Teatro

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Los secretos tras la muerte de Sócrates

Josep Maria Pou se pone en la piel del filósofo en un montaje dirigido por Mario Gas

Josep Maria Pou y Carles Canut lideran el elenco
Josep Maria Pou y Carles Canut lideran el elencolarazon

Un hombre sabio no es alguien que sabe más que los demás, sino alguien que actúa en consecuencia con lo que sabe. ¿Hay algo que saber? Sí, por supuesto, cómo actuar, cómo ser justo y honesto y bondadoso y divertido, por supuesto, que nadie quiere a un sabio peñazo. ¿Ha habido alguna vez un hombre sabio? Sí, una vez, sólo una, hace muchos, muchos años, un hombre tan identificado con la democracia y el bien común que decidió morir por ella.

Nos remontamos al siglo IV antes de Cristo. Hubo una votación contra ese hombre sabio. Muchos jueces votaron, más de 500, y 281 decidieron que debía morir. ¿Cuál era su delito? No importaba, si la mayoría defendía que merecía la muerte, moriría, pues él creía en el principio regidor de las leyes y éstas le habían condenado con un juicio justo. ¿Hubo un hombre sabio y lo matamos? Sí, porque todos votamos, todos somos jueces, todos odiamos a los sabios, porque es mucho mejor saber muchas cosas y actuar en contra de lo que sabemos.

La condena fue beber cicuta. ¿Hubo un brindis? No, hubo tristeza, y desolación y fiebre, mucha fiebre, pero eso es la civilización occidental, una tristeza que se perpetúa. ¿Hay dignidad en la muerte? Nunca, sólo podredumbre. Sócrates fue ese sabio, y murió por sus convicciones. Pero en esa decisión se esconde una tragedia que genera muchas incógnitas y qué es el teatro sino el espacio donde se reviven las incognitas y se despejan las dudas.

Después de triunfar en el Festival de Mérida, llega al Grec el espectáculo «Sócrates. Juicio y muerte de un ciudadano», montaje ideado por Mario Gas, junto con Alberto Iglesias, y protagonizado por Josep Maria Pou en el papel del filósofo, aquel que defendía que era más sabio que los demás porque él sabía que no sabía nada y no paraba de cuestionarse absolutamente todo. «Poco conocemos de Sócrates, y aquí vamos a acercarnos a él como personaje, en una obra a la altura de los grandes títulos del teatro clásico», comentaba Pou antes de su exitoso estreno en Mérida.

La obra recrea los últimos días en la vida del filósofo, en un drama de tintes trágicos, en el que sabemos, por descontado, la resolución del drama, que no hay nada que podamos hacer por cambiar lo que sucederá, y aún así nos mantiene hirviendo y tensos. «El montaje nace con la voluntad de poner en escena una parte del pensamiento socrático, teatro puro que se adentra en un momento muy concreto, el del juicio contra el filósofo y su muerte final», comenta Borja Sitjà, director del Teatre Romea, que acoge el montaje hasta el 2 de agosto y que a partir de octubre recuperará de cara a la próxima temporada.

El montaje nos traslada a un espacio neutro, de tintes oscuros, donde se sucede el juicio. Pou está acompañado por Carles Canut, Amparo Pamplona, Pep Molina, Borja Espinosa, Ramon Pujol y Guillem Motos, que durante una hora y veinte minutos nos sumergirán por completo a la Atenas clásica, cuyas resonancias llegan con claridad a la más rabiosa actualidad. «Iglesias y yo entendemos que el teatro es siempre, Brecht en el horizonte, presente. Pretendemos hablar de Sócrates, nuestro contemporáneo», comenta Gas.

En 1970, Adolfo Marsillach ya se puso en la piel de Sócrates, en una excelente versión escénica de Enrique Llovet. En ese montaje se buscaba sobre todo dar forma a los diálogos platónicos que dramatizar un hecho histórico como fue el juicio contra el filósofo, cuyo crimen era la curiosidad y hacer demasiadas preguntas, corromper a la juventud e ir contra los dioses defendiendo sus propios mitos sobrenaturales. ¿Era culpable de esto? Sí, por supuesto, era muy curioso, y hacía muchas preguntas, nunca demasiadas, y hacía pensar a los jóvenes por sí mismos. ¿Es eso un crimen? No, no debería serlo, pero entonces lo era y él lo aceptó. La democracia tiene esas lindezas.

Brecht como inspiración

El espectáculo comienza con Pou dirigiéndose al público y pidiéndoles que por favor apaguen sus móviles y se olviden de toser durante un rato, en un anacronismo que remite directamente al distanciamiento brechtiano. Sócrates interpelará al público después en otras ocasiones, incluso invitará a la gente a volver a encender sus móviles cuando acaba la obra. «El espectador va a ser parte del juicio, miembro del tribunal», explicaba Pou, un forma más de acercar el montaje a la realidad contemporánea.

DÓNDE: Teatre Romea. C/ Hospital, 54.

CUÁNDO: del 16 de julio a 2 de agosto.

CUÁNTO: 18-28 euros. Tel.: 93 301 55 04