La noche parisina según Raimundo de Madrazo

En las décadas finales del siglo XIX el centro del mundo para los artistas estaba en París. La ciudad suministraba numerosas posibilidades de aprendizaje, junto a los grandes maestros que allí se instalaban, opciones de triunfo y fracaso a partes iguales y, sobre todo, innumerables temáticas. En sus calles y habitantes había una nueva pintura costumbrista, la de la vida moderna de la gran ciudad. Raimundo, hijo y discípulo del gran pintor Federico de Madrazo, residió de forma habitual en París desde 1862 y, como otros muchos de sus contemporáneos, quedó fascinado por la vida nocturna parisina. Una excelente muestra es esta “Salida del baile de máscaras” del Museo Carmen Thyssen de Málaga. Recoge una escena ante la sala de baile Valentino que, situada en el 251 de la rue Saint-Honoré, era una de las más célebres de la capital francesa. Varios personajes disfrazados salen de un baile de máscaras, destacándose entre ellos un pareja ante la puerta: un caballero, cuyo rostro recuerda al del propio pintor (¿acaso sea un autorretrato?), charlando con una joven a la que quizá esté invitando a acompañarle en un coche de caballos.

La obra es un hermoso nocturno en el que, aparte de la anécdota temática, tiene singular protagonismo la luz artificial que organiza magistralmente la composición. Los farolillos sobre la entrada de la sala de fiestas llaman la atención hacia su nombre, la luz que sale del interior recorta al pintor y su compañera, una lámpara destaca el rótulo del vecino Hotel du Nord y unos pequeños faroles anuncian la presencia de dos coches de caballos.

Los reflejos de estas luces, en los charcos, cristales y objetos metálicos, testimonian la aguda capacidad de observación del pintor y su atención al detalle, al tiempo que completan una imagen bellísima y cautivadora de esa noche parisina, hoy conocida sobre todo de mano del gran Toulouse-Lautrec.