Cataluña

Los trofeos más salvajes

El Museo de Arqueología acoge una exposición sobre el ritual de las cabezas cortadas y su significación desde la antigüedad hasta hoy día

Los trofeos más salvajes
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Quien no tiene cabeza, no sabe lo que se pierde. Claro que quien la tiene, lo mejor es no perderla. Sino, que se lo pregunten a los íberos, que les chiflaban las cabezas, y sin manías, les gustaban todas, sobre todo arrancarlas de sus enemigos y exhibirlas con fruición para regocijo de mujeres y niños, que se morían por agarrar una espada, capturar una cabeza, mostrarla también, y sentir el poder más grande de todos, el de tener dos y tres y cuatro cabezas. Cuantas más mejor.

El Museo de Arqueología de Cataluña analiza y reflexiona sobre el ritual de las cabezas cortadas, tomadas como trofeos, y su significación desde la antigüedad hasta el mundo contemporáneo. A través de hallazgos arqueológicos y etnográficos, iconografía artística, audiovisuales y recursos interactivos, la muestra recorren esta macabra exhibición de poder que dura hoy día, como muestran ejemplos como la violencia de los cárteles de la droga mexicanos o las atrocidades de Isis. Porque el miedo sustenta el poder y no hay nada más horrible que se queden con tu cabeza.

La muestra «Cabezas cortadas. Símbolos de poder» reflexiona en la simbología detrás de estos rituales y cómo ha evolucionado desde la antigüedad a nuestros días. Sobre todo, la exposición se centra en el mundo de los íberos, del que el Museo de Arqueología tiene una de las colecciones más importantes del mundo y que nunca se había expuesto de manera tan exhaustiva.

Se muestran, por ejemplo, las llamadas cabezas enclavadas del poblado del Puig Castellar, algunas por primera vez, junto con las descubiertas recientemente en la ciudad ibérica de Ullastret. Además, se puede ver la recostrucción científica y minuciosa de un hombre íbero, de un guerrero del siglo III a través del estudio del cráneo arrancado que ha sido conservado y así dar valor moral a unas acciones que, en huesos, quedan demasiado ambigua. El relativismo cultural está bien, siempre que no signifique adorar una cabeza cortada.

La exposición consta de tres ámbitos principales: un espacio introductorio que explica la diferencia entre la cabeza venerada y la cabeza conquistada por la fuerza; un segundo ámbito que se centra en el ritual de época ibérica; y un tercero que finaliza con un trayecto audiovisual que transporta al visitante hasta las prácticas actuales.

La muestra es un fascinante recorrido que demuestra las proyecciones mágico religiosas que los diferentes pueblos han otorgado a la cabeza, esencia última del hombre que otroga poder, fuerza y humillación a un mismo tiempo a vérdugos y víctimas. La pasión de la tribu de los indiketes por el ritual de las cabezas cortadas hizo que en 2012, en el área noreste del Puig de Sant Andreu , descubriesen un asombroso yacimiento en que a ambos lados de una calle se conservaban magníficamente cráneos, algunos de ellos atravesados por estacas, que mostraban de forma nítida y clara la manera en que estos pueblos utilizaban la violencia para un fetichismo simbólico turbador. La exposición es todo un viaje a las entrañas de la lucura humana por significar su dominio y poder.