Castilla y León

Garoña reversible

La Razón
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En la Junta de Castilla y León tienen una fe ciega en el talento de Alberto Nadal, secretario de Estado de Energía, y en la influencia de su hermano gemelo Álvaro, director de la Oficina Económica de Mariano Rajoy, para salvar Garoña, burocráticamente cerrada el sábado por la pataleta de la empresa propietaria ante el encarecimiento en un treinta por ciento de los costes de producción.

La cuestión principal son los 299 puestos de trabajo directos de Nuclenor y los 468 de 55 compañías subcontratadas, además de los generados indirectamente en el sector servicios y otras áreas de la zona de influencia de esta instalación perteneciente al cincuenta por ciento a Iberdrola y Endesa.

Si, como dice el Consejo de Seguridad Nuclear, la central no ofrece riesgo alguno tras sus 42 años de operaciones y puede seguir aportando energía a la red eléctrica durante el tiempo que se establezca bajo las premisas de seguridad y fiabilidad, no parece que haya motivo de peso alguno que aconseje su desmantelamiento y menos cuando sus indicadores de los últimos cuatro años la ponen entre las mejores del mundo de su tecnología, con un 94,78 por ciento de disponibilidad en 2012 y entre un 90 y 95 por ciento de factor de operación medio en la última década.

Por eso, y más teniendo en cuenta el escenario económico y social en el que nos movemos, no extraña la que la mano experta y sensata del Consejero de Economía tenga puestas todas sus esperanzas en Alberto Nadal para que el cierre de Garoña sea realmente reversible, de acuerdo con la posibilidad adelantada el viernes por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría.