Elecciones andaluzas
Valderas y la manifestación oficial
El 28F, una vez más, amaneció para volver a pedir por los deseos cumplidos de hace tres décadas. La radio regional emitía el proverbio Rom: «Si no sabes hacia donde vas, acuérdate de donde vienes...». Esta Junta de Griñán se va meciendo, llevada por la marea y la pobreza creciente, culpando de las simas del paro al Gobierno. Y ante la llegada de la conmemoración, como una ópera sin libreto, está obligada a volver a la música del pasado. Tanta complacencia nos lleva al rebaño de Panurgo: «Siempre hacia adelante, pero siempre en el mismo sitio».
Es la inevitable festividad la que deja en evidencia esta oxidación del poder. Si Andalucía es «una autonomía de primera por aquel movimiento tectónico de la izquierda y la sociedad», ¿cabe exigir al Gobierno regional resultados y estrategias? ¿No podría entenderse que la región hinchó el espíritu y se dotó de los medios legales para conseguir su realización?
Este juego de manos del PSOE es Manuel Chaves al frente de la manifestación oficial contra los recortes del gobierno. Manifestación y oficial. La iniciativa era una protesta avalada por los miembros de los dos partidos que están en el Ejecutivo andaluz. Chaves fue casi 20 años presidente de la Junta y, por fin, ha roto en manifestante. Protestar, y en la Junta son elementales, sólo hay que protestar contra el gobierno de la derecha; contra el porqué de todos nuestros males, que son, como nos cuentan, males de importación. Del buen tiempo es responsable la Junta y del frío es culpable Cristobal Montoro. Como hacía aquel caritativo censor de Jesús Pardo, en las previsiones meteorológicas andaluzas están por decirnos que no va a nevar para no darnos disgustos. El vicepresidente, Diego Valderas, trata de digerir que, aunque, los suyos de Izquierda Unida ya son el poder, siguen siendo la revolución. Fue con bufanda a la manifa y luego se puso corbata para la entrega de medallas. Allí, a las puertas del Teatro de la Maestranza, hubo una segunda manifestación, con la izquierda en camiseta, la izquierda a la izquierda de San Telmo. Los irreductibles, a lo Emiliano Zapata, quienes, como aquel, huirían del despacho al descubrir que empezaban a firmabar leyes y decretos contra lo que habían defendido en el arroyo. Esta otra izquierda del frío –que según Diego Cañamero siempre viene de escardar remolacha- protestó contra todos. Valderas los miraba haciendo cuenta del gentío: «No son tantos», musitaba. Diego estaba tras la cristalera, igual que en el anuncio de la 'runner' de Nike que atraviesa la ciudad ante la mirada de desprecio de los que la observan desde los ventanales. «Son otros los que están encerrados», decía aquel slogan. Era Valderas el que, después de salir a la calle y protestar contra los recortes de la autoridad, estaba dentro del teatro de La Maestranza. El señor vicepresidente de la Junta de Andalucía, una autonomía de primera.
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