que el noviazgo ya resultó polémico. Los padres de la tenista, incluso sus hermanos, vieron el novio menos deseable para la triunfadora deportista. Santacana tenía fama en Barcelona de ser un tanto desahogado en sus tareas o negocios. Con la boda, las relaciones de Arantxa con su familia quedaron abruptamente cortadas. Ahora la pareja se acusa de todos los incumplimientos posibles. Parecen cercados por deudas fiscales graves. Los abogados americanos, uno de los cuales afirma ser el más caro de Miami, seguro que conocen los posibles escondites de la fortuna o lo que quede de la misma, porque si no tuviesen seguridad económica no habrían aceptado el caso. Ésta es una guerra total que sólo por los intereses puede llegar a un entendimiento. Pero «¡Hola!» tiene el arte de pasar de un sórdido drama a la alta comedia. Para ello nos trae en su sección de casas envidiables a Ella Fontanals-Cisneros, una riquísima mujer que acaba de donar a España parte de las más de tres mil obras de arte que posee. Antes que nada, señora, muchas gracias. El reportaje está hecho en su casa de Miami, una de las muchas que tiene por el mundo. Por cierto, en cirujanos plásticos también ha empleado un dinero, no hay más que mirarle la cara. Ella posa con sus tres hijas que parecen clones de mamá. Claro que esta rica mujer lo tiene todo resuelto. Nos cuenta que sus hijas ya tienen sus vidas hechas: Marisa es filántropa; Mariela coleccionista de arte; y Claudia colecciona fotografías. Aunque han nacido con la primitiva ganadora entre los brazos, ya ven por su currículum que han trabajado con dureza para tener su propia fortuna.