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Carme Ruscadella: como hacer las cosas a tu manera

Ayer fue la última noche de su restaurante tres estrellas Michelin Sant Pau de Sant Pol de Mar, una institución de la mejor cocina catalana

Carme Ruscalleda detrás de los fogones del restaurante «Sant Pau» cuyo talento convirtió en tres estrellas Michelin
Carme Ruscalleda detrás de los fogones del restaurante «Sant Pau» cuyo talento convirtió en tres estrellas Michelinlarazon

Ayer fue la última noche de su restaurante tres estrellas Michelin Sant Pau de Sant Pol de Mar, una institución de la mejor cocina catalana.

La cocinera Carme Ruscalleda cerró anoche las puertas de su restaurante tres estrellas Michelin Sant Pau de Sant Pol de Mar (Barcelona), tras una carrera exitosa de tres décadas. «Hago un balance muy bueno, y en estos treinta años no he parado de hacer cosas a mi manera», dijo. En una entrevista concedida a Efe, Ruscalleda reconoció que «ha habido momentos de duda, de si llegaríamos hasta aquí y evidentemente cerramos en plenitud, sabiendo que nuestros clientes se ponían en nuestras manos». «Sentir que los clientes venían y nos decían ‘dame lo que quieras’ es lo más agradable, y eso es lo que alimenta tu maquinaria de seguir en la cocina», afirmó.

A nivel personal, Ruscalleda siente que la cocina le ha proporcionado, sobre todo, «felicidad», el mismo título del libro que hace unos días presentó junto con la autora de los textos, la periodista Rosa Rivas. La chef quería estudiar una carrera artística, pero como hija de un payés y de un comerciante resultó imposible. «Lo he dicho muchas veces, el cerdo me convirtió en una persona muy simpática». El azar de la vida y un compañero como Toni Balam, incombustible y socio perfecto tanto en lo íntimo y personal como en lo profesional y comercial, encauzaron la vida de Ruscalleda hacia el «compromiso culinario».

El trabajo me hace feliz

Al decidir cruzar la calle, al decidir pegar el salto, le empujó, confiesa la chef, una fuerza interior que le acompañaba en aquellos años de duro trabajo en la tienda Ruscalleda de la calle Nou en Sant Pol de Mar, donde sacrificaban cerdo, ternera y cordero, y elaboraban chacinas, croquetas, pasta fresca y platos preparados. «Yo no tenía el buen carácter que tengo ahora y el cerdo fue el que me hizo simpática, porque pude hacer butifarras con quesos, con otras especias y hacer cosas a mi manera, y en estos treinta años no he parado de hacer cosas a mi manera, y he salido adelante y estoy feliz de cómo ha ido», resume sin olvidarse de la ayuda incondicional que obtuvo de sus padres.

«El trabajo me hace feliz», comenta Ruscalleda, que siempre que puede dice a los jóvenes que «busquen una profesión que les guste, que se enamoren de esa profesión y le entreguen su vida, porque de ese modo no se sentirán ni atrapados ni esclavos de un horario, y al mismo tiempo les proporcionará mucha felicidad». La felicidad es un concepto que surge constantemente y no es casual que Ruscalleda construya casi un poema visual: «La mesa es como un oasis de felicidad en un día gris», dice. Entre sus platos preferidos, la cocinera del Sant Pau no señala uno en concreto y argumenta: «Todos mis platos son ‘la consecuencia de’” y de lo que está más contenta es de “la huella que hay en el local, hay mucho Sant Pol de Mar en nuestra cocina». Y añade: «Sant Pol de Mar tiene una manera de cocinar muy payesa y muy marinera; con recursos humildes, una gastronomía pura».