Caso Marta del Castillo
Los implicados en el «caso Marta», ocho años después
Carcaño sigue en prisión, «el Cuco» se sacó «el carné, tiene coche» y «tatúa en su domicilio»; y Samuel «está entre Francia y Sevilla»
Ocho años parece tiempo insuficiente para borrar las huellas de un crimen que hasta los graffitis recuerdan en las calles de Sevilla. O, según el caso, puede que sí, mientras la familia de Marta del Castillo vive este tiempo «con desesperación, cuanto más lejos nos vamos de la fecha». «Marta, ocho años después, olor a incienso y redobles de tambores y cornetas. Seguimos echándote de menos», señalaba Antonio del Castillo vía Twitter en la efeméride de la desaparición de su hija.
Miguel Carcaño: sin permisos penitenciarios
Miguel Carcaño continúa en la prisión de Herrera de La Mancha. Le quedan algo más de 12 años de pena. «Lo raro es que no ha salido ya con permiso penitenciario. Me opondría rotundamente a la salida de Carcaño, siempre y cuando no colabore. Debe cumplir la pena íntegra. Sería muy duro que a los ocho años estuviera por la calle», señaló el padre de Marta. Carcaño sólo ha salido de prisión para someterse a las pruebas –el llamado test de la verdad– en Zaragoza para conocer la credibilidad de las posibles ubicaciones que ha ofrecido sobre el paradero del cuerpo. También estuvo con los agentes en Camas, para la última búsqueda en unos pozos de un descampado, donde aparecieron unos huesos que, tras las pruebas, resultó que tenían cientos de años.
«El Cuco», «tatuador» en su domicilio
«El Cuco» es el implicado que más se ha prodigado, involuntariamente, en los medios, a raíz de la actualidad informativa en relación al supuesto infiltrado y al juicio por falso testimonio de sus padres. En todas sus apariciones, con el rostro cubierto, habitúa a amenazar a los periodistas incluso con «coger un adoquín». «Estoy malo de los nervios», también ha gritado. En uno de sus arrebatos ante las cámaras llega a decir que le han condenado «por encubrimiento en grupo. ¿Dónde está el grupo?». «El Cuco», y su madre como responsable subsidiaria, está condenado al pago de 434.000 euros por la búsqueda de Marta. Pese a la losa que supondría esta cantidad en cualquier economía doméstica, según fuentes de la familia de Marta, «el Cuco» en este tiempo «se ha sacado el carné; tiene vehículo y la madre sigue con su coche que tenía». Rosalía, la madre del implicado, seguiría trabajando. La familia de Marta se reunió con el fiscal para interesarse por el pago de la búsqueda «y nos dijeron que como era dinero del Estado no teníamos que meternos ahí. Parece ser que no le importa a nadie». También Carcaño «está condenado a pagarme a mí y a mis hijas y por la búsqueda» pero «el único que hace frente a lo que dice la ley soy yo, y me va así». «Si me importara la ley lo mismo que a ellos, yo viviría mejor. Los que seguimos la ley a rajatabla somos a los que nos cuesta el dinero. Y la salud. Soy el afectado y encima soy el que paga», señaló Del Castillo en una entrevista en LA RAZÓN. «El Cuco» está «tatuando en su casa y también va a Francia con el amigo». «La madre le compró una camilla de tatuar, se ve que no le falta, aunque debe pagar la búsqueda al Estado».
Samuel Benítez, entre Francia e Instagram
Samuel Benítez «está con una novia y va a Francia y viene». Sube fotos a las redes sociales, sobre todo a Instragram, igual que hace ocho años en Tuenti, como cualquier chaval de su edad.
Javier y María, volver a empezar en Málaga
Francisco Javier «estuvo en Málaga con la novia, que montó una clínica de podología». El hermano de Miguel Carcaño, Francisco Javier Delgado, y su pareja, María García, con una sentencia firme de absolución en la mano, pusieron tierra de por medio y se marcharon de la capital hispalense, según pudo saber este diario de fuentes cercanas. La pareja, que –a diferencia del resto de implicados, que varió de relato– siempre ha mantenido una única versión de los hechos basada en su inocencia, se ha quejado a través de sus abogados e, incluso, a través de entrevistas en el caso de Delgado, de que el crimen de Marta les ha arruinado la vida; por más que el juez de Instrucción número 4 de Sevilla, Francisco de Asís Molina, considere –también tras la última versión de Miguel de que su hermano fue quien mató a Marta y la enterraron en un descampado de La Rinconada– que «no existe el más mínimo indicio» de que el hermano de Carcaño participara en la muerte de la menor y su novia lo encubriese. El hermano de Miguel fue despedido de su trabajo como vigilante (ejercía en el centro de salud del sevillano barrio de El Pumarejo) y acabó cerrando el negocio que tenía a medias con otros socios, el bar Dseda, entre Nervión y Santa Justa, donde dijo que estuvo trabajando la noche del crimen. Desde que sucedieron los hechos, al parecer, ha roto toda relación con su hermano.
Ninguno ha hecho «ni un amago de contactar. Yo no quiero que me pidan perdón ni nada, yo sólo quiero que me digan dónde está mi hija. Yo creo que una vez que digan dónde está mi hija –porque ahora me preocupo de saber dónde está cada uno y doy las gracias a los centenares de personas que me dicen los he visto aquí o allí, si me dijeran dónde está mi hija, no me preocuparía ni lo que hacen», señaló Antonio del Castillo, que quiso agradecer expresamente a «las cientos de personas que nos mantienen informadas» sobre el paradero de los implicados en la muerte de Marta.
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