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Casa Eladio, el edén gourmet de la lamprea

No es necesario peregrinar en busca de esta exquisitez, tiene su refugio en este restaurante donde saben tratarla como un auténtico manjar para cautivar a paladares exigentes y curiosos con las señas de identidad sabidas: sabor potente y sabroso

La lamprea probada escapa indemne a todo escrutinio. El afecto gustativo como es acogida provoca su volatilidad de los platos
La lamprea probada escapa indemne a todo escrutinio. El afecto gustativo como es acogida provoca su volatilidad de los platoslarazon

A la espera de los últimos fríos de febrero, esos que se cuelan rotundamente, previo aviso televisado, nos preparamos para entronizar el consumo de la ineludible lamprea en nuestro entorno más inmediato. No es necesario peregrinar en busca de esta exquisitez, nuestro protagonista tiene su refugio en casa Eladio (C/ Chiva, 40) donde saben tratarla como un auténtico manjar.

Una sucesión de platos, más protagonistas que secundarios, abren paso a la lamprea. Las croquetitas de bonito y boletus se erigen en reclutadores de fans, en breves minutos, mientras damos cuenta de ellas en forma de aperitivo. El caldo de cocido, con el omnipresente sabor del lacón gallego, nos reconcilia con el frío exterior reinante.

El paladar queda a disposición vitalicia al probar los mejillones gallegos en escabeche de elaboración propia. Los crujientes de bacalao cobran un protagonismo inédito gracias a la conseguida cremosidad que fraterniza de manera natural con la equilibrada fritura.

La persistencia gourmet enriquece la sobremesa. El pulpo a la plancha con puré de patatas cumple tan bien con su papel de representación, como embajador de la gastronomía gallega, que su particular textura tras el marcado, jugoso por dentro y crujiente por fuera, se retrata en todo su esplendor.

Por lógica gravitatoria gustativa la lamprea al estilo de Arbo con arroz pilaf y picatostes sale en marea, para cautivar a paladares exigentes y curiosos, con las señas de identidad sabidas: sabor potente, sabroso y con enjundia. Plato intenso, de corazón marino y alma fluvial, guisado a fuego lento en su propia sangre con el acompañamiento del transcendental adobo, dotado de salsa oscura y desgrasada, que empatiza con el arroz y los picatostes de manera natural.

La lamprea probada escapa indemne a todo escrutinio. El afecto gustativo como es acogida provoca su volatilidad de los platos. Aunque en la gastronomía las tradiciones son dinámicas y nada es eterno o sí, los romanos convirtieron al pez milenario en delicia gastronómica como quintaesencia del gusto de emperadores, el sugestivo plato entra en nuestros paladares y ya no hay vuelta atrás.

Sabor singular e intransferible donde se antoja un continuo destello de verdad gustativa. Sera sugestión, nostalgia, pero es probar la lamprea y vuelve la adicción. El sabor concéntrico de la carne salseada moviliza a los paladares. El culto a este manjar se extiende en la mesa. Gastronomía con firma, data y señales en la figura del cocinero Manolo Calo. Sin postureos ni artificios.

Esta sobremesa es el sueño hecho realidad de un comensal nostálgico en busca de la lamprea perdida de los ríos asturianos. Por eso cuando me propusieron ir y probar no lo dude. El patriarca de la gastronomía gallega en Valencia, Eladio Rodríguez, gasta un verbo cercano, discretamente torrencial, con munición clara. Los pioneros siempre vuelven. Por su forma de hablar, la paz que transmite y su capacidad de observación nos permite rozarnos más con el conocimiento de este pescado.

Vivimos en un mundo gastronómico tan condicionado por el discurso dominante de la cocina mediática que el espíritu de los restaurantes de producto se convierte en la coartada perfecta. La lamprea como epítome gustativa no deja de ser un rito culinario innegociable. Cada año crece una ola de empatía gastrónoma hacia este singular pescado.

La lamprea consigue visibilidad en nuestra ciudad gracias al esfuerzo emprendedor de este restaurante por ofrecer productos de proximidad del ecosistema culinario gallego.

Desde las aguas del río Miño, en Arbo (Pontevedra), remonta todos los años con su singular sabor hasta la gloria culinaria.

La buena cocina se hace desde la emoción. La sumisión golosa del «Alaska Flambe» no oculta una tremenda capacidad para recordar. El surtido de repostería casera y el universo del chocolate nos proporcionan muletas emocionales para recordar a Violette Fontaine, esposa de Eladio y madre del actual Gerente, Michel Rodríguez, al hablar del dulce legado de recetas de tartas que permanecen en la carta.

El fantástico orujo gallego se convierte en el after alambicado de la sobremesa, y nos hace escribir en negrita y sin tapujos ni obleas, quién lo pruebe me entenderá, de la jornada vivida.

Aunque nuestra protagonista esquiva la luz, por lo que sus desplazamientos fluviales son nocturnos, acompañados de taquígrafos gourmet de referencia hemos comprobado que las corrientes gastronómicas son más que propicias, con reserva previa, el caudal gustativo de la lamprea, durará hasta finales de marzo en este remanso de excelsa calidad culinaria que es Casa Eladio. El reloj corre y se agota el plazo para disfrutar. Cancelen todas las citas gastronómicas recurrentes en el tiempo y conozcan la lamprea.

Merece la pena.