Investigación científica

El Instituto de la Viña de la ULE aspira a lograr su primera patente internacional

El equipo de Juan José Rubio, en los laboratorios del Instituto de Investigación de la Viña y el Vino de la Universidad de León.
El equipo de Juan José Rubio, en los laboratorios del Instituto de Investigación de la Viña y el Vino de la Universidad de León.larazon

El Instituto de la Viña de la ULE aspira a lograr su primera patente internacional. Una investigación desarrollada durante los seis últimos años por el Instituto de la Viña y el Vino de la Universidad de León (ULE) para las Bodegas Vega Sicilia aspira a conseguir la que sería la primera patente internacional para este centro con uno de sus proyectos. En concreto, se trata de un trabajo que se ha venido acometiendo en viñedos de la empresa vallisoletana con el objetivo de intentar desarrollar tratamientos efectivos que frenen la entrada de hongos en las plantas de vid.

El investigador del Instituto de la Viña y el Vino, Juan José Rubio, explica que las plantas de vid se podan todos los años, lo que genera «cantidad de heridas» a través de las cuales es fácil que puedan penetrar hongos en la planta y, a través de los haces conductores por los que se transporta la savia, provocar problemas que son los que se conocen como enfermedades de la madera de vid, y que incluso pueden tener como consecuencia la muerte de la planta.

Por ese motivo, se planteó la posibilidad de mezclar antifúngicos naturales para proteger esas heridas de poda y evitar el acceso de los hongos al interior de la planta. Rubio puntualizó que se abogó por el uso de antifúngicos naturales dado que las directivas de la Unión Europea cada vez restringen más el uso de pesticidas de síntesis química «porque son nocivos para el medio ambiente, para los seres vivos e incluso pueden aparecer residuos en el vino o en otros alimentos».

Las alternativas que propuso el equipo de profesionales del Instituto de la Viña y el Vino fue el empleo de antifúngicos como el extracto de ajo, el quitosán que se obtiene de crustáceos como las gambas o los camarones, o aceites esenciales. «Hay muchísimas sustancias naturales que tienen efecto antifúngico y a las que no se ha prestado atención», recalcó Rubio.

Dado que la propietaria de la patente es la propia bodega vallisoletana, tendrá que ser ella quien determine la comercialización o no del producto.