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Oro en los invernaderos

En veinte años Huelva ha pasado de recibir 200 temporeros marroquíes a albergar 20.000, sobre todo para la fresa.

Oro en los invernaderos
Oro en los invernaderoslarazon

En Lepe ya está en marcha la recolección de la fresa, oro puro rojo en esta zona de Andalucía.

En Lepe ya está en marcha la recolección de la fresa, oro puro rojo en esta zona de Andalucía. La campaña va con bastante retraso. La irrupción de un templado febrero ha demorado los preparativos de la cosecha en relación a la del año anas que llegan a la estación de autobuses en busca de un invernadero. El número total de trabajadores es incierto. El único dato seguro son las 19.180 freseras que llegan con contrato desde Marruecos.

Debajo de una de las marquesinas de diseño moderno que hay en la estación de autobuses lepera está Jonás. Aunque no hace frío, el sol es agradable en esta parte del pueblo, más bien a la intemperie y sin cobijo de los vientos atlánticos. En asuntos agrícolas no hay quien le gane a Jonás, que explica los entresijos de la fresa mientras espera a un paisano que viene de Sevilla. «La planta madre viene de Castilla y León y luego se planta en los invernaderos. Las lluvias impidieron la normal maduración y todo se ha retrasado», matiza.

Jonás, que en realidad se llama Yuness, es un marroquí cuarentón de Tánger que lleva 12 años de residencia en Huelva. Por estas fechas, dice, en Lepe no solamente hay leperos. En los periódicos del día se ve la foto de los reyes Felipe VI y Mohammed VI en Rabat. «Yo nunca he estado en Rabat», señala Yuness, que se sabe la historia de Jonás y la ballena por los textos sagrados del Islam. Las religiones semíticas comparten más profetas que reconciliaciones. Para Yuness «siempre es bueno que los monarcas de España y Marruecos se vean de vez en cuando», explica en un perfecto español. Pero lo que mejor se le da a Yuness son las cuentas.

A mediados de enero, detalla Yuness, terminó la selección de temporeros para la contratación en origen desde Marruecos. Antes de cada campaña, los agricultores calculan la mano de obra que precisarán para la campaña del fruto rojo. En primer lugar, el Servicio Andaluz de Empleo activa la contratación de oriundos. Los que faltan suelen llegar de Marruecos. Y suelen ser mujeres. Y es el Gobierno marroquí, previo acuerdo con el Ministerio de Trabajo, el que da curso de naturaleza a las freseras que escalonadamente llegan estas semanas a Huelva. En 20 años, Huelva ha pasado de recibir a 200 temporeros marroquíes a albergar a 20.000. «Hablamos de trabajadores legales», afina Yuness, quien no tenía papeles en los primeros años de su trabajo en Lepe. La cosa ha mejorado mucho, dice. Las relaciones de España con Marruecos, prosigue Yuness, son muy diferentes. «Y los reyes tienen mucho que ver», cuenta antes de elogiar la «elegancia» de la pareja real española.

Con todo, según los registros del Ministerio de Interior, España expulsó hasta octubre del pasado año a 1.489 marroquíes. «Algo harían. A mí nadie me ha echado nunca», dice Yuness.

Ya sea por las relaciones de buena vecindad o por intereses compartidos en sectores estratégicos, las relaciones comerciales y laborales entre los dos países siguen de un tiempo a esta parte un proceso continuo de desarrollo. El incidente del islote de Peregil está más que superado. El envío de temporeras de la fresa a Huelva es sólo la punta del iceberg, pues el volumen de comercio bilateral de España y Marruecos se ha disparado. En el año 2016, el país alauita exportó a la península un género con un valor de 6.934 millones de euros, por delante de Argelia y del resto de países del Magreb. El intercambio no para.

Diferentes son los intercambios a los que son sometidas ciertas «paisanas», pero sobre esos detalles prefiere callar Yuness. Que se entrometieran Diego Cañamero y sus infanterías del SAT perjudicó más que favoreció, explica. Al final, la anécdota pasa a ser categoría, lo cual se convierte en algo «injusto». La buena vecindad en estos momentos está mediada por índices de importación y exportación y ahí no hay cuestionen de alcoba que valgan. España necesita a trabajadores para las campañas agrícolas y a Marruecos le urge apaciguar el desamparo del norte. Muchas de las recolectoras de fresa que llegan son precisamente del Rif, región en donde el conflicto con Rabat se reaviva con cualquier flama. A los países les conviene ordenar los flujos migratorios. La fresa es sólo un grano en medio de un desierto donde plantar oasis, viene a explicar Yuness con un refrán tangerino, ya sea con palmeras o con plantaciones de placas solares.