Política

Andalucía

Dos tontos útiles

Pablo Casado y su némesis voxiana, tras pasarse toda la campaña apelando al voto útil, se han convertido más bien en el tonto útil de Pedro Sánchez, un presidente que no brilla por sus virtudes intelectuales

El portavoz de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, en la noche electoral /Foto: EFE
El portavoz de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, en la noche electoral /Foto: EFElarazon

Pablo Casado y su némesis voxiana, tras pasarse toda la campaña apelando al voto útil, se han convertido más bien en el tonto útil de Pedro Sánchez, un presidente que no brilla por sus virtudes intelectuales

Si alguien aún no ha entendido la importancia de agrupar el voto, debería preguntar a José Simón, diputado electo del PSOE por Ceuta, circunscripción que no enviaba a un socialista al Congreso desde 1989, cuando Juan José León obtuvo el 37,71% de los votos. Un porcentaje similar (36,33%) cosechó el domingo Su Inminente Señoría, para clausurar treinta años de hegemonía derechista en la ciudad autónoma y obtener el escaño más barato en dicho periodo, pues el histórico Francisco Antonio González ganó la plaza para el PP en 1993 con el 50,93% y renovó su victoria en las cuatro legislaturas siguientes, siempre con más de la mitad de los sufragios. En 2011, Francisco Márquez de la Rubia subió el porcentaje hasta los dos tercios (66,02%) y en 2016, ya con el centro-derecha dividido en tres, sumaron un 63,89% conjunto, incluido medio punto testimonial de Vox. El partido de Santi Abascal ha sido ahora la cabeza de un ratón que ha acumulado un rotundo 57,36% que demuestra que una candidatura conjunta, siquiera con la formación de la que se ha esquejado (Ciudadanos responde a otra naturaleza y no es relevante con su 12%), habría derrotado sin apuros a Simón. Multipliquen este ejemplo prístino, con el correspondiente factor corrector, por la treintena de provincias en las que ha pesado más el fulanismo o el “siglismo” que el interés general y obtendrán el coste aproximado de la estupidez. Pablo Casado y su némesis voxiana, tras pasarse toda la campaña apelando al voto útil, se han convertido más bien en el tonto útil de Pedro Sánchez, un presidente que no brilla por sus virtudes intelectuales, desde luego, pero que resplandece como un genio ante la caterva de fatuos egoístas que le han regalado un cuatrienio en La Moncloa. Dicen amar a España y se comportan como si odiasen a los españoles.