El buen arte de tamizar la realidad desde el humor

En ocasiones no está mal seguir el consejo de Ramón María del Valle-Inclán y mirar la realidad a partir de espejos deformes, como los que se apuntan en «Luces de bohemia». Eso mismo es lo que pretende la caricatura y el dibujo humorístico que protagoniza una interesante exposición en la galería Francesc Mestre Art.

Podemos encontrar algunos grandes maestros del género, desde los clásicos de finales del siglo XIX y principios del XX, como Apel·les Mestres y Lluís Bagaría, a los más recientes surgidos de las páginas de la revista «El Jueves». Tampoco faltan las aportaciones de artistas que no parecen muy relacionados con esta manera de hacer, pero que no dudaron en realizar su contribución a la causa de la ironía, como Joaquín Torres-García o el mismísimo Pablo Picasso.

En la exposición se recopilan los tradicionales chistes gráficos, reproducidos en algunas de las revistas de sátira política y social más importantes de la Cataluña de principios del siglo XX. Eso es lo que nos demuestran las geniales caricaturas de Romà Bonet i Sintes «Bon» o una de Lluís Bagaría en la que aparece la efigie del escritor Pompeu Gener.

De uno de los verdaderos renovadores del humor gráfico, Ricard Opisso, se muestran algunas piezas interesantes. Una de las más llamativas es el original para la portada del almanaque de 1930 de «El diluvio». Tampoco se olvida la galería de presentar dibujos de Lola Anglada, Valentí Castanys, Josep Granyer, Artur Moreno o Gaietà Cornet. Una mención aparte la merece el divertido homenaje al burro que dibuja con envidiable genialidad el polifacético modernista Apel·les Mestres.

La muestra incluye algunas curiosidades, como un figurín para el vestuario de una «vedette» de la compañía Joaquín Gasa que contiene anotaciones de la censura franquista pidiendo retoques, haciendo algo menos descocada a la actriz.

Más recientes en el tiempo son las piezas de uno de los pilares de la revista «La Codorniz», Chumy Chúmez, con un craneo saliendo de un huevo, mientras su madre gallina se pregunta «¿qué he hecho?». También merecen la pena las siempre contundentes e ingeniosas miradas de Ivà o El Perich, capaces de zanjar con pocos trazos una sátira contundente a la sociedad de su tiempo, todavía con vigencia.