Barcelona
«No hay sombra de falsedad ni de tirar de oficio en nuestras canciones»
Dorian recoge en el libro «Armas para volar» el cancionero de sus cuatro primeros discos.
Dorian recoge en el libro «Armas para volar» el cancionero de sus cuatro primeros discos.
En una de sus giras, Dorian descansaba en una pequeña habitación de la casa de un amigo en México DF, la ciudad más grande del mundo. Su reputación como una de las mejores bandas del «indie» español había llegado a hispanoamérica. No eran más que cinco chiquillos residentes en Barcelona, que de pronto daban la vuelta al mundo para tocar sus canciones. No está mal para un sábado por la noche.
De pronto, sin entender muy bien qué demonios estaba pasando, el suelo empezó a palpitar en pequeños estremecimientos que, antes de que pudiesen reaccionar, se habían transformado en enormes sacudidas que arrojaban el mobiliario por todas partes. «No sentimos pánico, más bien temor y, después, una extraña sensación de paz... sabíamos que no había escapatoria posible, así que nuestros cerebros habían desactivado los mecanismos de alarma», escribe Marc Gili, colíder y compositor de la banda con Belly Hernández, en «Armas para volar», el cancionero ilustrado que Kitsune Books acaba de publicar y que reúne las letras de las mejores canciones de la banda.
Un punto y aparte
La experiencia de aquel terremoto, el más fuerte vivido en el D. F. desde 1985, se convirtió con el tiempo en la inspiración de «El temblor», canción de «La velocidad del vacío», su cuarto disco. Esta y otras muchas historias protagonizan un libro que da contexto y emoción a himnos «indies» como «En cualquier otra parte» o «La tormenta de arena» y que la banda ha hecho acompañar con las ilustraciones de cuatro artistas, Lucía Inthesky, Lacabezaenlasnubes, Mihepu y Crajes. «Estamos orgullosos de que todas nuestras canciones están escritas con el corazón. No hay sombra de falsedad ni de tirar de oficio, sólo la necesidad de expresar nuestra forma de mirar el mundo y las historias que nos han pasado», afirma Gili.
La unión de la música de la banda, sus letras, la explicación de las mismas, y las diferentes ilustraciones que lo acompañan, abren los estímulos y consiguen ecos que varían por completo la experiencia de las canciones. «Escribes para explicarte cosas a ti mismo y esperar que a alguien le importe. Cuando vas a un concierto y ves que lo has conseguido, que la gente canta tus letras, la sensación es brutal, y todo cobra sentido», señala Gili.
El libro sirve en cierta medida como un punto y aparte de su carrera. Consigue hacer balance a dos décadas de duro trabajo. «Vives muy rápido, en el bucle disco, gira, disco, gira. Todo es muy intenso y, a veces, no hay tiempo para parar y reflexionar. El libro nos ha posibilitado hacerlo», comenta Hernández.
Ahora la banda se ha sacado la pereza de encima y tras cinco años sin un disco de material completamente nuevo, tienen previsto publicar el que será su sexto trabajo en primavera. «Después del disco en acústico teníamos muchas de volver a la electrónica, de hacer bailar a la gente. Salimos de allí, de escuchar aquellas canciones en noches interminables y lo echábamos de menos», confiesa Gili. Pero esa será otra historia. Esperaremos.
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