Cádiz

Málaga, la Tabarnia andaluza

La Razón
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Después de la razzia de 2011, vino el gatillazo de 2015, con ese rosario de amargas victorias y rabia por los pactos de perdedores. La relación del Partido Popular andaluz con las elecciones municipales es una pura ciclotimia con tendencia a la montaña rusa y por eso, frente al carajal de las candidaturas nonatas en importantes plazas perdidas cuya recuperación resulta quimérica (Sevilla, Cádiz, Córdoba, la implosión jiennense...), el anuncio de que Francisco de la Torre se presentará a la reelección, y será holgadamente reelegido, ha traído un poco de paz adonde sólo había tribulación. A su paisano Juanma Moreno, sorprendente líder regional mediante dedazo sorayesco y arenoso, se le está poniendo toda la cara de un García Albiol en la frontera de lo extraparlamentario y para darle algo de aire, ha dado un paso al frente el brillante regidor de Málaga, quien ha cumplido 75 años (tendrá 80 cuando termine su quinto mandato) exhibiendo una insultante juventud. Luce mucho más lozano, desde luego, que esos viejóvenes que pastorean al PP meridional desde la Costa del Sol. Voluntariamente exiliado del sectarismo para escarnio de sus benjamines, De la Torre ha alcanzado ese nirvana político consistente en infundir tal admiración en sus rivales, que nadie se atreve a medirse con él en las urnas. Ni pedristas ni susanistas encuentran voluntario para asaltar su fortaleza, que desde la capital ha ido tiñendo de azul la provincia más próspera y pujante de la región, como un remedo sureño de esa maravillosa bufonada que es Tabarnia en oposición a la rústica Tractoria, el agro andaluz impermeable al cambio y sojuzgador de la inteligencia. Qué suerte para quienes lo disfruten como alcalde y qué pena para quienes anhelan líderes dignos de tal calificación.