Teatro

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Las cuatro voces de Sarah Kane

La Sala Atrium rinde tributo a una de las mejores dramaturgas de finales del siglo XX, que acabó con su vida a los 28 años después de escribir cinco obras seminales

«Ansia», aquí en un antiguo montaje de la obra, se basa en cuatro monólogos que parecen dialogar sobre el fin del amor en medio del delirio, el suicidio, los traumas, la violación y la pedofilia
«Ansia», aquí en un antiguo montaje de la obra, se basa en cuatro monólogos que parecen dialogar sobre el fin del amor en medio del delirio, el suicidio, los traumas, la violación y la pedofilialarazon

La Sala Atrium rinde tributo a una de las mejores dramaturgas de finales del siglo XX, que acabó con su vida a los 28 años después de escribir cinco obras seminales

Sarah Kane dormía con la luz encendida no porque le diese miedo la oscuridad, sino porque le daba miedo la luz. Le aterrorizaba, para ella era como un brillo lleno de amenazas y burlas y saqueos y vergüenzas que le mostraba todos los monstruos a un tiempo. Vivía en ese imposible asco, en una honda depresión llena de fiebre y estupor, en la derrota perpetua en la que caes una vez y otra vez y otra vez y una vez y todas las veces, hasta que la mayoría de noches caía desfallecida, inconsciente. Al despertar, abría los ojos aterrorizada, pero mantenerlos cerrados era mucho, mucho peor.

Sarah Kane escribía para poner algo de sombra, algo de humanidad, a la vergüenza de esa luz. Escribía obras de teatro para moldear cuerpos, para enfrentarlos, para sentir su roce, su energía, su visceralidad y así dar corazón y cariño al gran apagón blanco en el que vivía. Sarah Kane es la gran dramaturga del amor de finales del siglo XX pues sus obras son gritos desesperados para que la salve, para que la explique de una manera en que la haga sentir, o sea le de un sentido.

Sarah Kane a veces oía la voz de una mujer mayor, de tos fija y agudos timbres que se rompían cada pocos segundos. Le reprochaba que no fuese una agria arpía como ella, que no torturase a los jóvenes amantes y rompiese todos sus deseos. Esa mujer se reía con atronadoras carcajadas y Sarah Kane apretaba el puño y escribía todas las cosas terribles que se le ocurrían. «¿Seré yo de mayor quien me estaré susurrando semejantes torturas?», se preguntaba, pero nunca esperó a una respuesta. Sólo quería que esa vieja se callase.

Sarah Kane se intentó suicidar tres veces y lo consiguió con 28 años. Escribió, en ese tiempo, cinco obras, de «Ansia» a «Devastados», «Purificados», «El amor de Fedra» y la póstuma «4.48 psicosis». Y así se convirtió en la gran voz de la nueva dramaturgia europea. En los 90, no todos pensaron lo mismo y recibió críticas por su uso gráfico y macabro de la violencia. Tanto es así, que tuvo que firmar «Ansia» bajo pseudónimo para diferenciarla de sus otras obras y que nadie tuviera ideas preconcebidas de lo que iba a ver.

Sarah Kane tuvo que sorportar todo tipo de agravios, insultos, burlas y críticas tras estrenar su primera obra, «Devastados». Una tarde, mientras temblaba de frío en su pequeña habitación londinense, se levantó de su mesa de trabajo y por alguna extraña razón se fue a ver a la puerta de su casa. Allí vio una carta colgada tímidamente del buzón. La abrió intrigada y lo que leyó le levantó una cálida sonrisa. Era del Premio Nobel Harold Pinter, que le aseguraba que le encantaba lo que hacía y que para él era la primera gran voz para el nuevo siglo. Ella siempre se preguntó si habría sido él mismo quien había tirado la carta al buzón o habría sido algún asistente. Le gustaba pensar que había sido él.

En busca del amor

La Sala Atrium rinde tributo a Sarah Kane en el veinte aniversario de su muerte con un nuevo montaje de «Ànsia (Crave)». La compañía Salamandra sube a escena esta obra formada por cuatro monólogos intercalados que sirven para dibujar un cuadro global de la imposibilidad de decir nada con sentido sino afecta a otros. «La veo más como una obra que representar que teatro en sí mismo. Sólo quise descubrir qué buena poeta podía ser al tiempo que escribía algo dramático», aseguraba Kane.

Marc Pujol, Marc Garcia Coté, Anna Casas, Chap Rodríguez Rosell y Marta Ossó completan el elenco de un montaje dirigido con mano firme por Loredana Volpe. En el escenario, cuatro sillas y otros tantos personajes que se van levantando para narrar su último intento de rescate y redención. En cierto modo, son cuatro personajes en busca de un final feliz o ni siquiera feliz, sino ese silencio que calme sus angustias. Solo eso, solo lo que Sarah Kane nunca logró.

Hija de periodistas en continua depresión

Sarah Kane nació en Brentwood, pequeño pueblo del condado de Essex, en 1971. Desde niña sintió fascinación por el teatro y la poesía y las obras que publicó demuestran cómo hibridizó ambas, con textos de gran reverberación y sonoridad hasta violenta. Influenciada por la tragedia jacobina y el teatro expresionista, en especial Georg Büchner, sus primeras obras fueron polémicas por su uso explícito de la violencia. Paralelamente a su notoriedad como autora, crecieron sus tendencias suicidas propiciadas por una depresión maníaca. Llegó a ingerir más de 50 pastillas para acabar con su vida. Sobrevivió, pero tres días después de colgó en el baño del hospital con los cordones de sus zapatos.

Dónde: Sala Atrium . C/ Consell de Cent, 435. Barcelona.

Cuándo: Del 6 al 31 de marzo.

Cuánto: Tel: 93 182 46 063.