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El dibujante que odiaba a Hollywood

Quaderns Crema recupera los textos humorísticos de Valentí Castanys sobre el séptimo arte

El icónico autorretrato de Valentí Castanys
El icónico autorretrato de Valentí Castanyslarazon

Quaderns Crema recupera los textos humorísticos de Valentí Castanys sobre el séptimo arte

El cine tiene sus detractores. Si, sí, los tiene, y si sus detractores tuviesen un cine, uno grande, con mil asientos y pantalla gigante, pues ahí venderían cocos, y pequeñitos, no proyectarían películas. Así lo odian. Vendría Orson Wells y diría «orden, orden, ¿qué hay de “Ciudadano Kane”?» y los detractores le tirarían el coco más grande que tuviesen a mano. ¿Alguien ha visto alguna vez a Orson Wells aturdido por un coco? ¿Verdad que no? Otra prueba irrefutable de que el cine es una vergüenza donde es imposible sorprenderse.

Queda claro, los detractores tienen sus razones para no gustarles el cine. Y no son los únicos. A veces John Ford solía decir que prefería escupir tabaco a mirar una película y era el director más grande del Hollywood clásico. Pero claro, como no lo dijo en una película, nadie lo vio y así pocos lo creen, pero los detractores sí, odian tanto el cine que tienen fe de que cada vez es peor y mastican tabaco sin parar para demostrarlo. Como no han visto «El escupidor», el gran éxito de la Metro de los años 20, lo hacen fatal y se manchan, pero y qué... Son detractores, pero eso no quiere decir que sean listos.

Uno de los que odió mejor el cine fue Valentí Castanys, aunque en realidad era un farsante, le encantaban las películas, aunque sólo fuera para escribir de ellas y sacar unas risas. Le encantaban tanto que un día fue al cine, pero se olvidó el lápiz, y aún así pasó un buen rato. Si hubiese paseado un buen pato lo hubiese pasado mejor, pero él nunca lo supo, nunca lo probó. El cine le tenía robado el alma.

Castanys, para quien no lo sepa, fue uno de los grandes humoristas gráficos de los años 30 y 40. Sus viñetas diarias en prensa se convirtieron en un fenómeno y sus caricaturas y sentido del humor le llevaron a escribirle monólogos al mismísimo Joan Capri o a ilustrar las novelas de otro ilustre catalán, Francesc Trabal. Se inventó al icónico avi del Barça, creó y deshizo multitud de revistas y con su Familia Sistacs inspiró de primera mano a la familia Ulises. «Con sus caricaturas, Castanys ha contribuído como pocos, frente a una época propicia a los más extraños desvaríos, a poner las cosas en su sitio», dijo con razón Josep Pla. Una vez Castanys puso en su sitio a Pla, lo colocó con las alcachofas.

Quaderns Crema acaba de recuperar el libro «Barcelona-Hollywood (Radiocinema sonor)», una maravila de humor lleno de absurdo y agudeza que recopila las colaboraciones radiofónicas que hizo el escritor y dibujante alrededor del séptimo arte. «Su distancia irónica sobre la modernidad es como la de Joan Capri», asegura Enric Gomà, que firma el prólogo del libro.

Aunque centrarse en el prólogo en un libro cmo este es como fijarse sólo en el chichón de una hermosa mujer. Los diferentes textos nos permitirán ver lo absurdo de la moral americana que desprenden los melodramas hollywoodienses o cómo los documentales necesitan a Marlen Dietrich y una historia estúpida para que la gente de una vez los mire. Tampoco quedan bien parado Buster Keaton, cuyo secreto, dice Castanys, es rodearse de personajes muy aburridos. «Su gracia consiste enxclusivamente en el contraste». Para los fans de Keaton, esperemos hacerles sentir mejor por contraste con lo que dice de el Gordo y el Flaco. «Su tragedia radica en que ya no saben qué hacer para provocar la risa».

También compara a los actores con peces, así que las películas sólo buscan dar una historia a un gran pez, lo que deja clara su ridiculez. Eso sí, le encantan las películas del oeste y le divierte la pasión del cine amateur, y le chifla reírse del pobre padre que tiene que salir de casa después de cenar para acompañar a su señora y su hija a ver la última de Clark Gable. «Este hombre hace películas como setas». Si las setas hablaran dirían «¡CASTANYS!». Pero no hablan. Al menos tampoco hacen películas.