Teatro

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Todo lo que ocurre cuando Chéjov se ríe

Carles Alfaro y Enric Benavent reúnen los textos humorísticos del escritor ruso en una oda al patetismo

Orella solo en su camerino
Orella solo en su camerinolarazon

Carles Alfaro y Enric Benavent reúnen los textos humorísticos del escritor ruso en una oda al patetismo.

En su juventud, Anton Chéjov solía frecuentar una ostreria llamada Wassermann en el centro mismo de Moscú. Cuando la ciudad creció, quedó algo escorada a la izquierda, pero su clientela la encontró igual. Estaba regentada por Rufus Kurkov, un inmigrante español de ojos negros, negros y largas barbas blancas, blancas, lo que le hacía parecer un viejo viejo que lo había visto todo todo y se había comido sus gafas. Hablaba sin parar, al babala y al tipo que tenía al lado, y explicaba las historias más extraordinarias.

Chéjov llegaba a primera hora de la tarde a la ostrería y no se marchaba hasta que la noche le ponía el dedo en el ojo y le hacía realmente daño. Allí no hacía otra cosa que beber y escuchar las historias de Kurkov, como cuando Pushkin le contó que su tía le había comprado una toalla con un tiro mortal en el pecho. Kurkov le contó a Chéjov que el poeta sangró como si dos hermosas bailarinas se tropezaran hasta la muerte.

El joven Chéjov las apuntaba religiosamente en una libreta. Luego les ponía un poco de crítica social y algo de ternura hacia sus personajes, y las enviaba a revistas y publicaciones para poder sufragar sus estudios. Eran historias realmente cómicas, con Ó gigante que explota y ¡ja ja ja! Pues eso. Las firmaba Antoixa Txekhonté, que es Chéjov comiendo anchoas en ruso.

Cuando Kurkov murió a causa de una patata en mal estado, quiero decir que estaba en un precipio y el pobre la cogió y cayó, a Chéjov no le hizo ni puñetera gracia. Decidió que a partir de entonces sería más serio. Retrataría esa vida mínima que aspira a más, esa poesía que hay detrás de toda vida que se cuenta, que cuenta, que llora para que cuente. Y lo hizo tan bien que nadie se acordó más de sus años cómicos en que vivió a la sombra de Rufus Kurkov, el español que más ha fascinado nunca a los rusos.

Todos somos actores.

Carles Alfaro recupera su espectáculo alrededor de la figura del primer y cómico Chéjov en «L'últim acte», que hoy se estrena oficialmente en el Teatre Goya después de unas primeras funciones desde el día 12 de febrero. El actor Francesc Orella, popular por la serie «Merlí», se convierte aquí en un actor en horas bajas, o al menos a la altura de la entrepierna con las doce campanadas a toda potencia. En una noche aciaga recibirá la visita de tres dickensianos espíritus femeninos que le harán ver que en el patetismo y el absurdo uno también puede decir, ¡ese soy yo, yo gano!

El montaje arranca con un actor de muchos años que, en la noche de su gran homenaje, con media ciudad rendida a sus pies, se queda dormido en su camerino y todo el mundo se va del teatro olvidándose de que todavía está dentro. Porque no hay homenaje mejor que recordarte lo fácil que es olvidarse de ti. «Es un arranque irónico y muy propio del humor patético de Chéjov», comenta Alfaro y patético no es el esqueleto del pato, es la caca que se te queda en la suela del zapato, que sería la monda si le pasase a otro, pero no, te pasa a ti.

A partir de aquí se irán interconectando fragmentos de textos del dramaturgo ruso hasta conformar una narrativa del desconcierto y esa alegría que grita una última vez antes de perderse en el silencio. «Chéjov era un gran observador del comportamiento humano, con una mirada tierna sobre nuestra incapacidad para gestionar las emociones», asegura Alfaro.

Las tres espíritus que vendrán a visitarle estarán interpretadas por Nina, Cristina Plazas y Bárbara Granados. El público puede adivinar que son algo así como los espectros de viajas artistas atrapadas para siempre en el teatro que, cuando las luces se apagan, salen a cantar, bailar y divertir a los muertos. ¿Divertirán al pobre actor dormido? «No me digas cómo brilla la luz de la luna, sino enséñamela en su reflejo en el cristal de un vaso roto», decía Chéjov. Esta obra es buan prueba de ello

Dónde: Teatre Goya. Calle Joaquín Costa, 68. Barcelona.

cuándo: Hasta el 24 de marzo.

cuánto: A partir de 24 euros.