Jubilación

Salarios de jóvenes y pensiones de jubilados

Dos jóvenes, junto a una oficina del Servicio Andaluz de Empleo
Dos jóvenes, junto a una oficina del Servicio Andaluz de Empleolarazon

La pensión media que un recién jubilado comienza a cobrar en Andalucía está once céntimos por encima de los 826 euros mensuales. Es una cantidad que cobrará catorce veces al año y que se aleja bastante de la media nacional que alcanzó los 1.071 euros en diciembre de 2017.

El salario medio que cobrará un joven andaluz de entre dieciocho y veinticinco años será, en cambio, de 354 euros. Como probablemente en este rango de edad hay mucho empleo a tiempo parcial, es más representativo poner la lupa en el sueldo medio de los jóvenes andaluces de entre los veintiséis y los treinta y cinco años. En este caso, el salario se acerca más, pero sin llegar al de la pensión que acaban de reconocer a su abuelo: 809 euros que también se alejan de la misma cifra en media nacional (1.043 euros). Esto es lo que hay, señores.

Afinemos las cosas. Los datos de pensiones los he tomado del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, concretamente de la serie de pensiones contributivas. De entre las personas que perciben estas pensiones –9,56 millones a finales de 2017– las más son los jubilados (5,87 millones) seguidos de los 2,36 millones que perciben una pensión de viudedad.

Los datos de ingresos salariales proceden de fuentes fiscales. Concretamente de la estadística Mercado de trabajo y pensiones en las fuentes tributarias publicada por la Agencia Tributaria. La información de esta fuente estadística procede del Modelo 190 en el que se detalla la relación de Perceptores de Salarios, Pensiones y Prestaciones por Desempleo presentada por los empleadores mediante la Declaración Anual de Retenciones e Ingresos a Cuenta sobre Rendimientos del Trabajo.

Hay dos preguntas que los datos anteriores suelen suscitar: ¿pueden los salarios de los jóvenes trabajadores financiar las pensiones de los jóvenes jubilados? y ¿los datos actuales son muy distintos a los previos al estallido de la burbuja inmobiliaria?

Para responder a la primera pregunta hay que buscar donde está la gran masa de trabajadores actuales. Si se encuentran en un rango de edad con salarios mucho más altos que la cuantía de los jóvenes jubilados la cuestión no sería tan preocupante. Veamos. Cuestionémonos cuál es el salario más frecuente cuando nos ponemos a preguntar en España. El Instituto Nacional de Estadística cuando elabora la Encuesta de Estructura Salarial pregunta por la Cotización a la Seguridad Social que hacen 28.500 establecimientos que, en conjunto, emplean a unos 220.000 trabajadores. Con datos de 2015 la ganancia salarial bruta o salario más frecuente en España era de 1.178 euros al mes, esto es, apenas 100 euros más que la pensión promedio nacional por jubilación en diciembre de 2017. Sólo es posible financiar esto si hay muchos más trabajadores cotizando que pensionistas cobrando. Pues bien, los números son estos: los trabajadores afiliados a la Seguridad Social en noviembre del año pasado eran 18,4 millones (el dato de ocupados que arroja la Encuesta de Población Activa eleva la cifra a 19 millones). Este es el número de cotizantes con el que se pagan las pensiones contributivas de 9,56 millones de compatriotas. Así las cosas, el problema es la tendencia tanto en demografía como en el valor de los salarios y de las pensiones.

Para responder a la segunda pregunta basta con comparar los salarios en el último año previo a la crisis (2007) con los que se han registrado diez años más tarde, una vez que se da por superada casi la crisis si miramos, por ejemplo, el número de empleos recuperados. En Andalucía, un joven de entre 26 y 35 años en 2007 dice la estadística de la Agencia Tributaria que ganaba unos 546 euros al mes. Cuesta trabajo creer esto pero es lo que resulta de dividir por catorce pagas el salario anual que ofrece esta fuente. En 2017 el salario para el mismo rango de edad había subido hasta los 809 euros. Téngase en cuenta que desde el debut de la crisis, los precios se han mantenido esencialmente estables por lo que el matiz de ajustar los salarios por la inflación no resultaría significativo. Este último dato (el de que los salarios han seguido creciendo pese a la recesión) se compadece mal con lo que los economistas llaman «devaluación interna». Este concepto nos dice que dado que los países de la zona euro no tenemos la posibilidad de devaluar nuestra moneda para trampear la crisis (favoreciendo las exportaciones y trabando las importaciones), lo que hemos hecho ha sido devaluar internamente los costes de producción pagando menos por hacer lo mismo para así ganar una competitividad que tradicionalmente venía de la mano de la devaluación. Los datos no sostienen esto; ni los que arroja el INE en la Encuesta de Estructura Salarial ni los que ofrece la Agencia Tributaria.

Las estadísticas van en contra de la extensión social del «precariado» o generación (imponderadamente catalogada como la más preparada) que tendrá que trabajar mucho más por bastante menos de lo que sus padres cobraron.

Antes del estallido de la burbuja, ganar 1.000 euros al mes te convertía en un mileurista y casi en un «pringadillo» social. Con un sueldo de ese tamaño ahora te ponen alfombras en no pocos comercios y bancos para según qué cosas. Paradójicamente las estadísticas no dicen lo mismo, a pesar de que los estadísticos sostienen que el plural de «anécdota» es «estadística».