Política

«El islam ya está en Sevilla, necesitamos dignificarlo»

Juan Pedro Andrades, consejero político, y Yihad Sarasúa, presidente de la Comunidad Islámica Mezquita Ishbilia
Juan Pedro Andrades, consejero político, y Yihad Sarasúa, presidente de la Comunidad Islámica Mezquita Ishbilialarazon

Yihad Sarasúa está al frente de la Comunidad Islámica Mezquita Ishbilia, casi en la clandestinidad de un pasaje comercial en el barrio de Amate, uno de los más pobres de España. Desde hace tres años, está embarcado en lo que considera un «gran acontencimiento» para la ciudad: el proyecto de construcción de una mezquita en Sevilla Este. Una idea que desde su presentación ha vuelto a generar debate, pues han sido varios los intentos frustrados en los últimos lustros, pese a tratarse de un colectivo religioso que agrupa a alrededor de 30.000 musulmanes en Sevilla, según los datos de la Comisión Islámica de España.

Al recelo habitual de cierta parte de la ciudadanía se ha sumado el discurso reticente que desde el propio Ayuntamiento traslada el socialista Juan Espadas. Vino a decir el alcalde que aprobará la cesión de los terrenos si los vecinos no se oponen, que es casi decir «no» ante el elevado número de asociaciones que utilizan el altavoz de una sigla para hacer ruido sin ostentar una representatividad significativa. «Si miran a su alrededor, los sevillanos verán que hay muchos musulmanes viviendo con nosotros. Algunos son de origen extranjero y otros sevillanos, como yo. El Islam ya está en Sevilla, lo único que necesitamos es dignificarlo», explica Sarasúa. El primer problema de la Comunidad Islámica Mezquita Ishbilia, «único promotor del proyecto», es que tampoco recibe facilidades para trasladar la información. «Estamos de acuerdo con el alcalde en que éste es un proyecto que la ciudadanía ha de aprobar», resalta Juan Pedro Andrades, consejero político de la comunidad islámica, que hasta ahora destaca la «formidable» acogida de los vecinos que sólo «nos piden información».

El Ayuntamiento argumenta que hay otras alternativas de uso al suelo, como una guardería, que también sería asumida por la comunidad islámica dentro del proyecto. Por ello lamentan que se le haya negado por ahora el acceso a un local donde poder dirigirse a los vecinos. Andrades apela a la «tolerancia» innata de Sevilla, su «diversidad» y a los derechos que otorga la Constitución (libertad de culto). «Nosotros sí sabemos entender la democracia. Esta comunidad lleva en su junta directiva a musulmanes, católicos, ateos...», relata un devoto de San Bernardo.

Los detalles que poco a poco van deslizando son llamativos: 60 millones de inversión para edificar el templo y un complejo cultural que permitiría la creación de 5.000 empleos. Menos datos, por ahora, se han ofrecido sobre los inversores-donantes de los Emiratos Árabes. Tampoco de las adhesiones al proyecto, aunque aseguran que «en breve se darán a conocer», haciendo hincapié en que «este proyecto no tiene color político» y que será una «mezquita para Sevilla, dirigida por sevillanos y que dará empleo a sevillanos». «Mañana o pasado aparecerán multinacionales pidiendo trabajadores de la bolsa de caridad de la comunidad islámica. Y queremos dar la vocalía de empleo a la Federación de Asociaciones de Sevilla para transmitir transparencia. Nos gusta trabajar a través de la unidad de trabajo social para saber cuáles son las familias más desprotegidas de Sevilla», resalta Andrades, que recuerda el impacto laboral que otras grandes mezquitas europeas han tenido en sus emplazamientos y destaca el que tendría en Sevilla por el turismo. «Hemos firmado un convenio y en breve se confirmará una noticia que la ciudad lleva esperando mucho», dice un enigmático Andrades, que avanza la firma con la Junta Islámica de España y el Instituto Halal.

Pero el empleo no es suficiente para que Espadas defienda el proyecto en una ciudad con 80.000 parados. Quizá, por la «ignorancia» hacia lo musulmán. «Tenemos la necesidad de explicarnos y la mezquita permitirá una convivencia y mostrarnos como somos», relata Sarasúa. Y es que muchos ven una mezquita como un posible nido de yihadismo. «Precisamente por eso no queremos locales comerciales, garajes... Una gran mezquita es el mejor método para acabar con los prejuicios y el miedo», añade Sarasúa, que defiende que, sin tener la formalidad del Islam con una gran mezquita, «es complicado crear un censo», como sería deseable para tener un máximo control «directo e indirecto» y saber «lo que hacen y lo que piensan» quienes acceden. Algo a menor escala se hace en Amate y los organismos de seguridad lo avalan. Por último, los responsables del proyecto aclaran ante las protestas de Aprocom que el «complejo turístico de ocio» de 250.000 metros cuadrados en estudio no sería en Sevilla Este e iría más allá de lo que es un centro comercial: «¿Imaginan pistas para esquiar en Sevilla con 40 grados?».