Política

Barcelona

Lunes de la Segunda Pascua

Con esta fiesta, muy arraigada en Cataluña, la Iglesia conmemora la venida del Espíritu Santo

En Barcelona pervive la fiesta de los Cors Muts, en el que las agrupaciones portan utensilios de gran tamaño
En Barcelona pervive la fiesta de los Cors Muts, en el que las agrupaciones portan utensilios de gran tamañolarazon

Con esta fiesta, muy arraigada en Cataluña, la Iglesia conmemora la venida del Espíritu Santo

Con la Segunda Pascua concluye el tiempo pascual. Dura este tiempo 50 días, desde la Pascua de Resurrección, que este año se celebró el 21 de abril, hasta la Pascua de Pentecostés, celebrada ayer domingo. Con esta última conmemora la Iglesia la venida del Espíritu Santo, que se apareció a los apóstoles en forma de lenguas de fuego cuando se cumplían 50 días justos de la resurrección de Jesucristo. El motivo de su venida fue el de encomendarles el inicio de la misión evangelizadora, y para ello les dotó con el don de lenguas, esto es, la facultad de hablar y entender las diversas lenguas con que se iban a encontrar al ir a predicar por el mundo.

Las fechas de la Primera Pascua, que tiene lugar siempre entre el 22 de marzo y el 25 de abril, ni un día antes ni un día después, coinciden con las fiestas que primitivamente se celebraban para festejar la llegada de la primavera, y de ahí el nombre con que también se la denomina, Pascua Florida.

Del mismo modo, la Segunda Pascua se conoce asimismo como Pascua Granada, en recuerdo de las antiguas fiestas agrarias en que nuestros antepasados daban gracias por los frutos ya granados o la cosecha a punto de recoger.

La Segunda Pascua, una fiesta muy arraigada en el calendario tradicional, era en muchas localidades catalanas el día de las romerías, particularmente las que tenían como destino alguna ermita. En Barcelona estaba muy extendida la costumbre popular de reunirse todos los vecinos de la misma casa o de la misma calle (las «colles de carrer») y marchar juntos a comer al lado de una fuente o de una ermita en las afueras de la ciudad. Un caso curioso era el de los organistas de las iglesias, que, de nueve a diez de la mañana, antes de la misa mayor, y en recuerdo de la hora en que el Espíritu Santo bajó a la Tierra, tenían libertad para tocar las canciones y melodías que fueran de su gusto. Como reliquia de aquel pasado, pervive aún en Barcelona la fiesta de los Cors Muts, un pasacalle en el que participan agrupaciones corales que ya no se dedican al canto: en la Barceloneta, por ejemplo, llevan remos, hachas y tenedores de gran tamaño en lugar de instrumentos musicales.

En cuanto al lunes de la Segunda Pascua, la manera tradicional de celebrarlo, aprovechando que el tiempo convidaba a salir al campo, era emprender un pequeño viaje. Los vecinos de Barcelona solían ir a Molins de Rei, que reunía en estas fechas una importante feria de aperos de labranza y utensilios agrícolas, o a Mataró, donde había también una feria, esta de objetos de barro, cerámica y vidrio elaborados por los alfareros de Mataró, Blanes y Malgrat.