Novela

Rosetta Forner: «Hay hombres a los que les va genial siendo sapos canallas»

«Hada madrina» y escritora

La Razón
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Siempre se sitúa del lado del «quiérete a tí mismo». Por ello, ahora presenta «El príncipe azul que dio calabazas a la princesa que creía en los cuentos de hadas» (Zenith). Es Rosetta Forner, escritora y colaboradora de LA RAZÓN.

-¿«El príncipe azul que dio calabazas a la princesa que creía en los cuentos de hadas» es un alegato feminista de los hombres?

-No. Pero sí que es cierto que estaba un poco harta de las quejas de las mujeres asegurando que no existen hombres que merezcan la pena y de hombres contándome lo poco que les apoyan las mujeres y lo mucho que les machacan.

-¿Qué es el síndrome del príncipe azul?

- Es cuando el hombre empieza a sentirse un fracasado, que todo ocurre por su culpa, que deben ser pluscuamperfectos y que si las mujeres son infelices resulta que es por culpa de ellos.

-¿Los príncipes que aparecen en tu libro también dan calabazas?

-El hombre no se atreve a dar calabazas. Aguanta más de lo que creemos, porque la mujer es la de quejarse. Él es más de tragar.

-¿Son los hombres cobardes?

- No. Yo creo que se aprende a ser cobardes. Nos enseñan a ajustarnos a nuestros valores y nos señalan demasiado lo negativo de estar fuera de ese «redil» que son los convencionalismos. A los hombres se les ha creado un estereotipo a lo largo de los siglos de que son duros y guerreros, pero existen mujeres que también lo son. El problema es que hay mucho cobarde «redilero».

-¿Qué es mejor, ser un sapo o un rey?

-Depende para quién. Hay hombres a los que les va fenomenal siendo sapos canallas. A un canalla le va genial ya que hay tanta damisela con la diadema floja que está encantada de que este sapo le pase un papel de lija por el corazón. Pero a un hombre bueno que no se ha quitado el complejo de príncipe azul le va fatal.

- ¿Los hombres tienen sentimientos?

-Sí tienen, por supuesto. Pero muchos creen que no tienen derecho a sentirlos. Así están, sufren un impresionante estrés emocional.

-¿Han querido parecerse tanto las mujeres a los hombres que han perdido su feminidad?

-Nunca he entendido lo de parecernos a los hombres, ¿en qué? ¿Por qué la gente no se dice a sí misma que se quiere parecer a ella? Los seres humanos tenemos cosas buenas y cosas malas. Lo que han hecho las feministas radicales es copiar lo peor de los hombres por envidia. Porque no era para mejorar el mundo, ha sido coger lo del hombre y machacarlo.

- ¿Les gusta que las mujeres se lo pongan fácil a la hora de establecer una relación?

- No. Los hombres huelen la desesperación. Y la palpan. Una mujer desesperada emite una serie de señales de búsqueda, de hambre, que no gustan.

-¿Son ahora las mujeres más sexuales que los hombres, sobre todo después del auge de la novela erótica?

-A mí no me cuadra que haya gente que haya activado su vida sexual con este tipo de lectura pseudoerótica. Eso me encajaría si acabáramos de salir de una dictadura, donde se dejaran atrás años de represión y tabúes.

- ¿Hemos idolatrado el amor?

-Hemos idolatrado el desamor.