Castilla y León
Los libreros de la Comunidad se movilizan para atraer y enganchar a nuevos lectores
La presidenta del Gremio de Castilla y León, Pilar Pérez-Canales, denuncia la competencia desleal en libros de texto que llevan a cabo los colegios, Ampas y las grandes superficies
La unión hace la fuerza y si ello ayuda a la supervivencia de un sector, bienvenido sea. Corría finales del año 2010 cuando nacía el Gremio de Libreros de Castilla y León. Eran momentos tumultuosos para unos establecimientos, centenarios algunos, que no pasaban por su mejor tiempo. La crisis hacía mella en ellos y era el momento de dar un paso al frente. Y una librera de toda la vida, Pilar Pérez-Canales, lideraba este proyecto que a día de hoy cuenta con un centenar de socios y que está inmerso en continuas iniciativas para «atraer y enganchar a nuevos lectores», como señala en un encuentro con LA RAZÓN.
«Teníamos que hacer algo. No podíamos estancarnos en nuestras cuatro paredes», indica la presidenta del Gremio. De esta manera se multiplican las actividades en las librerías, y se sale a dar charlas a colegios e institutos para fomentar el hábito lector. Además, con el apoyo de la Junta se creó el distintivo «Librería de Referencia Cultural de Castilla y León», y en la primera convocatoria ya son 21 en la Comunidad que poseen este sello, pionero en España, y con el que se pretende «afianzar su papel como agentes culturales». «Somos, aún hoy, imprescindibles a la hora de seguir enganchando a los lectores y, en especial, en aconsejar a aquellos que llegan a la tienda», asegura Pérez-Canales.
Pero el sector también cuenta con dos hándicaps importantes. La entrada de las nuevas tecnologías y, en especial, la ‘‘competencia desleal’’ en la venta de libros de texto o escolares. En el primero de los casos, la dueña también de «Del Espolón» en Burgos advierte que no se ha regulado en España por el continuo pirateo que existe, algo que perjudica tanto al escritor como al librero. Eso sí, reconoce que la venta digital se ha estabilizado y que «los verdaderos lectores han vuelto al papel.
Pero el principal campo de batalla se halla en el segundo punto, con la entrada en escena de colegios, Ampas, grandes superficies e incluso vendedores particulares, que «no se ajustan a la Ley del Libro y no están regulados para vender y que nos están perjudicando demasiado», declara. En este sentido, hace un llamamiento a las administraciones para que se impliquen más y corten de raíz esta situación anómala.
Con numerosos años al frente de la «Librería del Espolón», Pilar Pérez-Canales certifica que se ha dado un vuelco fundamental en el perfil de personas que visitan el esteblecimiento. «He vivido y nacido entre libros, y cuando era pequeña, el 90 por ciento de los clientes que entraban aquí eran hombres. Ahora el 60 por ciento son mujeres», indica. También argumenta que mientras el varón es más selectivo a la hora de comprar, la mujer «lee de lo que sea» y que se ha incrementado notablemente los lectores con edades comprendidas entre los 9 y 14 años, aunque después de esa edad, los adolescentes dejan aparcada la lectura. «Pero el poso queda ahí, y el que es lector o sigue leyendo o lo recupera años después», matiza. En cuanto a las temáticas, reconoce que va por modas. La novela histórica ha bajado mientras que la policiaca, «aunque siempre se ha considerado un género menor, aunque desconozco el motivo», reconoce la librera, se encuentra en auge. El best-seller se sigue vendiendo sólo y «El Quijote», coincidiendo con el IV centenario cervantino, se ha disparado en las compras. Y para acabar tres recomedaciones para aquellos que acudan a próximas Ferias del Libro: «Los amantes bajo el Danubio», de Federico Andahazi; «Yo sé por qué canta el pajaro enjaulado», de Maya Angelou; y el clásico «El Gatopardo», de Lampedusa.
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