Castilla y León
Ocho de cada diez practicantes de yoga son mujeres de 30 a 50 años
El próximo miércoles se celebra el Día Internacional de esta disciplina que cultiva cuerpo, mente y alma y que gana adeptos en Castilla y León
Mujer de entre 30 y 50 años que busca calma interior y sentirse mejor frente al estrés diario. Este puede ser el perfil del practicante de yoga hoy en día en España, en general, y en Castilla y León, en particular. Especialmente en lugares privados, puesto que esta disciplina se imparte también y cada vez más en numerosos centros cívicos de ciudades y pueblos. Lugares en los que la edad media suele crecer algo más y se sitúa entre los 50 y 70 años.
¿El motivo del por qué los hombres practican menos el yoga? Pues según cuenta a LA RAZÓN el maestro yogui, Jorge Nadanta, puede ser que les cuesta más cuidarse o también que desconozcan los beneficios de una práctica continuada.
Pero, de la misma forma, cada vez son más las personas que buscan también en el yoga ganar en agilidad mental, reencontrar la ilusión y la confianza y, en definitiva, ganar en calidad de vida y mejorar su salud. De hecho, el también director de la vallisoletana Escuela de Yoga «Nadanta Crecimiento Creativo», asegura gran parte de los que acuden a las escuelas de esta filosofía de origen hindú, vienen recomendados por médicos de Atención Primaria que aconsejan a sus pacientes que conozcan y hagan yoga para poder recuperarse de sus dolencias.
«Los profesores somos cada vez más técnicos y tenemos mayores conocimientos anatómicos», señala Jorge Nadanta, quien recomienda usar esta práctica de meditación con frecuencia a nivel terapéutico para saber gestionar el estrés, mejorar la capacidad respiratoria y hacer frente a lesiones que no son posturales. Y si es posible, sugiere hacerlo durante unos minutos cada día de forma individual, y dos veces a la semana de manera guiada por un profesor. «Con estas tres cosas, tienes una gran llave para mejorar la salud», sostiene.
Una filosofía de moda
Este miércoles se celebra el Día Internacional del Yoga, una filosofía oriental que cultiva cuerpo, mente y alma, pero también un estilo de vida para muchos que está de moda y que gana adeptos cada día. Y aunque es difícil saber un número exacto de practicantes en el mundo, sólo en los Estados Unidos, país puntero en esta materia, se estima que practican yoga alrededor de 200 millones de personas, la mitad de su población.
Tipos de yoga hay muchos: ya sea de servicio desinteresado como es el Karma Yoga, de estudio o de contemplación. Pero todos ellos con un nexo común: la unión del cuerpo y la mente. Nadanta explica que el que más se practica en occidente es el denominado Hatha Yoga, que abarca aspectos físicos de la práctica yóguica (como asanas o posturas y mudras), así como de la respiración, meditación y purificación espiritual. «Se apoya en el cuerpo como herramienta para llegar a la exploración de uno mismo. Y es el ideal para los que necesitan conciliar un buen estado físico y de salud», apunta. Una variedad del yoga que abre paso a la meditación, dice, «porque el cuerpo está más libre, la energía más equilibrada y la mente mucho más enfocada».
Sobre su auge, el maestro cree que muchos se acercan al yoga porque han agotado sus caminos en la vida y buscan una salida y encontrarse a sí mismos. Si bien, reconoce que gran parte de culpa de este boom la tiene la mercadotecnia que se ha apoderado de esta práctica. Sobre todo, afirma, en EEUU, con modalidades tan dispares como el yoga con cabras. Esto es algo que no le gusta ni comparte. «Hay riesgo de que se pierda el sentido del yoga y se confunda a la gente. No por poner más colores, el cuadro va a quedar mejor», advierte.
Asegura que el yoga se dirige hacia una mayor profesionalización. A convertirse en un sector económico como cualquier otro. Y destaca el cada vez mayor acercamiento del yoga a la ciencia.
También alerta del intrusismo o más bien de la osadía y falta de responsabilidad, como le gusta decir a Jorge Nadanta, al que le preocupa que haya gente «osada» que, sin haber hecho nada de yoga, se lance a dar clases sin conocer el fondo filosófico de una disciplina que tiene un plan de estudios en España pero no una certificación oficial.
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