Sevilla
La Revolución francesa después del 15M
El escritor Éric Vuillard presenta «14 de julio», un intenso retrato donde la multitud toma nombre
El escritor Éric Vuillard presenta «14 de julio», un intenso retrato donde la multitud toma nombre
«Mi libro no es una contrahistoria, es popular en su esencia, pero he intentado pegarme a los archivos históricos para contar una historia colectiva, que es el objetivo de la literatura». Así resume el escritor francés Éric Vuillard su última novela, una recreación del «14 de julio» francés muy influida –admite– por las acampadas del 15M español y movimientos similares que surgieron en Europa y el mundo árabe. «El triunfo que supuso aquél día parece llamar de vez en cuando a la puerta de los políticos para preguntarles, ¿qué pasa con los principios?, ¿solo se trata de ser iguales y libres? La gente dice que solo eso ya no es suficiente». Su lectura evoca a la «María Antonieta» de Stefan Zweig, por suponer una narración de un mismo momento pero completamente opuesta, al haberla escrito inmerso en el sentir de una multitud que aquel día, persona a persona, cambió la Historia. Vuillard, sin embargo, rehuye esa hipótesis. «Siempre se escribe desde la posición social que uno ocupa y, por lo tanto, es diferente escribir de la Revolución francesa antes de la Guerra y en alemán, a escribir hoy, como francés, donde vemos que existe un pueblo que se busca a sí mismo», aclara. «Sin querer juzgar a Zweig, hoy escribir sobre María Antonieta sería difícil porque hubo un movimiento importante en Grecia, en Francia, en España y en el mundo árabe que permite ver la Revolución francesa de otra manera».
El conflicto social abierto actualmente en su país con los chalecos amarillos –cuyas protestas contra el presidente Macron se alargan tres meses– obliga a preguntarle: ¿nada cambia en Versalles? «Han cambiado muchas cosas, pero es cierto que nuestra sociedad es muy jerárquica y se podría decir que bajo una nueva forma, proveniente de la Revolución Industrial, las desigualdades económicas son mucho más importantes ahora –mantiene–. Se puede considerar hoy en día que los levantamientos populares, como en el pasado, son el único límite que puede existir al poder».
Para el autor, el éxito de la extrema derecha que se está extendiendo por Europa, aprovechando precisamente la indignación popular, evidencia que «la democracia tiene fallos por doquier. Protestan porque la delegación de poder plantea problemas por la gran distancia que existe entre el mundo político y el pueblo. Esos mismo fallos permiten que la extrema derecha esté triunfando», concluye.
Para completar su trepidante relato, de apenas 180 páginas, Vuillard reproduce en su obra nombres, profesiones e incluso descripciones reales de fallecidos en la revuelta y en los meses previos –cómo iban vestidos, las heridas que sufrieron o su edad aproximada–. Los apuntes oficiales no pusieron excesivo celo en las víctimas, reservando la minuciosidad para las pérdidas materiales, quedando registrado hasta el último pomo como en el caso del asalto a la Folie Titon. «Lo que reflejan los archivos en ese momento es la estructura desigual de las sociedades. Estos notarios o juristas que apuntan en 1.789 por un lado los bienes destruidos con mucho detalle y con tan poco escrúpulo a las personas, son un poco primos de los escritores de entonces, que juegan el mismo papel. La Revolución va a romper con todo esto y cuando la temperatura política sube algunos escritores van a emplear un lenguaje más cuidadoso con las personas». El autor cita como ejemplo un episodio real, recreado a través de los documentos que consultó: narra cómo una viuda acude ocho meses después a identificar el cuerpo de su marido, muerto en el asalto. «Una mujer pobre va a reconocer a su esposo y el notario registra ese hecho en un margen, de forma confusa, solo por ahorrar papel», lamenta.
La novela acaba de publicarse pero está escrita antes que «El orden del día», con la que ganó el prestigioso Premio Goncourt en 2017. «La idea me viene a partir de 2008, cuando aparece ese pueblo que se está buscando a sí mismo en Europa y el mundo árabe. Es interesante ver de forma diferente la Revolución francesa u otros procesos revolucionarios del pasado porque se entienden de otra manera a través de un presente que se activa y despierta la Historia».
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