Caixa Forum

Cuánto: Entrada gratuita.

Es mejor dejar que los cubitos se deshagan en la boca que masticarlos, aunque al estar congelados también pueden provocar sensibilidad en los dientes
Es mejor dejar que los cubitos se deshagan en la boca que masticarlos, aunque al estar congelados también pueden provocar sensibilidad en los dienteslarazon

Un objeto sacado de su contexto y colocado en un ambiente determinado puede perder todo su significado y convertirse en un gran poema simbólico. Ésta es la especialidad del fotógrafo madrileño Chema Madoz, que en los años 90 dejó a un lado la figura humana y el paisaje y decidió volcarse en el eco poético que encierran los objetos cotidianos. Colaborador en múltiples ocasiones de Joan Brossa, sus fotografías son auténticos cantos líricos que afirman que el arte está siempre en el ojo que mira. Un cubito de hielo, unas botas, un bolígrafo, una escalera apoyada en un espejo, una jaula de pájaro con el cielo de fondo, Madoz hace del mundo cotidiano una experiencia siempre nueva. La Pedrera acoge una gran exposición antológica del creador, con más de 70 piezas que recorren todas sus etapas desde los años 80 hasta la actualidad. Comisariada por Olivia María Rubio, la mayoría de fotografías juegan con la yuxtaposición de dos objetos para crear un tercero totalmente nuevo, lo que le asocia de alguna manera con el surrealismo. «Madoz invita al espectador a abrir su mirada, a ir más allá a la manera surrealista», asegura Rubio. Para el fotógrafo, su intención es, desde una aparente simplicidad, alcanzar lo máximo. «Mi objetivo es explicar cosas con los mínimos elementos posibles", señala. Su objetivo primordial, asegura el fotógrafo, no es la belleza, sino "la reflexión que el público pueda hacer del entorno en que vivimos a partir de unas imágenes". Ver expuestos algunos de los objetos que el propio Madoz realiza en su estudio y las libretas de apuntes resulta, según el artista, "gratificante", porque sirve para mostrar el universo de su trabajo, "desde su concepción, por dónde transcurre, hasta el resultado final, la imagen fotográfica". Todas las fotografías son analógicas, a excepción de una, que da entrada al visitante a la exposición, en la que con el mismo espíritu de las sobreexposiciones de dos negativos que antiguamente se hacían en el laboratorio, introduce una nube en una jaula de pájaros