Barcelona
Ciutat Vella apuesta por reinventarse
El nuevo plan de usos del distrito diversifica las actividades económicas y rejuvenece zonas en decadencia
El nuevo plan de usos del distrito diversifica las actividades económicas y rejuvenece zonas en decadencia
En una sola calle, concretamente la calle Joaquim Costa, uno encuentra en apenas unos metros de distancia dos badulaques, cuatro locutorios y seis supermercados. La imagen se repite en otras calles del distrito barcelonés de Ciutat Vella, donde se concentran en una misma acera múltiples bazares o tiendas de telefonía móvil, por ejemplo. El nuevo plan de usos de esta zona de la Ciudad Condal busca dinamizar las actividades económicas y hacer resurgir el interés por el centro barcelonés, no sólo entre los turistas sino también entre los propios barceloneses. Aprobado el pasado miércoles gracias a un pacto entre CiU y PP generará puestos de trabajo además de rejuvenecer las zonas en decadencia. Sin embargo, también ha levantado los recelos de vecinos que han hecho saber sus quejas.
«Se trata de un pacto positivo para la Administración y los vecinos, ya que aportará una oferta variada en un distrito en el que el 60 por ciento de los establecimientos son locutorios, badulaques o supermercados en manos de extranjeros», afirma el concejal del PP en Barcelona, Alberto Villagrasa. El edil también recuerda que con el estancamiento de la zona se corría el peligro de que se formaran «guetos que excluyesen a los vecinos».
En este distrito, la población extranjera ha pasado de representar un 18 por ciento del total a alcanzar el 49 por ciento. Por este motivo, el plan pretende ampliar la oferta de actividades prohibiendo la apertura de establecimientos como los locutorios o las asociaciones canábicas, hecho que mejorará la convivencia en un barrio en el que cohabitan vecinos y turistas. Además, la nueva hoja de ruta amplia de cinco a diez metros la distancia entre locales, lo que evitará la concentración de servicios similares en una misma calle.
Hoteles
El plan de usos de Ciutat Vella supone el fin del coto a la construcción de nuevos hoteles y la apertura de restaurantes en zonas perimetrales como el Paseo Marítimo o la calle Trafalgar. La medida generará, además de trabajo, más vida en aquellas zonas en las que la densidad comercial es nula, como por ejemplo, el barrio del Call, y evitará la saturación comercial presente en calles como Joaquin Costa o las Ramblas. «Queremos acabar con las calles sin luz, sin vida», destaca el concejal Villagrasa, lo que será posible abriendo nuevos bares y restaurantes que sean un punto de encuentro de vecinos turistas o transeúntes.
Además, los nuevos hoteles, de tres, cuatro y cinco estrellas, se podrán ubicar en edificios catalogados con la categoría B, hecho que contenta a unos y enfada a vecinos y oposición. Tendrán un límite de 100 plazas. «Mejor que un edifico albergue un hotel que quedarse vacío», afirma Villagrasa. En la misma línea se posiciona el Gremio de Hoteleros de Barcelona, cuyo presidente, Jordi Clos, asegura que «se trata de la idea más inteligente que se ha tenido en los últimos años» ya que permitirá, entre otras cosas, «recuperar joyas arquitectónicas».
Actividad comercial
El comercio también se beneficiará de la nueva hoja de ruta. Javier Cottet, presidente de Barnacentre, asociación que lucha por dinamizar comercialmente la zona y atraer a turistas y vecinos, considera imprescindible que el plan de usos del distrito se renueve cada 3 o 4 años ya que debe «adaptarse a una sociedad cambiante» y fomentar un dinamismo social. Cottet asegura que el cambio será positivo siempre y cuando se fomente un «público familiar interesado en el turismo o la cultura y no uno de borrachera». «Si se respeta este punto todo lo relacionado con el plan es positivo, ya que reactivará aquellos proyectos hoteleros –más de una decena– que se encuentran paralizados y cuya construcción aportará inversión, nuevos puestos de trabajo y la llegada de más turistas».
Ante el temor de los vecinos a una liberalización comercial excesiva y a la llegada de turismo en masa, Mercè Homs, edil de CiU en el distrito, recuerda que el nuevo plan garantiza una «transparencia democrática» ya que la construcción de los hoteles tendrá que ser discutida por el pleno, y en el caso de que su sede sean edificios catalogados, su construcción deberá ser tramitada por partida doble, primero mediante una modificación del Plan General Metropolitano, y después mediante un propio plan urbanístico. La convivencia tampoco será un problema, ya que, según Villagrasa, los establecimientos de nueva apertura contarán con restricciones horarias que primarán las actividades diurnas por encima de las nocturnas.
Pisos turísticos
Pero aún queda una asignatura pendiente: los pisos turísticos. El plan mantiene el compromiso de obligar a los propietarios de dichas viviendas a concentrarse en fincas destinadas exclusivamente a esa explotación pero mediante una moratoria de seis años en los que esperan reunir las 613 licencias legales destinadas a dicha práctica. Hoy, se calcula que existen entre 1.000 y 8.000 viviendas ilegales por regular.
La nueva hoja de ruta del centro de la Ciudad Condal supone un equilibrio entre vecinos, los de toda la vida y los recién llegados, turistas y barceloneses que recuperarán el interés por el centro de su ciudad. Al fin y al cabo, el centro es el reflejo de la ciudad y ¿qué sería Barcelona sin Ciutat Vella?
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